martes, 17 de julio de 2018

PERÚ 2018





DE NUEVO...PERÚ 2018

Crónica del 6 de julio de 2018

Hoy es 5 de julio y me encuentro en Huaraz. Aquí terminó mi andadura el año pasado por los caminos incas y el altiplano ecuatoriano y peruano y desde aquí lo retomo. 


Llegué el 2 de julio a Lima tras un viaje horrible. Me explico, creo que era un viaje para abstemios. Increíble, 12 horas de avión y ni gota de vino ni de cerveza. Para colmo de males, la pantallita ésa que tienes en el respaldo delantero y que te sirve para ver el trayecto del avión o ver alguna película, no funcionaba. Mirad que panorama. El billete me costó relativamente barato, 800 euros, pero no sé si compensa semejante suplicio. Para empezar salimos una hora más tarde, y con mi lógica matemática, pensé que a una hora más tarde de salida, una hora más tarde de llegada..., pues no. El avión llegó a su hora y Mari Paz que me venía a buscar...otra hora más tarde que me tuve que tragar esperando cuando lo que quería era llegar a casa y echarme una buena cerveza. 

 Todo tiene su lógica ya lo dice Murphi,...cuando una cosa puede salir mal, saldrá peor. Así ocurrió en los días previos. Mi amigo Zarra que iba con Gema el mismo día 1 a los países bálticos, tuvo que anular todo por un accidente de su madre. Celia, mi compañera sentimental, el mismo día anterior al que yo me iba a ir, tuvo que ir a urgencias por problemas de garganta de los que ahora empieza a levantar cabeza. A mí se me cayó un diente el viernes por la noche y se me quedó una dentadura que justo justo para andar por casa y comer mal. Con este panorama ya no sabía si darme una vuelta en bici el domingo por la mañana o no. Pensaba: hace tiempo que no me he caído, pero si me caigo hoy y me rompo un brazo....Todo esto pasaba por mi cabeza. Finalmente hice una vuelta de 40 km y ni me caí ni nada. Por la tarde eliminaron a España del mundial y luego me tocó este avión de la compañía Plus Ultra. Menos mal que el viaje nocturno a Madrid en el bus fue sin problemas y que el vuelo, todo hay que decirlo fue sin sobresaltos ni turbulencias.
Bien dormido y bien servido, el día 3 por la mañana me dirigí a Chimbote a unos 700 Km al norte de Lima por la panamericana. Chimbote no tiene nada especial, pero fue o es el mayor puerto pesquero del país. Yo vine, para ver el pueblo, porque aquí fue donde se produjo el epicentro del terremoto de 1970 que asoló todo el Callejón de Huailas y destruyó entre otros pueblos a Huaraz y a Yungay, ocasionando  más de 70.000 muertos. Recorrer todo esto era uno de los objetivos de mi viaje. 

Este año había leído mucho en internet, tomando apuntes sobre hospedajes, horarios de buses, distancias, etc. Algo que no había hecho nunca. Pues bien, todo eso que apunté no me ha servido para nada. Más vale que voy con la biblia de los viajeros, la lonely planet y me aclaro. De los apuntes que tenía de Chimbote, llevaba 5 alojamientos. Pues resulta que hay Chimbote y Chimbote nuevo y los alojamientos estaban a 10 Km del Viejo Chimbote. Al final coger un taxi y con el taxista recorrer unos cuantos hostales (estaban todos llenos), hasta que caí en el hostal Las Américas que no figura en ningún internet. Estaba bien aunque, tanto para entrar como para salir tenías que tocar el timbre y salía el dueño  a abrir, pero para salir del hotel lo mismo. Tenías que sacar la mano por la puerta esa de hierro para alcanzar el timbre, tocar y que saliera el dueño a abrirte, estando yo dentro. En fin, fui a tomar Ceviche y pisco sauer al Mar y Luna. Pub retro-pop pincha éxitos de los años setenta, ochenta y noventa. El local está todo llenito de póster y cuadros de los grupos y músicos de esta época y una guitarra gigantesca en el techo rinde homenaje a Sgt. Peppers. 
El ceviche estaba divino y el pisco sauer también. Además el local está frente al mar, pero como era de noche solo se oía el rumor .Después de bien servido, animado como estaba, me dirigí andando hasta mi hotel para tocar el timbre y todo eso. Chimbote, fueras por donde fueras era olor a mar y a pescado  Al día siguiente me dirigía por El Cañón del Pato hasta Caraz, pero esto ya será crónica para  mañana. Felices Sanfermines.
Agur. Daniel.






CAÑÓN DEL PATO

Crónica del 7 de julio de 2018

El día 4 de julio me levanté relativamente pronto. Había quedado con el taxista del día anterior, pero éste no apareció. Estas cosas al principio me preocupaban, ahora ya sé que la historia aquí funciona así. Como la estación de buses estaba algo alejada del hotel, pregunté a una vendedora a ver cuánto me costaría un taxi. Ella me dijo que 5 soles. Cuando paré a un taxi y le pregunté precio, me dijo que 7 soles, yo le dije que 5, sabiendo que por 6 los dos estaríamos de acuerdo, como así fue. La taquillera me había vendido el día anterior un billete de ventana, como así fue. Lo que ella no sabía era que el señor que iba delante de mí, echaba el respaldo hacia atrás, con lo que me fastidia eso, pues me quita parte de mi espacio vital, no me muero, pero me pongo nervioso. Enfilamos una vez salidos de la ciudad hacia el famoso cañón. Las guías decían que era una carretera peligrosa.
El inicio es fantástico, vamos paralelos al rio Santa, que da origen al Callejón de Huailas, y cerca del río, a poca altura. Se ven cultivos de todo tipo, sobre todo; maíz, papa, ají, maracuyá, tomate... Todo iba muy bien, cuando subió un vendedor de estos que suben a los autobuses y de verdad, con el microfonito, estuvo una hora hablando, para vendernos el producto que es el milagroso ese ginseng o algo parecido. Por poco se lo compro por el dolor de cabeza que se me puso. Luego aún tuvo ganas para hablar de otro producto para curar la solitaria y todo eso. Lo bueno es que la gente compraba.
 Hasta ahora, la carretera asfaltada y sin ningún problema de tránsito. Llegamos a un pueblo llamado Vinizius y aquí acabó la pesadilla del vendedor. Ahora es cuando comienza de verdad el Cañón del Pato. Hasta Huallanca va a ser fácil, solamente atravesamos cuatro túneles y vamos subiendo poco a poco en altura, siempre dejando el Santa a nuestra izquierda. Lo bueno vendría a partir de Huallanca. Os hago una reseña de lo que dicen; es en este Cañón, donde las Cordilleras Blanca y Negra, parecen fundirse, pues hay tramos en que sólo hay 15 m de separación y a ambos lados de la carretera se levantan paredes colosales y ásperas que se elevan a una altura de 1000 m. La espeluznante carretera serpentea abriéndose camino por la roca, pasando por un desfiladero escarpado y 54 túneles.
El tramo más espectacular es entre los túneles 10 y 18, en el punto más estrecho de la garganta. Doy fe que todo esto es cierto. Es como una foz de Lumbier, pero a lo bestia, pues ahora la carretera aunque discurre paralela al río Santa va a una altura de unos 700 m y es como si estuvieras perforando la roca con el autobús, pues vas túnel, un pequeño repecho sin túnel, que es peor, pues entonces puedes mirar para abajo y casi no se ve el río. Por lo menos en el túnel te protegen las paredes. Lo malo es cuando te cruzas con otro autobús o camión. Si te pilla fuera de un túnel, bien, pueden maniobrar y pasar justos justos. Entonces sí que no me atrevo a mirar para abajo. Lo malo es si te pilla en un túnel, algo que solo nos ocurrió una vez y quien tuvo que echar marcha atrás fue el otro vehículo. El chófer genial, a toda pastilla, parecía a aquel que se presentó para una prueba de piloto de barco y a la pregunta de qué haría en caso de que el barco, en el mar, se encontrara con un gran banco de niebla, respondió que tocar la sirena y poner el barco a toda marcha para salir cuanto antes de la niebla. Nuestro conductor pensaba lo mismo y en un abrir y cerrar de ojos (mejor), pasamos el túnel 54 y ya en carretera abierta nos dirigimos a Caraz.
Espectacular de verdad este Cañón pero que no venga gente con problemas de corazón ni que padezca vértigo. Antes de Caraz la carretera es llana y ya se ven los nevados de la Cordillera Blanca. El trayecto era hasta este pueblo. Aquí, me bajé, besé el suelo y agarré una combi camioneta), que me llevó en 15 minutos hasta Yungay. De primeras había pensado quedarme aquí a ver el pueblo viejo sepultado, pero pensándolo mejor, decidí ir hasta Huaraz, cogiendo para ello otra combi para hacer el trayecto final en una hora.
En Huaraz, decidí ir al hotel (por decir algo), donde había estado el año anterior. Se llama Pacífico y está en la avenida principal en el centro de la ciudad. No pudo ser, estaban haciendo reparaciones en todo un piso y no había habitaciones. Coger la mochila y venir a otro de características parecidas: El Estoicio. 

