TERCERA
ETAPA: A/B-POPAYÁN (COLOMBIA) // IBARRA (ECUADOR)
(Crónica el 3 de agosto de
2014)
El 31 de julio, abandonamos Popayán para
ir a Ipiales, (último pueblo de Colombia, frontera con Ecuador). La mañana
empieza bien, las FARC que llevaban tiempo sin actuar, han puesto un petardo en
la carretera de Cali a Popayán y no vienen autobuses. Afortunadamente un valiente
pasó y con él vamos a hacer el trayecto hasta Ipiales. La carretera es como la
antigua de Velate, pero con obras. Cantidad y cantidad de camiones con cargas
pesadas en ambas direcciones. Carretera estrecha y Kilómetros y Kilómetros de
lona verde en mitad de la vía indicando que están en obras. Las paradas para
que pasen unos, al ser tantos kilómetros son eternas. Hemos empezado el viaje
en 1.700m de altitud, y ahora ya estamos en zona tropical. Colombia es así por
todas partes, subidas y bajadas, con grandes cambios de altitud. ¿Ropa de
verano o de invierno? No sabes cómo acertar. Seis paradas largas hemos hecho
hasta Pasto. La carretera es "cortante", como la del cañón del Colca
o apurando como la carretera de la muerte en Bolivia, pero es preciosa. De
Pasto, proseguimos a Ipiales.
Llegamos sin problema y agradeciendo al
chófer el viaje, pues ha sido un fenómeno entre lo del petardo y todo eso
llevaba 12 horas al volante. Aquí había que coger un taxi para que nos llevara
al puesto fronterizo de Rumichaca o algo parecido. A los pocos minutos de
ponerse a andar el taxi, un sexto sentido me dice que me falta algo. Rebusco en
mi bolsa de mano y..., ¡me faltaba la cámara de fotos!. Paro al taxi, cojo otro
y a la estación de buses. Mi autobús se ha ido a echar gasolina a una
gasolinera propia de la empresa en las afueras del pueblo. Otro taxi y a esa
gasolinera. Ahora tenía que ver cuál era mi autobús, pues había unos cuantos.
Afortunadamente tenía los billetes en donde marcaba el n° del bus. Lo encontré y
casi sin decirle nada al chófer subo,
voy a mi asiento y..., allí estaba. Ahora a hacer el camino de vuelta pero más
contento. Mis amigos se habían bajado del taxi con todas las pertenencias,
porque era colectivo y no podía esperar. No se lo creían cuando aparecí con la
máquina.
Otro taxi y a la frontera. En la colombiana,
ninguna pega, sello y para fuera. Andamos por un terreno de nadie hasta llegar
a la Ecuatoriana ( Tulcan), también todo bien, ni abrir mochilas ni ningún
requisito de entrada, no como en España a los sudamericanos. Otro taxi y hasta
el pueblo de Tulcan para agarrar el bus que nos llevaría a Ibarra, pues se nos
ha hecho casi de noche y Quito queda lejos. Al poco de salir en este bus, suben
dos policías, porque estamos en la aduana ecuatoriana, y así a ojo hacen bajar
a tres pasajeros, entre ellos a mí. Me registran la mochila y al cabo de un
rato me dejan volver a subir. El bus es nuevo, pero cada dos por tres suben los
vendedores y ofrecen sus productos mediante un discurso previo.
Después de 3 horas de bus, llegamos aIbarra, ciudad importante en Ecuador. Geme había descubierto por la guía un
hotel al que lo ponían bien: Hotel Ejecutivo. Con un taxi vinimos a este hotel,
algo mosqueados porque el taxista no sabía donde estaba. El hotel era como el
de la película de Psicosis de Antoni Perkins. Nos abrió la puerta una viejilla,
coja, con un pelo blanco larguísimo y que tenía un brazo medio colgando.
Éramos los únicos huéspedes del hotel. La habitación no estaba mal, pero el
local olía a cera y humedad. Después de dejar las mochilas nos fuimos a cenar.
El sitio mas famoso es la Plaza de la
Merced, donde hay que comer en unos puestos pequeñitos, sentados en unos
taburetes. A estos "restaurantes", le llaman los
"agachaditos". Sobra explicación. Dejamos los agachaditos para otros
más bajos que nosotros, y nos fuimos a un asador, donde nos pusimos
"moraos" de carne y cerveza. Luego les comuniqué a mis amigos que
quería irme a Atacames, a recordar lugares por los que anduve en el 1992. Ellos
se quedarían un día más en Ibarra y nos veríamos el sábado en Quito. Quería hacer
la carretera que hace años hice en un autobús que iba sobre unos raíles de
Ibarra a San Lorenzo y que se llamaba el autoferro. Lo hice por carretera, pero
aún recordaba algunos lugares del camino. Mañana Atacames.
Agur Daniel
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