DÉCIMA ETAPA: …. VUELTA A CASA: PANAMÁ
(Crónica del 20 de agosto de 2014)
El martes 19, me levanté algo tarde para
lo que debiera. Todo fue un correveidile. Entre ir a internet, comprar
una camisa de un jefe indio, subir en el metro hasta el parque Lleras a
desayunar con Juliana (había logrado sacar media hora del trabajo). Total que
fue un cuarto de hora para la despedida con
prisas y mal. Correr hacia el metro, llegar al hotel, donde afortunadamente había dejado hecha la mochil, y correr hacia los autobuses que salían hacia el aeropuerto, que afortunadamente estaban cerca del hotel. Lo cogí a punto, como me gusta, cuando ya estaba saliendo, un poco antes de las 11 y media. Teniendo en cuenta que a las 11 estaba en el Parque Lleras, he hecho una carrera de velocidad, que ni Usain Bolt, la hace tan rápido. El "bus", le pegaba rápido, pero había un embotellamiento espantoso. Yo me estaba poniendo nervioso porque el tiempo pasaba y tenían que estar para las 12 y media en el aeropuerto de Córdoba, que se encuentra a bastante distancia de Medellín. A las 12 y media llegaba y tal y como marcaba la ley, 3 horas antes de la salida en un vuelo internacional, allí estaba yo. Todo estaba bien, el billete lo había comprado por internet, metí la mochila y me dieron la tarjeta de embarque.
prisas y mal. Correr hacia el metro, llegar al hotel, donde afortunadamente había dejado hecha la mochil, y correr hacia los autobuses que salían hacia el aeropuerto, que afortunadamente estaban cerca del hotel. Lo cogí a punto, como me gusta, cuando ya estaba saliendo, un poco antes de las 11 y media. Teniendo en cuenta que a las 11 estaba en el Parque Lleras, he hecho una carrera de velocidad, que ni Usain Bolt, la hace tan rápido. El "bus", le pegaba rápido, pero había un embotellamiento espantoso. Yo me estaba poniendo nervioso porque el tiempo pasaba y tenían que estar para las 12 y media en el aeropuerto de Córdoba, que se encuentra a bastante distancia de Medellín. A las 12 y media llegaba y tal y como marcaba la ley, 3 horas antes de la salida en un vuelo internacional, allí estaba yo. Todo estaba bien, el billete lo había comprado por internet, metí la mochila y me dieron la tarjeta de embarque.
Ahora, aún, un poco nervioso por
las prisas, me tomo una cerveza Club Colombia mientras escribo y espero.
Por cierto nada barata, 7.300 Pc, unos 3 euros. Como tenía mucho tiempo,
decidí pasar ya a emigración y así quedarme en la puerta de embarque a
esperar. En emigración, todo iba bien, una "poli", guapa me
mira el pasaporte, me pregunta por Colombia, que qué tal y todo eso
y..., me dice o mejor me manda al control de narcóticos. No me lo podía
creer. Como ya me lo conocía del viaje anterior a Colombia, sabía de que
iba eso, no me importaba, pero me jodía. Otra "poli", me hace
pasar, no una sino dos veces por la cinta de rayos X, ya pensé que me iban a hacer tacto
rectal de tanto mirar el estómago o lo que se viera en la maquinita. Finalmente
me dice: buen viaje señor. No aguanto más y le pregunto : ¿ por qué me han
hecho el control de narcóticos? Respuesta de la policía: aleatorio señor.
Cojonuda respuesta, no había nadie, ni fila ni nada, solo estaba yo porque
había entrado muy pronto y va la "tipa" y me dice que aleatorio.
Como decía Manu Leguineche, en las fronteras lo mejor es callar, poner buena
cara y sonrisa. No quise seguir conversando más y me fui a aburrirme a
mi sala de embarque. Ah!, antes tuve que pasar otro pequeño control donde
me preguntaron a ver con cuánto dinero salía de Colombia y hacia dónde
me dirigía. Por ahora, eso fue todo en el aeropuerto de Medellín. Cambié
antes el dinero colombiano que me había sobrado dólares y me
dieron 57$, que vendrán muy bien.
El
vuelo a Panamá duró 55 minutos. A mí, llegar a Medellín por tierra y mar me llevo 3
días. El viaje estuvo bien, sin turbulencias ni nada, pero... lo del espacio
vital! El avión, me fastidia un poco, no me gusta volar, pero bueno,
sentado en mi asiento voy más o menos tranquilo, pero si el de adelante
echa el asiento hacia atrás, como lo ha hecho, me pongo nervioso. Invade
mi espacio vital en el avión, aunque sean solo unos centímetros, y yo
necesito mi espacio para ir más o menos relajado. Puede parecer una
tontería pero para mí es así. Mi espacio vital quedó invadido y me
alteró. Todo esto lo estudié cuando hice el curso de postgrado de
Educación Física en la UNI. Entonces no le hice mucho caso a todo esto,
pero ahora sí, y de vez en cuando repaso los apuntes sobre temas como
este del espacio vital, la actitud postural, etc.
Bueno,
después de todo esto quiero decir que ya estoy en Panamá capital. Llueve
y no sé cómo es la temperatura exterior porque aún no he salido del avión.
Otra cosa curiosa, todo el mundo, menos yo que estoy escribiendo, está
de pie en el pasillo esperando que se abran las puertas y ya llevan mas
de 10 minutos. ¿Por qué la gente en cuanto el avión toca tierra se pone
de pie? Al final hemos salido todos a la vez. No he tenido
problemas en la aduana, pero afuera no me esperaba nadie. He cogido un
autobús y luego el metro para llegar a casa. Un tiempo, triste, lluvioso
y en la casa solamente estaban mis suegros y mis hijos. Poca gente para
lo que fue esta casa. No había comido y tuve que bajar a una tabernucha
de mala muerte como las que cuenta Pérez Reverte en sus escritos, a
comerme un perro caliente y 2 cervezas Balboa. Pero me sentí bien en ese
lugar, como un parroquiano más, mientras un tipo sacaba a bailar a una
negra gordita y los demás seguíamos el ritmo acompasando con nuestras
botellas de cerveza. Posiblemente repita, entre esa gente me siento más
seguro que en este Moll, desde donde mando esta crónica.
Agur. Daniel
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