Os lo juro que hace honor a su nombre. Primero me ofreció una habitación, pero me dijo que el agua caliente tardaba media hora en llegar. Dije que me diera otra. Total que me dio otra, pero que todavía estaba sin hacer. Bueno, dejé la mochila y a pasear por el pueblo. Cuando volví ya estaba y me quedé en ella, pagando 25 soles, unos 8 euros. Todo bien, con tele y todo, cuando me di cuenta de que la bomba del wáter no funcionaba y estaba saliendo agua. Avisé a la señora y dijo que lo arreglaría. Yo la verdad es que no le creí y me fui a dar una vuelta y buscar otro. Encontré uno de nombre sugestivo: El Paraíso Azul, me lo dejaba en 30 soles. Le dije que al día siguiente me hospedaría en él, pues hoy ya tenía la noche pagada en el Estoico. Increíble, cuando volví estaba la bomba del wáter arreglada y..., me he quedado las tres noches. Luego os cuento lo de Yungay. Agur. Daniel






HUANUCO

Crónica del 9 de julio de 2018


Continuando la crónica del viaje, llegué a Huanuco. Se me olvidó contaros que el último día en Huaraz, presencié un cortejo fúnebre. Creo que era de una maestra por los escolares que había y la foto que llevaban. El caso es que finalizando la comitiva iba una orquesta, fanfarria o grupo musical, como queráis llamarlo, vestidos todos de negro e interpretando " El cóndor pasa". También aunque nadie me ha corregido, por ser buenos amigos o por malos estudiantes, es que la palabra exonerado, se escribe así, sin h como escribía yo. Hay que tener en cuenta que en Navarra creo que no la he oído ni una vez. Bueno, a lo que vamos.
El sábado 7 de julio, a eso de las cinco de la mañana abandonaba mi hotel Estoico y andando me dirigí a la estación de buses de El Rápido, de donde salía mi autobús. Aquí en Perú por lo menos en las ciudades grandes, esto de los autobuses es un poco rollo, porque no hay una estación central donde vayan todos los buses, si no que cada compañía tiene su terminal y tienes que investigar un poco.
A las cinco de la mañana me hubierais visto caminando, como el capitán Scott y sus compañeros del Polo Norte; anorak, guantes, orejeras, jersey gordo, etc... Yo pensaba que en La Unión hacía mucho frío y..., me equivoqué de pueblo. Hacía calor. El bus iba por una buena carretera aunque estrecha y sí que subimos. Anduvimos por el altiplano un tramo bastante grande más allá de los 4.000 m. Lo sé por dos motivos, porque llevo altímetro que me cuenta hasta 4.000 y cuando supera esta cifra me pone FULL, y porque a partir de los 3.800 m ya no crece ningún árbol ni arbusto, solamente una hierba amarilla, pajiza. Este suele ser el paisaje del altiplano.
Llevaba como compañero a un peruano que iba a las minas de Cerro de Pasco. Los mineros aquí trabajan 15 días y 7 libres. Cerca de La Unión, mi compañero me dijo que las minas eran poli metalúrgicas, pues se extrae: oro, plata, cinc, plomo y cobre.
Desde el altiplano, todo fue bajar lentamente hasta La Unión. Una señora se subió al bus sin haber parado todavía y preguntó quién iba a Huanuco. A los 5 minutos ya estábamos mi compañero y yo en un auto, esperando que llegaran otros dos pasajeros para salir. Aquí los autos se completan con cuatro pasajeros. El primero que llega tiene derecho a ir adelante, el segundo y el tercero en el asiento de atrás en los laterales y el cuarto o último que completa, atrás en medio. Es una norma no escrita pero que funciona.
El caso es que nos cogió un Fitipaldi, que ya por la mañana había hecho la ruta Huanuco- La Unión, a las cinco de la mañana. Es igual, no se le notaba cansado, a toda velocidad nos trajo, paralelos al río Marañón, hasta Huanuco. La carretera se las traía pero el chófer no bajaba la velocidad ni cuando se cruzaba con otro, echaba dos ruedas a la cuneta y "palante". La carretera era como dicen los argentinos de ripio, o sea sin asfaltar y los precipicios de aúpa. En tres horas llegamos a nuestro destino. Yo como el Papa, besé el suelo y a buscar hotel. Llevaba anotado el Titos y allí me dirigí. Tras una ardua negociación llegamos a un acuerdo por 35 soles que son unos 9 euros. La habitación estaba muy bien, con televisión de plasma que tenía incluido un canal porno.
Huanuco, monumentalmente no tiene nada (tampoco me importa), pero es una ciudad diferente a las que he visitado anteriormente.Tiene unos 170.000 habitantes y su situación privilegiada en cuanto a la altitud , hace que ellos la consideren como la ciudad con el mejor clima del mundo (lo pone en el cartel de bienvenida a la ciudad). La verdad es que el clima es primaveral, todo el día una misma temperatura suave y seca. Una delicia. Esto condiciona la forma de la gente. Aquí no he visto "cholitas", como en Huaraz o Lima. Podría pasar por una ciudad europea de buen clima. Os dejo que va a empezar la película en el canal 18.
El día 8 de julio, domingo, después de una buena ducha, me fui a desayunar. Putada, solo en los grandes hoteles hay desayuno continental, aquí los desayunos son sopa de cabeza de res, arroz y salado y todo eso. Tuve que ir a un restaurante y pedir por una parte el café, por otra las tostadas y por otra el jugo o zumo. Después fui a averiguar lo de los autobuses para Huancayo y ya me aclaré. Decidí volver andando desde el lugar de donde salen los autos y tenía desde hace días un dolor en el pulgar izquierdo del pie que me hacía ver las estrellas. Yo pensaba que la uña se me clavaba. Entré en cuatro salones de belleza para ver si me hacían la pedicura, pero nada. Al ser domingo la señorita que lo hacía estaba de  fiesta y solo hacían corte de pelo. A la quinta fue la vencida y di con un salón que si había señorita especializada en la pedicura. ¿Qué contaros? ¡Una maravilla! La chica se lo curre y casi me hace una operación quirúrgica pero..., al final resultó que tenía un callo pequeño debajo de la uña que era lo que me martirizaba. Fuera, ahora fantástico. Para celebrarlo me fui al Hotel real a comer. Hay veces que merece la pena ir a comer a un buen sitio, porque la diferencia de precio en el menú del día es mínimo, comparando con otros sitios menores. Ensalada de aguacate, chicharrón y una gelatina, 15 soles, unos 4 euros. Claro esto  tenía que ir regado con una buena cerveza cuzqueña; 10 soles la cerveza. Satisfecho, al hotel a leer un rato y tumbarme que para eso tengo buena habitación.
Todavía no acepto que a las seis de la tarde oscurece y ya es tarde. Los comercios cierran y hoy domingo más y por poco no encuentro un internet. 
Ya os he escrito, mañana sigo la ruta inca y me iré a Huancayo, dejando la selva y puerto Bermúdez para otra ocasión.
Mañana sí que paso al mal clima. El viaje lo hago en dos etapas; una hasta Cerro de Pasco, que está a 4.3000 m y con un clima lluvioso y desde  allí buscar otro auto que me lleve a Huancayo. Se acabó la dulce primavera. A mucha gente no le gusta Huanuco, pero a mí sí. Prefiero buscarme la vida para encontrar un salón de belleza o donde salen los autos, o los restaurantes populares, que ver ruinas. Además mi objetivo era seguir los caminos incas desde Quito hasta Cuzco, y Huanuco entraba en la ruta como ciudad importante que comunicaba Huaraz y Cuzco.

Mañana o pasado, más. Me voy a cenar mi empanadilla y a descansar, que mañana tengo un duro trayecto. Agur. Daniel
           



