SEGUNDA ETAPA: B.- PANAMÁ CAPITAL / / YAVIZA (DARIEN)
(Crónica del 6 de julio de 2014)
El martes día 1 me fui para el Darien. Esta es la provincia más extensa y más salvaje de Panamá. En su mayoría es selva y el transporte es complicado. Toda la noche anterior estuvo lloviendo, y no sabía con qué ropa salir. Al final como viendo siendo habitual, elegía la peor. Con unos pantalones vaqueros que en cuanto acabó la lluvia y salió el sol se me pegaban y me pesaban un quintal.
Llegamos a Yaviza sin más contratiempo que un control que me hizo la policía en Agua Fría preguntándome por los días que me iba a quedar y que no podía pasar de Yaviza hacia Colombia. Esto ya lo sabía yo y además es prácticamente imposible, hay que ir por senderos de narcos yen embarcaciones pequeñas y..., no te vas a jugar la vida por una tontería. La primera vez que estuve por esta zona dos alemanes que intentaron pasar por esta selva, aparecieron muertos. Llegue a YAVIZA y me fui a mi hotel. El 3 Américas. El dueño había fallecido y el deterioro era evidente. De todas las maneras la señora me llevó a una habitación cerca del
hotel con ducha tele y aire acondicionado, ajustando el precio en 15 dólares diarios. Luego fui a buscar a Xenia. La encontré enseguida. La conocí hacía 18 ó 20 años atrás y..., estaba un poco mas gordita, mas redonda, pero seguía estando guapa. A mi me dijo que yo tenía "barriguita". Ya veis, el tiempo pasa inexorablemente para todos, y si no nos damos cuenta, otros nos lo hacen ver. Estuvimos de "charla" bastante rato. Su vida es de novela, y ejemplo típico de mujer peleona que es capaz de sacar a sus hijos adelante con poco o con muy poco. Lo que en Europa causaría depresión, aquí se traduce por cojones y fuerza para seguir como sea. Además Xenia se enorgullecía de tres cosas: ser mujer, ser madre y ser negra. Para las 9 y media de la noche, ya había cenado, como todos los días que estuve aquí, corvina y cerveza Balboa. Cuando fui para casa no había nadie por la calle más que algunos soldados. Todavía no me acostumbro a estos horarios de 6 de la mañana a 6 de la tarde de sol. Ahora recuerdo la gran sorpresa de Maricruz, cuando llegó a Bera de Bidasoa en ver que a las 10 de la tarde todavía era de día. Los días van transcurriendo monótonamente; desayuno siempre lo mismo, café y hojaldre. Luego me voy a charlar un rato con Luis el "padre" que ha venido a esta comarca hace tres meses. Es un gran tipo, nada que ver con los secuaces de Rouco Varela, ni muchísimo menos. Es claretiano, hostia le dije, como mi cuadrilla de Sangüesa. Venía de Kuna Yala y esto le pareció mejor, por lo menos a niveles básicos: se puede beber agua de grifo y hay luz eléctrica todo el día. Hablamos de literatura sudamericana. Él era un apasionado de Cortázar, pero los dos admirábamos a dos grande uruguayos: Eduardo Galeano y el presidente Mújica.. Luego, como hace un calor insoportable (las mujeres van con grandes paraguas), me retiro a mi refugio a leer a Kirmen Uribe y algunos trozos de su fantástico Bilbao-NuevaYork-Bilbao.
Pasadas las 5 me voy al puerto, a ver como descargan todo el plátano y el ñame que viene en las canoas y que tiene que ir hasta Panamá City. Hago unas fotos y me voy al pequeño restaurante Oderak y aquí con unas balboas en la mano, la vista en la calle y el boli, me pongo a escribir lo que voy viendo. Aquí todas las mujeres o son negras o son de la etnia Emberá. Las negras, no es un despectivo, ellas se llaman así entre ellas, son altitas, finas y con un andar insolente, no es provocativo, pero aparenta altanero. Todas muy tiesas y con pantaloncitos muy cortos. Las emberá en cambio, son pequeñas, con unas piernas musculosas y un cabello liso muy largo y muy negro. Entre ver a unas y a otras, se me va el tiempo, cuando de repente..., veo a la mujer más "horrible", que he visto nunca. Me causó la misma repulsión que cuando me topé con un hombre que tenía la enfermedad del hombre elefante en Venarés. Esta señora tenía toda la cara y el cuerpo llena de una especie de arrugas como garbanzos, era impresionante. Xenia me contó que eran venas y que toda la familia tenía esa enfermedad. Una chica de la familia que hasta los 17 años no la había padecido estaba feliz, pero a los 17 empezaron a salirles estos bultos y la chica intentó suicidarse. Saqué una foto para atestiguar esto pero desde lejos, no me atrevía a acercarme y pedirle permiso para hacerle una foto.
