OCTAVA ETAPA:
F.- VALLE DE ANTÓN // CIUDAD DE PANAMÁ
(Crónica del 25 de julio de 2014)
Hoy lunes 21 de julio nos levantamos a
las 5 de la mañana. Tal nos invitó al desayuno y el abrazo de despedida
fue vigoroso, de los de verdad. La noche anterior estuvo sin hablar en
la habitación y es que la situación con los israelíes no era muy
boyante. Pero, siempre da pena despedirse. En la Gran terminal de
buses, nos separamos. Un poco lo necesitábamos. Aproveché para comprobar
si estaba bien lo del vuelo de Medellín a Panamá (lo había comprado por
INTERNET) y..., estaba bien. Desactive el roning del teléfono para poder
llamar desde Colombia y esto no ha funcionado bien, tengo que ir a
locutorios internacionales.
Al llegar a casa los hijos me hicieron
cinco minutos de caso (siendo generoso) y siguieron a lo suyo. Seguí
cargando pilas para el viaje que me esperaba: me corte el pelo y la
barba (me encanta ir a las peluquerías), compré un reloj, pues el otro
lo fastidié metiéndome en una piscina de agua dulce con él, y poco más.
Ya veo que soy como dicen aquí "pataperro" y ya quiero largarme para
otro lado y eso que solo llevo un día con la "familia". El martes 25
me despertó una llamada de Yomaira diciéndome que le habían despedido. No
lo podía creer. Hablamos y hablamos. Ya se sabe, las personas que somos
soñadoras, nos creamos un castillo en el aire, y se derrumba al menor
soplido. Dediqué el día a Ekaitz y Enara. Con mi cuñado Marquitos, nos
vinimos al Moll (gran superficie) de Albrook. A mi no me gustan nada, ni
estos ni La Morea en Pamplona pero, alguna vez hay que hacer de padre
"moderno". Enara disfrutó porque desde que está en Panamá no
había podido utilizar el wasap, por no haber wifi en casa. "Guasapeó"
todo lo que quiso y más. Ekaitz a su vez se llevó la tablet, bueno, con
la emoción los auriculares se los dejó en casa y tuvimos que comprar
otro. Además había unas tiendas enormes donde podía jugar en una
pantalla gigante con la Play Steision y allí que estuvo. Yo para pasar
el tiempo me había traído el libro de García Márquez, Vivir para Contarla,
pero..., me había dejado las gafas en casa, o sea que igual que si me
hubiera dejado el libro. Comimos como es preceptivo en uno de esos
lugares de hamburguesas, papas fritas y cocacola como buenos yankees
y..., ya no podía aguantar más y, para casa. Le dí algo de dinero a la
suegra para el mantenimiento de mis hijos, porque yo me iba al día
siguiente para casi un mes y me fui a la estación de autobuses a esperar
a Yomaira que venía de Pedasí.
En la Gran terminal se concentran
todos los buses que entran y salen de Panamá Capital para todos los
lugares del país. Siempre me ha gustado en Sudamérica el mundo de los
autobuses. Hay otros mundos que se me escapan en relación con la ciudad
en donde están; son los aeropuertos y las estaciones de tren. Sobre los
aeropuertos ya hablé al principio. Me parece un mundo muy aséptico,
formado por gente que camina con la cabeza baja y que solo tira del
"carrito". Muy bien vestida y guapa en general y que no sabe
como matar las horas tediosas de espera y el aburrimiento. Pocas, muy
pocas veces me ha pasado algo interesante en los aeropuertos, me refiero
a contacto con gente. Las estaciones de tren han sido mitificadas por
las películas y siempre están las despedidas lacrimógenas y volveré...
Aquí si he tenido alguna escena de estas cinematográficas cuando hacía
la mili en Madrid y salía con Mercedes. Las estaciones de buses son otra
cosa, la gente es como más normalita y variopinta. Si el viaje ha sido
largo, todo el mundo baja estirándose y centrándose en encontrar su maleta
o mochila. Aquí en la estación central de Albrook, venían buses de todos
sitios, con nombres curioso y sonoros: de Chiriquí, de Colón, de Chitré,
de David, de Aguafría, de Bocas del Toro, de Penonomé, de...así podría
seguir contando infinidad. Los indígenas se bajaban con una cara inexpresiva.
Las mujeres con los trajes de su etnia y unos cuantos críos y los hombres
con esas gorras yankees que no me gustan nada. Me lo pasé bien,
contemplando durante hora y media béisbol, los distintos rasgos,
vestidos, gestos andares, y saludos de esta amalgama de razas.
A
eso de las 9 vino el autobús de Las Tablas y de él descendió como
una modelo Yomaira. Fuimos a cenar al Benidorm 2 que es el hotel o
el restaurante del hotel donde están alojados Zarra y Gema y tuvimos una
velada muy confidencial e interesante o que se prolongó por largas
horas. El día siguiente iba a ser duro con el paso de fronteras y a eso
de las 7 de la mañana aparecí en casa de mi suegra me despedí de los
hijos y me fui para el aeropuerto de Albrook. Los recuerdos,
sentimientos y momentos dulces, son míos aunque ahora solo sean recuerdos.
Agur. Daniel
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