DE HUANUCO A HUANCAYO

Crónica del 10 de julio de 2018
Voy a contaros el viaje, tal cual fui escribiendo en el cuaderno. 
Me levanté para las 7 y me fui a desayunar al Hotel Real, en plena Plaza de Armas. Pido el desayuno continental (café, tostadas, mantequilla, mermelada y jugo), y me lo traen diciéndome que se ha terminado la mantequilla. Les respondo que si no hay, no  hay y ya está. Mira por donde viene el camarero y me trae dos huevos fritos en vez de la mantequilla. Todo para dentro y gracias. 
Paro a un colectivo, pero como voy con la mochila grande y la pequeñita, le pago como si fuéramos dos pasajeros (2 soles, la mitad de un euro). Me lleva hasta el óvalo que es de donde salen los "autos" para Cerro de Pasco. Mi sorpresa es ver que también sale un autobús pequeño y dudo un poco. Finalmente con la condición de que me dejen ir en el asiento delantero, me monto en un "auto" que enseguida se completa y partimos.
Hay bastante tráfico de camiones y vamos paralelos al río Huallaga. Antes en Huanuco vi la desembocadura de un río más pequeño que se llama Higueras, pero que lo llaman Tingo que en quechua quiere decir algo así como cruce o desembocadura.
Estamos a 87 Km de Cerro de Pasco y la carretera sigue siendo llana, aún no hemos empezado a subir. Nadie habla, los de atrás duermen y yo voy de copiloto, abarcando con la vista todo lo que puedo. Al cabo una hora pasamos el cruce de La Oroya y en pocos minutos nos encontramos en Cerro de Pasco. La guía decía que mucho frío, que si llueve mucho, que si... Nada. Hacía un sol espléndido, un poco de frío porque nos encontrábamos a 4.330m de altitud. Yo por lo que veo para algunas "cosas" tengo un cuerpo privilegiado, no me afecta la altura en estas altitudes, para otras mi cuerpo no es privilegiado.
Llegar y a los 25 minutos salía un bus para Huancayo. Dudé un poco entre ir en autobús o en auto. En auto es más rápido y si te dejan ir adelante contemplas muy bien el paisaje, también es más caro, claro. Compré billete en el autobús, el número 1 y con ventana. Mientras, me fui a desayunar al mercado, un sándwich de tortilla de salchichas y un café.
Cerro de Pasco es la capital de la minería de esta zona. Se ha edificado casi un pueblo nuevo alrededor del pozo minero. Todas las casas están hechas de bloques de hormigón y calamina. No es un lugar para quedarse, porque la altura es la altura. Los mineros aquí trabajan 20 días seguidos en turnos de 8 horas y luego libran 10 días. La minería es la principal actividad económica de Perú. Yo ya he pasado por dos de las más importantes: La Unión y Cerro de Pasco. Ahora retrocedo al cruce de La Oroya para pasar por este centro de refinamiento minero. El año pasado también pasé por otros centros mineros, todos están enclavados en el altiplano a unas altitudes que rondan los 4.000m.
Me siento adelante con mi cuaderno de apuntes y mis libros ocupando el asiento de mi izquierda que está libre, con todas estas pertenencias. Una señora que está en el asiento número 3, me pasa una fotocopia de un panfleto del demonio en la tierra, sus males, su reconocimiento, etc. Se lo devuelvo al instante sin tratar de ofenderla y entonces me dice algo así como que yo soy extranjero. Saca la biblia y me empieza a contar alguna historia que no escucho y además no oigo,(del oído izq. soy sordo), según mis amigos, cuando quiero, pero ese ya será otro debate.
Hemos parado en un pueblito muy pequeño llamado Chasquis el mismo nombre que los mensajeros del imperio Inca y es que estoy recorriendo los caminos incas que unían las dos capitales del Tihuantinsuyo, Quito y Cuzco. A eso de las 2 menos veinte llegamos a Junín, que tiene un lago precioso, aunque algo alejado del pueblo. Nada más pasar el pueblo a pocos hectómetros hay una carretera nueva que conduce a un obelisco impresionante y que muere allí. Desde el autobús vi el obelisco y..., claro, caí en la cuenta que aquí tuvo lugar la penúltima batalla contra las tropas españolas. Bolivar y Sucre derrotaron aquí a los españoles en una batalla no excesivamente cruenta en 1824, tres años después de la proclamación de la independencia peruana y un poco antes de la definitiva batalla de Ayacucho, donde perdieron los españoles prácticamente todas las colonias americanas y empezó el proceso de independencia de cada una de ellas y la disgregación del sueño de Bolivar en la actual división en naciones.
Se ha sentado ahora a mi lado un señor, me dijo que se llamaba Flores, que tiene un parecido con Martínez el Facha el personaje de Martín Morales. El caso es que yo que iba tan tranquilo, contemplando, escribiendo y consultando, me interrumpe el señor Flores y enseguida me empieza a hablar. Es uno de esos que creen saber de todo y no saben de nada .Cuando le dije de donde era yo, que suele ser la primera pregunta que hace siempre el extraño, me dice: Ah..., y ¿ cómo va la independencia de Salamanca?. Yo le contesté que bien, no quise entrar en explicaciones. Al cabo de poco rato, diciéndome: con permiso, se fue para otro lado. Llegamos a la Oroya, según la guía a 3.700 m de altitud y vamos bajando paralelos al río Mantaro. Desde el bus saqué algunas fotos a las minas que se encuentran al otro lado del río. Seguimos bajando hasta llegar a Jauja, que fue la primera capital de Perú fundada por Pizarro, y que ahora es un pueblito de unos 4.000 habitantes. El autobús, ni entró, pasó de largo. Dicen que es un pueblo bonito, con calles estrechas y empedradas, pero..., no me bajé del bus. Ya veremos si hay otra ocasión. 
Desde Jauja hasta Huancayo, se abre un valle frondoso, donde se ve gran actividad agrícola y mucha producción de maíz. Es el Valle del río Mantaro. Aquí los pueblitos empiezan a estar seguidos y así llegamos a Concepción, desde donde sale una pequeña carretera que te lleva a Ocopa, donde hay un monasterio de Franciscanos con una biblioteca fabulosa y que mañana día 11 de julio iré a visitar en un tour. A las 5 menos cuarto llegábamos a Huancayo. 
Lo de siempre; no hay una estación de buses centralizada y este bus me dejó en un "grifo", o gasolinera a más de dos Km del pueblo. Regatear con un taxista y casi no nos ponemos de acuerdo por medio sol. Yo con la mochila tenía que coger un taxi a la fuerza, pero si tengo buen ánimo me gusta regatear, aunque como en este caso sea por medio sol. Me trajo al hotel que le había indicado, Hotel Roger, al ladito de la plaza de Armas, que aquí dicen que no hay y le llaman plaza Constitución. Este hotel me lo habían dado en el que estuve en Huanuco y está muy bien. Ni guías ni apuntes ni historias, el boca boca es el que me hace llegar a este sitio. Tras un pequeño regateo(es que cuando no está el dueño es muy difícil regatear con las empleadas o empleados), me quedé. Para celebrarlo me fui a cenar al Olimpic que es uno de los buenos hoteles que tiene esta ciudad y que está en la Plaza de Armas, a 2 minutos de mi hotel. 
Como me puede la vista, pedí chicharrón y aprovechando que era más de las 6 de la tarde y que comenzaba el Happy Houars, dos pisco sauer, uno como aperitivo y otro para finalizar la comida, que como dice mi amigo Patxi Oteiza siempre hay que acabarlas con un traguito.
Consecuencia, a la noche no dormí bien, pero eso es lo de menos. Hoy me quedaré pateando la ciudad y mañana iré al monasterio-convento de Ocopa. También os digo, que me comprometía conmigo mismo a bajar tripa pero es que...estoy en Perú y la comida es deliciosa. ´Bueno, os dejo, me voy a patear un poco esta ciudad de casi un millón de habitantes, y luego a ver el Francia-Bélgica. Agur. Daniel









RECORRIENDO EL VALLE DEL RÍO MANTARO

Crónica del 12 de julio de 2018


El   día  11 miércoles me propuse recorrer en un tour organizado el Valle del río Mantaro

 