El tiempo pasa entre mis charlas con el "padre" Luis, que es de Aranda de Duero y mis conversaciones y..., con Xenia. Un día pasé el puente sobre el río que antes no existía y vi la casa que está construyendo mi amiga, de admiración. También fui hacia el centro de Salud, agrandado con ayuda americana. En el camino todo el mundo saluda con un buenos días, como le va vaya con dios, etc. Pero cuando me cruce con un soldado panameño, me saludó con un Haudu youdou. Por supuesto se quedó sin respuesta en inglés, con un ongi fue suficiente. Seguí con mi corvina, mis balboas y mis lecturas de Vidas y Ficciones de Uribe, hasta que lo terminé. Decidí irme el 4 por la mañana. Xenia vino con su hijo a despedirse muy elegante porque después iba a no sé qué templo evangélico de esos que abundan tanto por aquí. No lloró pero casi, por el poco tiempo que estuvimos juntos o por el que pudimos estar...
A las 6 de la mañana del viernes arriba, repetí mis rituales del desayuno y vi que habían traído una gran cantidad de corvina. Al ser pez de mar me extrañaba un poco. Unos me explicaron que con piraguas iban hasta La Palma y allí lo cargaban y lo traían por río hasta Yaviza. Otros me dijeron que unos pescadores los pescaban en el golfo y en camionetas lo traían hasta Yaviza. Menos romántica que la primera versión, pero creo que más real. El viaje de vuelta hasta la capital sin problemas, salvo en Agua Fría donde otra vez tuve que bajar y dejar el pasaporte. Una soldado jovencita, parecía que se recreaba dándole vueltas y más vueltas a los sellos del pasaporte y a mi cara. Yo mantenía el tipo porque como decía Manu Leguineche, en las fronteras o con la policía; buena cara sonrisa y callar. Ya me harté y le dije que me devolviera el pasaporte, su superiora le ordenó que me lo devolviera inmediatamente y se me cuadró deseándome buen viaje.
Sin más contratiempos llegué a la capital, en aquel momento se jugaba el Colombia
-Brasil. Encontré una pequeña tasca cerca de mi casa y allí con una corvina asada, balboa y café acabé de ver el partido. Alas seis de la tarde llegaba a casa. Mis hijos me esperaban, pero me parece que pasaban un poco de mí. Lo suyo ahora era la calle y el juego. Por la noche en el barrio había la celebración del cumpleaños de un niño y yo, por curiosidad fui a ver cómo era esa fiesta, pues estaba escasos50 metros de la casa de mi suegra. Como en las películas que no vas ni de parte de la novia ni del novio, la anfitriona me dijo que yo también era invitado y me trajo el plato con arroz, pollo apanado, plátano en tentaciones y una empanada. Luego para rematarla dos cervezas y..., viva la vida y solidaridad panameña. De verdad los valores de educación, ayuda y simpatía aquí afloran por todos los lados. Como ellos dicen a cualquier hora: “Que Dios me los bendiga”.
-Brasil. Encontré una pequeña tasca cerca de mi casa y allí con una corvina asada, balboa y café acabé de ver el partido. Alas seis de la tarde llegaba a casa. Mis hijos me esperaban, pero me parece que pasaban un poco de mí. Lo suyo ahora era la calle y el juego. Por la noche en el barrio había la celebración del cumpleaños de un niño y yo, por curiosidad fui a ver cómo era esa fiesta, pues estaba escasos
Hasta la próxima. Agur.
Daniel
1 comentario:
Muy amena la lectura. Sigo.
Joxepa.
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