SÉPTIMA ETAPA: F.- PEDASÍ // VALLE DE ANTÓN
(Crónica del 21
de julio de 2014)
Hoy 17 jueves sí que es de los días que
merecen crónica. Nos levantamos tarde como a las 8 y media, ya con las
mochilas preparadas. Cuando estamos desayunando, doña Mirna, nos dice
que ella tiene que ir a Panamá en su carro y que si queremos podemos ir
con ella, que va sola. Aceptamos, pero teniendo en cuenta que eran las 9
de la mañana y que se había levantado a las 4 para prepararse y aún no
se había duchado, ya veremos a que hora salimos. Bueno, no fue
excesivamente tarde, para las 12 del mediodía nos pusimos en marcha.
Resulta que el carro lo tenía arreglando y en un taxi fuimos hasta
Chitré, donde ya había apalabrado el alquiler de un coche.
En eso ya llegamos a Chitré y en
un coche de alquiler y conduciendo la doña que en el camino ya no habló), nos
trajo hasta el cruce para ir al Valle. Como aún teníamos 26 km hasta el pueblo,
mientras esperábamos al busito hicimos dedo nuevamente y..., a la
primera nos para una furgoneta. Es un andaluz de Huelva que se llama
José Carlos y con el que estuvimos los tres días. Nos estaba contando
que era aparejador pero que a él el tema de la construcción le hizo
primero el boom y luego el bam. Era un cachondo. En esas estábamos
cuando..., pinchó o mejor reventó la rueda. Allí que estábamos todos
cambiando la rueda mientras el seguía con su peculiar lenguaje: que si
hubiera sido mejor que hubiéramos esperado al busito, que si pinchó a
propósito porque íbamos cuatro y así todo el rato. Llegamos a su casita
y por video conferencia le contaba a su hermano como había cogido a tres
españoles y les había hecho cambiar la rueda y todas esas risas.
Tras bastante mirar, fuimos a un
hotel dirigido por un "seboso" inglés que no hablaba ni una
palabra de castellano. Gema y Zarra a una habitación por 30 dólares, y
yo al dormitorio comunal de 6 camas por 15 dólares la noche. Compartía
dormitorio con un israelí llamado Tal.
Para celebrar nuestro buen día nos fuimos a cenar al Camino del Inca, ceviche, cerveza cuzqueña y pisco sower. Cojonudo todo. Vuelta al hotel y un poco de charla con el israelí, sin recordarle para nada la incursión en Gaza y los muertos ocasionados. Ahora los dos somos trotamundos que compartimos una habitación de seis. Para el día siguiente teníamos planeado ir a ver los .árboles cuadrados.
Para celebrar nuestro buen día nos fuimos a cenar al Camino del Inca, ceviche, cerveza cuzqueña y pisco sower. Cojonudo todo. Vuelta al hotel y un poco de charla con el israelí, sin recordarle para nada la incursión en Gaza y los muertos ocasionados. Ahora los dos somos trotamundos que compartimos una habitación de seis. Para el día siguiente teníamos planeado ir a ver los .árboles cuadrados.
Así hicimos, el sendero es
precioso, pero los árboles cuadrados decepcionan un poco. Cuando
acabamos el recorrido, empezó a llover y llover y llover. Nos refugiamos
como pudimos, primero yo detrás de unas cañas de bambú, pero luego me
metí en una finca colindante, sin preocuparme si había perro o no. Solo
parapetarme del agua. En el pueblo se fue la luz, pero en Panamá capital
había sido tan fuerte el temporal de agua y viento que habían cerrado el
aeropuerto internacional de Tocumen por cuatro horas. José Carlos nos
contó que en la carretera que conduce a Panamá había hasta neveras
además de árboles cruzados. En el Valle aparte de la falta de luz no
ocurrió nada más, y es que estamos en un antiguo cráter, rodeados y
protegidos por montañas. Por la noche con nuestro amigo el
"andalú", fuimos a cenar a una pizzería de un amigo suyo muy
especial, no tenía mas que tres mesas y cuando se llenaban se acababan
las cenas. La verdad es que yo que no soy amante de las pizzas, tengo
que admitir que cenamos muy bien. Quedamos para el día siguiente en su
casa para comer en una barbacoa que había comprado para impresionar un
tanto a su "casero", pero que no sabía como funcionaba eso.
sentamos y estábamos hablando de qué hacer, pues nos querían cobrar 5 dólares a cada uno, cuando de repente, Zarra, empieza a caer para atrás sufriendo un pequeño desmayo. Todos apurados y un tanto asustados, pero felizmente se repuso si tener que ir al centro médico. Fuimos a casa de José Carlos, con Zarra ya recuperado y Tal y yo nos fuimos otra vez hasta el Chorro. Esta vez si entramos, pero pagando 5 dólares para los dos. Había una cascada muy bonita y una piscina natural de agua trasparente y muy limpia y además dulce. Disfrutamos un rato con el baño y luego a por la barbacoa. La habían preparado muy bien. Una maravilla de comida.
Agur. Daniel
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