Aquí en este valle hay multitud de leyendas, sobre la laguna, los cerros, los cultivos y todo lo que se puede ver. 
Según la leyenda, una princesa  inca desolada por la pérdida de su amor, se fue a llorar sus tristezas al altiplano. Tantas fueron sus lágrimas, que formaron un lago, que al rebalsar, dio origen a multitud de riachuelos, pequeños. La princesa seguí triste porque el páramo era muy áspero y estéril. Entonces el gran  dios Wiracocha  decidió fundirlos todos en uno, naciendo así el gran rio Mantaro, que en cuanto baja del altiplano da lugar a un frondoso valle que se extiende desde Jauja hasta Huancayo. En verdad que es muy fértil, pues la princesa, tejió una alfombra verde que extendió por el valle. 
Otras versiones dicen que en la noche de los tiempos dos enormes serpientes se pelearon y cuando la vencida cayó a tierra, Surgió el Mantaro. El río sinuoso se extiende por un valle fértil y etc.... Quedaros con la versión que queráis, porque esto es relativo a la creación del Valle, luego dentro del valle, cada pueblo, lago o monte tiene su propia leyenda.
El caso que es el día 11 a las 10 y media de la mañana montaba en un busito en la plaza Constitución para un recorrido de 9 horas.
Nunca me gusta ir en grupo y en este busito de los 14 componentes todos eran peruanos menos yo. La guía comienza con el juego de las presentaciones y cada uno tiene que decir su nombre procedencia y el plato que más le gusta. A mí lo que quizás más me guste sea el besugo a la parrilla. Uno se presentó como Argimiro de Lima y el plato que le gustaba era el ceviche. Desde entonces para el resto del viaje ya quedaba bautizado como Argimiro Ceviche. Cuando llego mi turno dije: Daniel de Navarra y el plato que me gusta es: el chuletón. A ver si me iban a bautizar como Daniel Besugo. En eso estuve agudo.
La guía, una chica joven estudiante de derecho, explicó muy bien la primera de las leyendas sobre el nombre de uno de los montes que rodeaban al valle, debido a que una princesa inca enfadada con su padre se fue a vivir al alto y hasta allí llegó un cóndor que en realidad era un hombre del que se enamoró y tuvo cinco hijos. El enfado de su padre hizo que todos murieran y el monte donde habitaba lleva su nombre. Otro el de su amante, y así sucesivamente. 
Saliendo de Huancayo, que Huan quiere decir gran piedra  y  yuk, lugar, llegamos a una  industria familiar de telares, llamada Inko Rok, en honor del dueño del telar, bueno del marido de la dueña del telar, que se quedó a vivir aquí por amor a su esposa siendo él de Cuzco. (Esto ya no es leyenda).
El caso es que la explicación fue muy interesante, viendo todo el proceso, desde como pasaba la lana por la rueca hasta la fijación de los colores y las  plantas de donde se obtienen estos colores, hasta su posterior diseño y tejido en los telares. De verdad que interesante, aunque yo no compré nada. 
Llegamos al bus y el juego de las preguntitas: Cómo se llama el aparatito donde se hila la lana. Daniel, o sea yo, respondió: la rueca. Premio, un llavero con dos figuritas de lana. 
Seguimos el tour y  ahora fuimos al pueblo de San Jerónimo, a ver una platería. Vimos cómo se fundía la plata a 960 grados  y cómo, luego, esa bola se transformaba en hilos o en láminas, según lo que se quisiera hacer. El maestro orfebre, muy bueno haciendo todo esto y explicando cómo iba haciendo las figuras, las diversas técnicas y demás. Aquí, sí compré unos pendientitos. También nos explicó que para saber si el anillo o la cadena eran de plata se le daba bicarbonato sódico un rato y luego con un cepillo se limpiaba, así se obtenía brillo porque si no brillaba es que no era de plata. ¡Vaya descubrimiento! Mi madre ya lo hacía con los pequeños objetos que teníamos en casa de plata y eso sin haber pasado apenas por la escuela. Vuelta al bus y pregunta: ¿A cuántos grados funde la plata? Yo por anticiparme a todos los demás dije: 900 grados y la señora de mi derecha dijo 960 grados. Premio para ella, unos pendientitos que me hubieran gustado para mí. Por precipitado.
De aquí nos dirigimos a una quesería. Fuerte olor a vaca y degustación de quesos, Casi almuerzo, además ya se habían acabado los juegos de las preguntas y ya no tenía que estar atento. Desde la quesería ésta fuimos a la laguna la Paka, a dar un paseo en bote. Uno de los del grupo no se montó porque dijo que en el bote no había flotadores, y yo tampoco porque tenía otras intenciones. 
La laguna de la Paka tiene también la leyenda de que un viejito vino al pueblo y fue por las casa pidiendo un vaso de agua y..., nadie le dio salvo en la última casa que le dieron el vaso de agua. Entonces el viejito le dijo a la señora que le había dado el agua: hoy a la noche vete hacia los cerros y no voltees. La señora así hizo pero al oír tanto estruendo se volvió y..., se quedó convertida en una estatua de piedra y el pueblo inundado y sumergido por una laguna la de la Paka. Esto, ¿a que os suena de otra religión? Si todos los dioses son parecidos, que si cariñosos, comprensivos, amorosos  pero luego si se enfadan un poco, mirad por un vaso de agua, hala, a tomar por el c..., todo un pueblo y todos los habitantes muertos. Recuerdo lo de Sansón y los filisteos, que me parece que solo se salvó Salomé, o por hacer una fiesta cuando Moisés sube al monte y no baja, pues hala, 40 años andando por el desierto. Y luego nos dicen que compresivos y misericordiosos,  anda ya, que diría Martín Morales en su   Biblia revelada a los creyentes. Enviado especial     Martín Morales. Esto viene al caso y con esto acabo de lo que me contaba el director del Colegio de Vera de Bidasoa, D. José Manuel Oyarzabal, sobre Jonás. Me decía, pero cómo vamos a creer en eso. ¿Tú te crees que un hombre puede aguantar tres días sin comer? A lo que no le daba importancia era a que se lo tragó una ballena y todo eso. Para él era no creíble porque ¡tres días sin comer! Él era un tripero fino.  Volvemos al recorrido. No quise subir al bote porque lo que yo quería era conocer el pueblo de Jauja  ya que por allí no íbamos a pasar. Hablé con la guía y quedamos en comunicarnos por teléfono para  que me recogieran o que apareciera yo en Opaca.
Rápidamente salí a la carretera y en un motocarro me dirigí a Jauja. Tanto hablar de “esto es Jauja” y todo eso que me interesaba conocerla. La verdad es que la ciudad o pueblito es muy bonito. En la plaza principal hay una estatua de una india que debió de ser esposa de Pizarro, pues Jauja fue la primera capital del Perú, aunque su capitalidad duró poco, tan solo nueve meses, pues pasó la capitalidad a la recién fundada Lima o Ciudad de los Reyes. 
Estuve paseando como 20 minutos y contacté telefónicamente con el bus y a los cinco minutos nos encontrábamos a la vez sin esperar nadie a nadie, en la alameda donde el cementerio. Menos mal, porque visto lo visto no sé cómo había podido llegar yo al Santuario de Opaca.
Ahora tocaba ir a un pueblo llamado Ingenio. Su nombre viene  de que un lugareño, no recuerdo el nombre, recibió en 1920 50 truchas californianas e ideó un ingenio, o sea una serie de pozas para criarlas. La producción fue tan bien que ahora es la principal actividad del pueblo, aunque ahora ese "ingenio" natural se ha transformado en piscifactoría. Aquí comí muy bien en un restaurante que se llamaba El Encanto, trucha a la parrilla especial (quitada la espina), vi la prórroga del Ucrania Inglaterra y proseguimos viaje al Santuario de Santa Rosa de Opaca. Aquí era a donde yo quería venir. Todo el resto del tour me sobraba.
No decepciona para nada el santuario. Fundado en 1725, por los franciscanos como centro de formación para los misioneros que se iban a entrar en la selva a evangelizar. Eran franciscanos, y muchos de los apellidos son de aquí: Izaguirre, Sarobe, Landazuría y muchos más que no averigüé. Al Padre Pío Sarobe lo quieren canonizar. Yo ese apellido pensaba que podía ser de Lesaka y pregunté. El Padre Sarobe era de Astigarraga.
Lo más interesante además  de ser punto de partida para la selva para todos los misioneros, es su impresionante biblioteca con más de 25.000 volúmenes. (No se puede fotografiar ni coger ningún libro). La guía de este lugar era sosa de narices y dijo que ya les habían robado. Hay una colección de pinturas fantásticas, así como animales de la selva disecados. Dicen que ya estaban muertos cuando los llevaron al convento. Destacaba, para mí, el pirarucú o paiche, que es el mayor pez amazónico y que yo había visto pescarlo en Colombia. También vimos alguna  celda, una herrería, y demás dependencias del convento. A las 6 de la tarde acababa nuestra visita y otra vez en el bus para casa. Ya no hubo preguntitas ni premios, estamos todos derrengados y..., a las 7 y media de la tarde llegábamos a Huancayo. Entonces decidí que al día siguiente me quedaría en Huancayo y compraría billete de tren para ir el día 13  en el tren "macho" a Huancavelica. Aquí, ya sin ser leyenda ni nada, hay dos vías férreas: la que va a Lima y la que va a Huancavelica. El que va a Lima se llama “hembra”, porque siempre sale a la hora, llega bien a Lima y cumple correctamente su cometido. Sin embargo "el macho" que va a Huancavelica, sale cuando quiere, llega cuando puede y como puede.  Todo esto lo cuento como anécdota de toda la problemática que se genera allá con el lenguaje y los géneros. Bueno os dejo que mañana tengo que coger "el macho", que, en teoría, sale a las 6 y media y llega a las 12. Ya veremos lo que hay de imaginación o de leyenda. Agur. Daniel





HUANCAVELICA

Crónica del 16 de julio de 2018

Hoy es día 15 de julio y pasaré mi tercera noche en este pueblo antes de partir mañana a las 6 hacia Ayacuyo.
Para mí es  la ciudad más andina, incaica y más auténticamente peruana, de todas las que he conocido. Fundada en 1527 y a 3.690 m de altitud, es una ciudad preciosa y que sin embargo no recibe a ningún turista, de hecho en estos días que he estado, no he visto a ninguno. Yo la única explicación que le doy a este pequeño misterio es que queda lejos de los itinerarios del Gran Gringo y que hace frío. Por las mañanas estamos a 3º y esto echa un poco para atrás.
El día 13 viernes, a las 6 y media de la mañana abandonaba Huancayo, para
coger el tren Macho. Tenía fama de mal portado, pero a la hora en punto salimos para recorrer los 130 Km que hay hasta Huancavelica .Seis horas y media tardamos, a unos 20 Km por hora.  No importa, el viaje es un lujo. Iban todos lugareños, algunos turistas de Lima, y yo el único representante rostro pálido.
El paisaje al comienzo es de eucaliptos y retamas. Dejamos al fondo el río y subimos un poco para para seguir viaje por un cañón a 3.000 m de altitud.Para las 7 y cuarto empiezan a sacar los almuerzos: lomo saltado, trucha frita o pollo a la plancha. Así va a ser durante todo el trayecto; tú pides y a cualquier hora te sirven, además con amabilidad.
A las 9 llegamos a Izcuchaca, a mitad de camino. Aquí suben vendedores de pan de queso y de calabaza. Compro 5 panes de queso por 1 sol, y en el siguiente pueblo, Mariscal Cáceres, de calabaza. Muy bueno por cierto. El viaje transcurre sin mayor novedad, salvo unos pequeños desprendimientos de tierra por estar construyendo una carretera más arriba.
A las 12h y 20 minutos, con precisión alemana entrábamos en Huancavelíca. 6 horas en tan pintoresco tren para recorrer los 130 Km.Merece la pena hacer este recorrido en " el macho", tren que en 1929 empezó  siendo a vapor y ahora funciona con diésel. 
Me hospedo en medio de la Plaza de Armas, en el Hotel Asunción. Está muy bien, pero sin calefacción.
Tiene este pueblo un aire andino total, rodeado por unos cerros, que desde el pueblo casi los tocas. Hay también muchas plazoletas con sus iglesias estilo colonial. Para cenar todos los día tazón de sopa. Esta primera tarde fue de patear el pueblo, ver todo y fijarme  dónde estaban las cosas que me interesan: restaurantes, lavandería, parada de buses y autos, mercado, etc...
El sábado 14 aunque el día amaneció un poco torcido por la derrota de Nadal, luego se me dio genial. Desde la cama veía el encierro, el tenis y el partido del mundial. Desayuné y fui a enterarme de cómo podía subir a la mina Santa Bárbara.
El primer taxista me pidió 80 soles aduciendo que estaba lejos y...era verdad. Como el siguiente solo me pidió 25, me fui con él. 
El camino era largo, tenía que subir una montaña en zigzag, bajar un poco y luego subir un poco hasta la mina. Santa Bárbara está a 4.200 m. Ahora está cerrada, pero se puede ver la entrada, las construcciones donde procesaban el mercurio y los restos del pueblo de piedra que construyeron, así como la plaza y la iglesia. Llegaron a trabajar hasta 3.000 indígenas a la vez, por el sistema de mita. Fue una de las minas más productivas de la conquista, pues se extraía mercurio muy necesario para procesar el oro y la plata de las otras minas.
Después de recorrer todo esto durante media hora decidí volver andando por un sendero que me enseñó el taxista. Resultó precioso, juntándome al principio con rebaños de llamas, las cuales se dejaban acercar.
Al empezar era solamente una senda por las alturas del cerro y estaba un poco asustado, pero al cabo de media hora, alcancé un sendero más ancho paralelo al río, la bajada fue una gozada. En una hora bajé, casi casi cantando. Luego en casa siesta y relax.
El domingo día15 me fui a unas piscinas termales pero pasé de ellas. Seguí caminando y llegue a Sasachaca, que es una formación rocosa, con termas naturales al lado claro está de un río. Llegar y...cerrado por mantenimiento. Vuelta atrás ahora por un sendero y luego por las vías del tren hasta alcanzar por el otro lado, el frente de la formación rocosa. Hice unas cuantas cosas y..., a comer cochinillo. A la tarde siesta y ahora me voy a dormir, que mañana tengo 6 horas hasta Ayacucho.
En teoría salgo a las seis de la mañana, si se completa con cuatro personas el auto. Voy hasta Rumichacay allí tengo que hacer la misma operación. Ya os contaré. Agur. Daniel
P.D. El espaciador de este ordenador va muy mal. Me ha costado dios y ayuda escribir esto. Exactamente 1 hora y 32minutos.









EL DURO CAMINO HASTA AYACUCHO

Crónica del 17 de julio de 2018

Había quedado con el de la agencia Nevados, que me llamaría a eso de las 6 menos cuarto para viajar hacia Ayacucho. Como pasa en estos casos, ni me llamó ni nada, fue el recepcionista del hotel el que me llamó, aunque yo ya estaba preparado.  Llamé  a la agencia y no contestaba nadie. Solución, agarré un taxi y me fui hasta la agencia. Todo estaba cerrado y eran las 6 de la mañana. Hacía un frío de órdago, el capó de los coches helado. De uno de esos coches, salió un señor enfundado en una manta diciéndome que a ver si iba a Ayacucho vía Rumichaca. Le dije lo que me pasaba y él abrió la agencia y comprobó cómo en el libro de pasajeros para el día 16 solamente aparecía yo y por eso al no haber gente para el viaje no me habría llamado. Me comentó que él ya tenía un pasajero que conmigo harían dos y luego era cuestión de esperar a que llegaran otros dos. ¡Qué le vas a hacer!, a esperar a ver si hay suerte. 
A eso de las 8 cayeron otros dos que estaban recién llegados a Huancavelica. Genial, pensé, ya estamos cuatro y nos vamos, pero... estos dos últimos pasajeros dijeron que querían desayunar un poco y ver la plaza de Armas y que enseguida venían. _De acuerdo. Se fueron y otra vez tocaba esperar, aunque esta vez fue demasiado. Eran las 9 y los tipos aún no habían vuelto. Yo estaba que trinaba pues estaba allí desde las 6.
Al poco apareció una señora que quería ir a toda costa hacia Rumiñaca. No había sitio, aunque si llega a venir otra persona, dejamos a los dos jetas en Huancavelica y como seríamos cuatro, nos hubiéramos ido. Desgraciadamente no vino nadie y a eso de las 9 y media, aparecieron los "pájaros". La pobre señora se quedó sin sitio y después de echarles yo, la bronca, partimos hacia nuestro destino. Eran pasadas las 9 y media. El otro pasajero se llamaba Julián Ayenque y resultó ser un tipo formidable.
Enseguida empezamos a subir y pasamos por un poblado en el que había 8 casas y vivían 4 personas que vivían pastoreando las llamas. Julián me dice que estamos a 4.242 m de altitud. Extrañado le pregunto a ver cómo lo sabe y me dice que tiene un G P S, que lleva incorporado un altímetro, porque él es antenista satelital y va a Rumichaca para revisar y mantener las antenas. También me comentó que ese aparato no se vendía, que era de la empresa.
Todo el paisaje es parecido, ahora llegamos a un pueblo llamada Pucapampa con 20 casas y donde viven 5 o 6 personas en unas casas que construyó el gobierno para que vivieran allí y no se fueran. Eran de un color amarillo, y ponía algo así como “Mi abrigo”. El taxista dijo que tenían algún sistema de calefacción y es que estábamos a 4.600 m. Seguimos ahora por el cerro de Chonta y un cártel nos anuncia que estamos a 4.885 m. Los cerros de los alrededores están nevados. Gran cantidad de alpacas, y a un poco menos de altitud, un sinfín de lagunas, que hacen de este lugar un gran productor, recolector y exportador de truchas. El agua fría hace que se reproduzcan fácilmente y además no hay enemigos naturales. Me explican que la Llama es más grande y resistente, pero que la alpaca tiene mejor lana y de hecho es de su lana de la que se hacen las chompas, gorros y demás. Los dos jetas dormidos, mejor.
La laguna que vemos ahora es enorme es la de Coclococha, y se ven como unas jaulas metálicas en la laguna. Deben de ser ingenios para el criadero de las truchas. El pueblo que está a su orilla, tiene el mismo nombre que la laguna y ya tiene más de 300 habitantes, que viven dedicados a las truchas. Pasdas ya dos horas de viaje, viajamos ahora por el altiplano, todo recto y a ambos lados siguen los rebaños de alpacas. Llegamos a un pueblito, Santa Inés y con ello, la pérdida de la señal de Moviestar. Estamos a punto de llegar al cruce, a la carretera llamada la Vía libertadores que une Ayacucho y Lima. Nos bajamos aquí, en esto que no es pueblo, si no unas casitas o pequeños restaurantes, un puente, un puesto de peaje y un grifo (gasolinera). Este conjunto se llama Rumichaca 2, y hasta aquí teníamos contratado al taxista, bueno, era hasta donde él nos podía llevar. A esperar otra vez a ver si tenemos suerte. En eso veo una combi que se va a dirigir a Ayacucho pero... completa.
Hace un sol impresionante y a esta altura de 3.885, pega bien. Como es un lugar estratégico es por aquí por donde deben de pasar todos los carros, autos, combis o autobuses que se dirigen tanto hacia Lima, vía Pisco o hacia Ayacucho.
Para que la espera sea más llevadera, como en la mesa donde también come el taxista: Chilcano de trucha y Chicharrón de trucha y luego café (mescafé).Desde este cruce se puede ir hasta Pisco a solo 3 horas de viaje pasando por un alto de más de  4,800m, dicen que el más alto de Perú.
Esperar y esperar y por aquí no ha pasado nadie. Hay comiendo una familia con dos niños pequeños que van en la parte trasera de un coche ranchera o algo similar y les pedí a ver si me podían llevar a Ayacucho, pues me dio de que iban para allá. Con una excusa barata me dijeron que no.
Por fin después de dos horas de espera aparece una "combi" que va hacia "nuestro" pueblo. Además va medio vacía, de pasajeros, llevando muchos panes pequeñitos envueltos en plástico e incluso en unos bidones.
Nos montamos, los dos jetas y yo. Parece que nuestra suerte cambia. Ya, ya. El chófer es un cachondo, pero desesperante. Él es el que va buscando los pasajeros por las casas, me imagino que antes habrían hablado y como no han aparecido los busca él.
- Oye, ¿va a venir tu hermano? -le grita a una chica. Esta responde que no sabe y que ya va a la casa a ver si sale. Un cuarto de hora esperando y no sale. Al final que no. Adelante unos metros más y la misma operación. Este otro tampoco sale. También hinchamos las ruedas sin aparato de medir la cantidad de aire, a ojo de buen cubero lo hizo el taxista o chófer. No pasa nada, todo el mundo se ríe y son ya las 2 y media y aún no hemos salido del pueblito éste.
Por fin en marcha. Vamos bajando un puerto por una carretera ahora sí, asfaltada, la anterior no le era. Se ven puyas Raimondi diseminadas por los cerros. 
Hemos logrado llegar a un pueblo llamado Licapa. Aquí suben tres personas y se baja...el chófer. Se dirige a una casa y sale una señora hermosa, quiero decir frondosa. Descargamos todos los panes y nos quedamos en el coche. Pasa un rato y otro y...el chófer sin aparecer. Pregunto a uno de los pasajeros a ver qué pasaba y me dice que está haciendo el negocio del pan con la mujer. Me dan ganas de agarrar yo el busito y conducir. Cuando dios quiso apareció y... adelante, no sabemos hasta cuándo.
En un sitio indeterminado del trayecto, se bajó el que iba al lado del chófer y previo permiso, ese lugar lo ocupé yo. Es por esto que las fotos que os he enviado a algunos están sacadas de  la parte delantera derecha del bus.
La ventanilla está ligeramente abierta porque no hay manivela para subir el cristal y entra un airecito..., Los picos están nevados y es que henos subido el puerto de Apacheta de 4.746 m. Bajamos un poco y enseguida se vuelven a ver las alpacas y es que a estos animales les gustan las alturas y comen esa hierba dura y amarillenta que abunda por aquí.
El chófer se va santiguando cada dos por tres. Yo pensé que lo hacía al pasar por delante de unas capillitas que hay en los bordes de la carretera, pero luego me di cuenta que no, que lo hacía hubiera capillitas o nada. Seguimos bajando y se nos cruzan por la carretera cuatro vacas. Con el pastor que lleva una onda (pero de las de verdad) en la mano. Yo nunca había visto una como ésa. Llegamos al pueblo Rumichaca y como ya hemos bajado bastante, el paisaje cambia radical. Ya hay árboles y vacas y vamos paralelos a un río. Veo un cartel que marca: Ayacucho a 23 Km. Me alegro pero tengo mis temores.
No iba yo desencaminado. Asoma la cabeza el chófer por la ventanilla y dice que las ruedas se han deshinchado. Lo que realmente había ocurrido es que habíamos pinchado. Ala pues, a cambiar la rueda. Un pasajero se bajó a ayudarle y yo también, por lo menos a animarles. No hombre, que ayudé a sacar la rueda de repuesto y llevarla hasta donde teníamos que colocarla. No perder la paciencia, porque al final cambiamos la rueda. Las cubiertas de todas ellas eran más lisas que el culo de un bebé. Me extraña que solo pincháramos una. Con mucho cuidado y muy despacio, proseguimos la marcha y...., control de la policía. Más vale que les debimos de dar pena y no nos tuvieron mucho rato.
Por fin llegamos. Eran las 6 de la tarde. La parada estaba en lo alto de la ciudad. Era de noche y no sabía dónde ir. Afortunadamente tenía anotado el nombre del hotel Misky Samay, y hasta allí que me llevó un taxista.  Pequeño regateo en el hotel y cuadramos en 40 soles la noche, unos 10 euros. Resultó ser fantástico y sin frío en la habitación. Desayuno hasta en la cama, pero esta ya será otra historia. Agur. Daniel.






AYACUCHO

Crónica del 19 de julio de 2018

En el 1984, tres sangüesinos y uno de Arellano, llegábamos a esta ciudad, tomada militarmente. Patxi Oteiza, Luis Olleta, Javier Casajús (Pedrete) y yo, habíamos venido desde Lima, desafiando un poco todo. No es que fuéramos valientes, fue más bien imprudencia. No estuvimos más que una noche, y no recuerdo ni el nombre del hotel. Lo que sí recuerdo son las tanquetas por las calles y los militares y policías armados con sus metralletas patrullando las calles. 
Era otro Ayacucho diferente al que me he encontrado ahora. Ayacucho está unido a tres signos de identidad; Sendero Luminoso, Iglesias virreinales y la independencia de Sudamérica.
Sobre Sendero Luminoso parece haber un total pacto de Silencio. Nadie comenta nada, ni hay una pintada ni nada de nada. El movimiento formado por el profesor de filosofía de La universidad San Cristóbal de Huamanga (Ayacucho), en compañía de su primera esposa Augusta La Torre, ocasionó una guerra desde 1980, fecha de su primera acción, hasta la década de los 90. En 1992, caía Abimael Guzmán y su cúpula en el barrio limeño del surquillo. Fue el principio del fin de unas luchas y una sangría de terror, que ocasionaron más de 70.000 muertos. 
Abimael Guzmán fue condenado a cadena perpetua, y la está cumpliendo en la Comandancia de la Marina en El Callao (Lima). 
Si me extiendo en este tema es porque siempre he tenido curiosidad por este extraño movimiento maoísta, más maoísta que Mao. Para este viaje me compré un libro que se titula Los héroes invisibles, que habla sobre todo esto. Muy clarificador, basados en hechos reales, aunque novelados. Es por esto por lo que hoy, cuando paseaba por la plaza de Armas, he visto una pancarta con unas fotografías y un texto, pidiendo no a la excarcelación de Fujimori y es que hoy 18 de julio se cumplían 26 años de la matanza de 8 estudiantes y un profesor de una universidad de Lima a manos de las fuerzas policiales, mandadas por Fujimori. Bueno, el que hablaba con un altavoz, se tenía que quedar un poco extrañado, de que estuviéramos tan poca gente escuchándole, y es que hay como un silencio sepulcral sobre el tema.
El día 17 fui a ver el Museo de la Memoria. Trata de recordar o de no olvidar lo que pasó, pero me sentí decepcionado. Las explicaciones eran muy pobres y solamente había fotografías de desaparecidos y madres que los buscaban.
Por todo esto digo que mis amigos verían una ciudad totalmente diferente a aquella que vimos en el 84. 
No he hecho nada especial. Como tenía buen hotel, me traían el desayuno a la habitación, algo que de vez en cuando no está mal. Sería "La Marquesada" que diría nuestro entrañable amigo Angel Huarte. En esta ciudad tienes que recorrerla y perderte. Tiene más treinta templos virreinales de estilo renacentista, barroco y mestizo. A Ayacucho le llaman" la ciudad de las iglesias" y también "la ciudad señorial”. Yo he recorrido unas cuantas, fotografiándoles, gustándome sobre todo la de los capuchinos o la dedicada a San Francisco de Asís, por ser la única iglesia que he visto que con esa fachada colonial, tiene una sola torre. 
La de los jesuitas, con el escudo de España, y con un retablo en el altar impresionante. Hace honor a su orden (no me caen muy bien los jesuitas de Javier).
Las casa señoriales magníficas, pero han abierto los patios convirtiéndolos en restaurantes. Ayer como por la tarde estaba un poco "depre", me fui a uno de ellos, el Nueva York,  a tomar cerveza y luego un Pisco Sauer, escuchando a Beatles y música de grupos norteamericanos, en el patio colonial. Muy bien, luego dormí de maravilla. Quizás repita hoy como despedida de esta ciudad, llamada Huamanga.
En el 1824, tuvo lugar la batalla de Ayacucho, que puso fin a la dominación española en Sudamérica y en virtud de ello, por decreto de Simón Bolívar, cambia el nombre de Huamanga, con el que había sido fundada, por el de Ayacucho en conmemoración de la batalla. Hoy he estado paseando por estos lugares donde aparecen estas placas o escritos.
En esta ciudad no se puede hacer otra cosa, a no ser que cogieras un tour y salir a ver puyas raimondis como hizo mi amigo Juan cuando estuvo en esta ciudad hace ahora unos 15 años. Él lo hizo sin tour, levantándose a las cinco de la mañana y caminando más de seis horas.
Ayer andando por la calle 28 de Julio, un tipo me preguntó ¿De dónde sois? Me volví y vi a un señor bajito, con el pelo rizado, que tiraba de un carrito, y que era uruguayo. Muy efusivo me abrazó, pero me dio mala espina y me lo quité de encima. Hoy nos hemos vuelto a cruzar y..., lo mismo, abrazo efusivo, beso incluido y a ver si tomábamos algo. Yo le dije que un café vendría bien y el me contestó que él de café nada. Me comentó que ese día por la tarde se dirigía a Andahuailas. Entonces a la pregunta de a que se dedicaba pues, me contestó que al narcotráfico, aunque luego puntualizó que no, que se dedicaba a los vidrios, colocar cristales en grandes superficies y todo eso. A mí me parece que le iba mejor el primer papel.
No ha habido nada más especial. Me voy a ir al New York a cenar una hamburguesa con una cerveza, café y si se tercia un Pisco sauer. ¡Ah! Aquí en muchos restaurantes en su carta de tragos tienen: Mojito, caipiriña, cubata y..., destornillador. Los más veteranos recordaran el vozca con naranjada, allá por los 70. No había vuelto a ver semejante combinación. Ya veis hemos retrocedido en estos escritos al 78 y también al 70. Nada más por hoy. Mañana vuelvo a las alturas y a los caminos de grava. Como el trayecto hasta Cuzco es muy largo, iré hasta Andahuailas, pasaré noche allí y al día siguiente en dos tramos seguidos; Abancay y desde allí a Cuzco. Espero que la conexión funcione mejor que la otra vez. Escribiré desde Cuzco y ya habré unido las dos capitales del Tawantinsuyo. Hoy ha sido lección de historia. Agur. Daniel





DE AYACUCHO A ANDAHUAILAS
Crónica del 22 de julio de 2018
El jueves 19 salíamos muy puntuales hacia Andahuilas. Yo iba adelante con el chófer y otro pasajero, que resultó ser chófer también. Nuestro conductor era jovencito, y llevaba una buena provisión de coca. La verdad es que durante el viaje no la probó. No sería consumidor nato. A lo que en cambio sí era adicto era: al móvil. Increíble, no solamente respondía a todas las llamadas, sino que también leía los mensajes y yo creo que hasta jugaba. Siempre le vi conduciendo con una mano.
Mi compañero de la izquierda presumía de saber mucha historia y geografía porque tenía muchos canales de televisión y se los veía. A las primeras de cambio me dijo que Perú, tenía 15 millones de Km cuadrados. Yo le contesté que se había colado en un cero. Como no me creía del todo, miramos en la guía y Perú tiene 1.500.000 Km cuadrados.
De repente, se nos cruzaron cuatro vicuñas. Estos camélidos son salvajes y pastan a su antojo por el altiplano. Antaño, solamente el Inca podía llevar ropas hechas con lana de vicuña. Ahora, una vez al año, se juntan los habitantes de estos pueblos del altiplano, y entre todos van cercando a estos animales hasta conducirlos a un cercado, donde se procede a su esquilo. Esta lana me dijeron que se exporta principalmente a Francia, siendo muy cara en el mercado. Luego no sé si el dinero se lo reparten entre las diferentes comunidades de los lugares por donde pastan estos animales o el estado tiene también un beneficio  o porcentaje de la venta de esta lana.
Sobre las 10 y media dejábamos el departamento de Ayacucho y entrábamos en el de Apurimac. Como solo estábamos a 2.010m, flores, frutales y hasta palmeras. Las casas construidas con ladrillo, no como en el altiplano que eran con adobe. El primer pueblo, pasado el puente sobre el que discurre el río Pampas y que hace de frontera entre los dos departamentos, se llama Ahuairo y aunque es largo, tiene pocos habitantes. 
A eso de las 11 y media llegamos a Callabamba, en cuyo arco de bienvenida viene escrito también: eterno clima primaveral.
El caso es que aquí tuvimos que estar más tiempo que el normal, porque andábamos con problemas en una rueda. No obstante a eso de las 12, seguimos la marcha.
Mi compañero el "viejo conductor", le ha echado la bronca al joven chófer, por el uso desmedido del móvil y..., por un rato ha conducido con dos manos.
Nuevamente se encendió la luz roja del panel de mandos y esta vez sí que tuvimos que parar en un pueblo grande más de media hora, para cambiar la pastilla de freno de una rueda. A eso de la 1, entrábamos en Andahuailas. Yo tenía tres hoteles anotados: Mil Amores, Adán y Eva y El Edén. No diréis que no son nombres sugerentes. Pues bien, mi compañero de viaje me indicó que fuera a El Dragón, que él conocía a los dueños y que eran limpios. Bueno, por una noche, no me voy a volver loco buscando. Allí que me dirigí y..., era un restaurante chino, que también poseía el hotel. En realidad, el nombre del hotel era El encanto de Apurimac. Esto ya suena mejor.
Alojarme, y como siempre, a recorrer la ciudad. En la plaza de armas esta la leyenda del toro y el cóndor. Bueno, más que leyenda es un acto que se realiza en las fiestas de Andahuailas  el 28 de julio junto a la laguna Pachuca, y que simboliza o quiere representar o ridiculizar la conquista española. Para ello, logran capturar un cóndor, poniéndole como cebo un cadáver con alcohol y antes de que pueda emprender el vuelo lo atrapan. Luego junto a la laguna Pachuca, lo atan al lomo del toro y..., a pelear. El toro derrota y tira cabezazos, pero no alcanza al cóndor, que le va picoteando constantemente. La batalla acaba siempre con la victoria del cóndor (los nativos), frente al toro que representa a los conquistadores.
Esta ciudad es pequeña, de unos 7.000 habitantes, pero como está situada a 2.980 m hace algo de frío, y todas las mujeres, van con sus típicas polleras multicolores, las dos trenzas negras, a veces atadas entre sí por detrás y sus sombreros.
Me fui a cenar empanada y café a la plaza de Armas, y antes de llegar me fijé en una peluquería, muy curiosa. El peluquero estaba cortándole el pelo a tijera a un paisano, con guantes. No me lo podía creer, ¡con guantes! No acabó aquí mi sorpresa y mi risa, pues cuando terminó, para quitarle los pelillos esos que siempre quedan en el cuello y algunas veces en la cara, en vez de pasarle el cepillo, le dio a ¡un compresor o hinchador!, que tenía colocado en la pared. Sí, como si estuviera hinchando la bici o las ruedas del coche. No le quedó al cliente ni el más mínimo pelito. Estuve a punto de entrar para que me arreglara la barba, por ver como manejaba con los guantes la maquinilla, y luego utilizaba el compresor, para dejarme limpio. Una lástima pero no me la arreglé. 
Después de tan opípara cena, cuando me dirigía para mi "chino", me quedé sorprendido de que en una de las calles que conducen a la plaza de armas había 8 locales de Karaoke. Pregunté por qué y me dijeron, que los sábados venían de los pueblos de alrededor y todos debían ser cantantes o bailadores. 
Proseguí mi camino, pero aún hice una para antes, en el Totos Pizza, para tomar un pisco sauer a 10 soles. Como estaba delicioso, le dije que tomaría un segundo si me lo dejaba a 5, como así sucedió. Después de este segundo pisco, casi me voy a un Karaoke, pero no. Al día siguiente tenía que hacer el trayecto hasta Abancay y allí coger una combi o un autobús para proseguir hasta Cuzco. A las 8 y 25 del día 20, en una combi, salíamos cuatro pasajeros, dos chilenos, un peruano y yo rumbo a Abancay. Dio la casualidad de que luego, los cuatro proseguiríamos el viaje hasta Cuzco.
El viaje no tuvo mayor historia, ni pinchamos, ni se estropeó el freno ni nada. Al principio tuvimos que subir hasta los 3.515 m pero luego el paisaje era precioso, con pequeñas parcelas  cultivadas. Para las 11 y cuarto estábamos en Abancay, y como teníamos autobús a la una, decidimos comprar billetes y comer fuera de la estación. Por primera vez en el viaje, quitando Lima, comía en compañía. Los chilenos eran una pareja de 16 años, ella Valentina y el Damián. Habían conseguido el dinero para el viaje, vendiendo (maní). Lo compraban en una atienda distribuidora en Santiago de Chile y luego ellos lo empaquetaban en pequeñas bolsitas pesadas y todas iguales y las vendían por la calle o en la entrada de los colegios. En seis meses ganaron la plata suficiente para este viaje al Perú. Imaginación y ganas.
Lo poco que vi de Abancay no me gustó nada, solamente el cartel que os mandé de la terminal. Salir con el bus y..., subir, subir, subir, obras, camiones,...desesperante. 2 horas para hacer los 30 Km, que se dice pronto, que tenía el puerto. Esto ya lo padecimos en el 84, cuando desde el alto vimos la luces de la ciudad de Abancay y luego nos costó..., seis horas alcanzar la ciudad. Ahora la carretera es mejor. Luego, bajar, volver a subir, parecía la carretera una montaña rusa. Lo que en el mapa es un trocito pequeño, en la realidad se convierte en un montón de horas. Por fin a eso de las 7 de la noche llegábamos a la terminal de Cuzco. 
Alojarme y dar una vuelta. Decepción total en comparación con el Cuzco que conocí con mis amigos. Ahora hay medio millón de agencias, restaurantes, tiendas y gentes de vacaciones de todos los lugares. 
La ciudad como tal sigue siendo preciosa, y ver la plaza de Armas iluminada es una chulada, pero... el ambiente ya no es el mismo: viajero, medio aventurero, porque desde aquí salíamos todos los viajeros que íbamos a Machu Pichu. En un principio, en el 84, por nuestra cuenta, comprando aquí la comida, alquilando las perolas y las tiendas de campaña para los tres días de viaje que duraba el camino. Pese a todo me quedaré tres días en Cuzco. Mañana recorreré el Valle Sagrado. Hoy he estado en Coricancha, pero...de esto ya os contaré en la próxima. 
Ya he logrado un pequeño sueño, unir las dos capitales del Tihuanthinsuyo, Quito y Cuzco, por todo el altiplano, utilizando, carros, combis, autobuses, y un pequeño trayecto en el tren Macho. Bueno, Agur. Daniel



CUZCO

Crónica del día 24 de julio
Llegué el viernes 20 por la tarde, al hotel que había reservado por Brooking. No suelo hacer esto nunca, pero al ir solo no tenía ganas de andar con la mochila a la espalda, buscando y andando. Creo que nunca más lo volveré a contratar así. Llegué, le enseñe el papel al recepcionista y me dio una habitación al lado de la recepción. Bien. Entro y..., no tenía ni toalla ni papel ni jabón. La tele iba mal, solo se veían los canales peruanos y de malas maneras. La habitación sobria, de esas que cuando te vas a dormir tienes que levantarte para apagar la luz. También hay que dejar la habitación a las 10 A.M. Cuando le voy con todo esto al recepcionista, me dice que lo siente que ahora me lleva la toalla y todo eso. Pasa el tiempo y nada. Vuelvo, le vuelvo a recordar y..., me lo da allí, pero me avisa de que se ha equivocado de habitación y que me corresponde otra más pequeña y más oscura. Le digo que allá películas, que no me cambio. Al final llegamos a un consenso; duermo en mi habitación y si al día siguiente no la piden sigo en la misma. Así fueron las tres noches. Como la tenía contratada para cuatro, tuve que pagar por la cuarta noche un 5% del valor de ese día. En fin, la habitación no la hicieron ningún día. No me duché pues no había agua caliente y la del lavabo lo menos salía a -4 grados. El desayuno, desde que lo pedí hasta cuando me lo sirvieron, casi me sirvió ya de comida. Lo peor fue que el día 21 salió lloviendo y así estuvo todo el día. Esto son pequeñas anécdotas del viaje, ocurridas en el hotel que más me ha costado. Como Cervantes, no recuerdo el nombre del hotel, sé que era por un lugar del Cuzco llamado...
Cuzco es una maravilla, pero..., lo que tuvo que ser esta ciudad antes de la llegada de las huestes de Pizarro. Aunque llovía me dediqué a patear. Subí andando a Sacsahuaman, pero no entré porque me querían cobraban 70 soles. Lo dejaré para otro día y ya veré la forma de verlo. Bajé andando hacia la plaza de armas, y como era una cuesta tan empinada y la piedra estaba mojada, nos entretuvimos un rato viendo como unos coches intentaban subir la cuesta. Alguno dejó medio sueldo en cubiertas, otros desde casi arriba, de culo para abajo y volver a intentarlo y otra vez para abajo. Alguno consiguió subir y los espectadores, aplaudimos. Siguiendo esa cuesta llegas a una plaza llamada Las Nazares. Pequeña, coqueta y llena de tiendecitas. Había dos hoteles. El uno se llamado Convento, porque anteriormente fue un convento de monjas, ahora reconvertido en un hotel de lujo. El de al lado es un hotel llamado Monasterio, porque antes lo fue. Tiene 100 habitaciones de refinados patios. Pedí permiso y el portero me dejó entrar a dar una vuelta. ¡Qué lujo! Al salir pregunté el precio de las habitaciones y me dijo que entre 1000 y 3000 dólares. Al oír esto le pregunté a ver si tenía que reservar con tiempo o me podía quedar ya. Me fui, claro está.
Por la tarde fui a ver el Coricancha. En tiempos de los incas, Qoricancha o patio dorado, estaba literalmente cubierto de oro. Sus muros estaban forrados con unas 700 láminas de oro de 2 Kg. cada una. Tenía réplicas del de oro y plata a tamaño natural. Dice también que había altares, llamas y bebés, así como una réplica del sol, todo de oro macizo. Los guías dicen que en el jardín los árboles y los animales que representaban a la región estaban esculpidos en oro a tamaño natural. Así parece ser que era todo este templo. Tras la conquista Francisco Pizarro se lo dio a su hermano Juan, pero éste no lo pudo disfrutar más que unos meses, pues murió en la batalla de Sacsayhuamán en 1536. En su testamento lo legó a los dominicos, los cuales aprovecharon la estructura que había para construir la iglesia de Santo Domingo. Allí siguen todavía. 
Estuve toda la tarde del 21 recorriendo una y mil veces Coricancha, las paredes incas, los cuadros que hay ahora y el patio, donde ya no había ni pepita de oro. Por eso digo que ¡cómo sería esta ciudad en tiempo de los incas!
        El domingo 21, amaneció con sol y me dirigí a la Plaza de Armas, para recorrer en un tour El valle sagrado. Como llegué pronto a la agencia, me acerqué a la catedral, que por ser domingo estaba abierta y había misa. Entré y en ese momento era "el sermón". El cura se "mojó". Condenó el terrorismo de Sendero y diciendo que mucha gente fue obligada a seguirles, así mismo condenó a los políticos actuales peruanos, que también para obligar a la gente a seguirle con sus votos, se quieren "apropiar" o ser representativos de santos a los que la gente les tiene devoción. Él se opuso a esto y recibió insultos por parte de políticos. 
Ya en el autobús, el guía dice que ellos no hablan español sino castellano de Perú. En la primera parada, le corregí claro. En nuestro grupo, que seríamos como unos 25, iban tres de habla inglesa. Pues también me enfadé, porque el guía, daba la pequeña explicación en castellano y luego hacía la traducción al inglés. Así perdíamos tiempo y explicación. Yo pensaba: estamos en Perú. Si los ingleses quieren que les hagan la información en inglés, que busquen un grupo con guía solamente en inglés, que los había y bastantes. 
Visitamos Pisac, las terrazas tan fantásticas que construyeron los incas, para conseguir cosechas que les alimentaran. De  aquí fuimos a comer a Urubamba. Subió una chica y, después de los saludos, nos quiso vender un licor que era como el anís del mono. Explicó las cualidades (yo ya las sabía), y nos dijo que era bueno para la infertilidad de las mujeres y para la fertilidad de los hombres, lo calificó como el viagra. Nos dio a probar un dedal y..., ya os comunicaré las consecuencias. No vaya a ser como en la mili que decían que nos ponían bromuro en la comida, y ¡las consecuencias las empezamos a sentir ¡ahora! Yo no quise comer con el grupo y me fui solo. Después fuimos a la fortaleza de Ollantaytambo. Increíble la cantidad de escaleras y escalones. Estábamos cientos de personas y las escaleras eran pequeñas y la " caja de escalera", angosta. O sea que tenías que subir en fila india, y si delante tuyo iba el típico que suda y sube de pena, pues es como si te toca un camión subiendo Velate, todo el rato a chupar camión porque hay raya continua. Llegué hasta arriba hice unas fotos y..., al bus. Me hizo mucha ilusión ver el comienzo del camino inca, que parte desde esta ciudad y se ve con nitidez todo un primer tramo. Rejuvenecí, entre eso y el anisado, ni os cuento.
      
  Era ya casi entrada la noche cuando fuimos al pueblito de Chincheros. Una maravilla, aunque está a 3.800 m y la "caja", se resentía un poco. Una iglesia colonial, fantástica, sobretodo porque no dejaban ni tirar fotos, ni filmar, ni sin flas, ni con flas. Había unos frescos en las paredes, pintados por los españoles, fantásticos. Después en la plaza hay una explanada, donde dicen que han visto OVNIS. Cerca del cielo ya están, a lo mejor es posible. A los que somos incrédulos, el guía nos dijo que miráramos en google y veríamos como aparecía esto. 
Lo mejor fue que fuimos a una tienda, taller de tejidos, y la explicación de cómo se trabaja la lana y cómo se consiguen los colores, nos la dio una cholita. Yo al principio la vi nerviosa, y pensé para mí que diría cuatro palabras titubeando y ya está. Nada de eso; una explicación fantástica en castellano y ¡en inglés! Me sentí ignorante total...
        Voy a terminar ya. El domingo fui hasta el Cristo Redentor y allí con un taxista, dimos una vuelta por el Puqara, que era una fortaleza militar donde cerraban el paso a los que querían entrar en Cuzco y obligan a retroceder a los " sin papeles". Los " con papeles" podían entrar al Cuzco vía Sacsahuamán. Luego de ver otras ruinas, que se llaman Quengo, me enseñó un camino que pasaba al lado de la impresionante fortaleza y donde no había que pagar. Eso hice y aunque no entré adentro del todo, pues ya lo había recorrido en el 84, pasé al lado de las inmensas piedras, alguna de 300 Tm y les hice algunas fotos.
De vuelta a la capital, como ya había comprado el billete para Puno y no tenía habitación, me dediqué a comer bien y a ver el carnaval cusqueño en honor del colegio Santa Ana. Si no me vengo a escribir esto, aún estaría viendo el desfile. Hice unas cuantas fotos para el blog y ya. Me voy a comer un poco que tengo autobús nocturno y aún tengo que ir a mi fantástico hotel a recoger la mochila. Agur. Daniel



PUNO Y EL LAGO TITICACA
Crónica del día 26 de julio
         El día 23 a las 10 de la noche, cogía el autobús para Puno. Iba con mal cuerpo, un amigo mío estaba pasándolo mal estos días y estaba yo afectado. Con lo comilón que soy, ni la tortilla de hierbas me pasaba.
Bueno, a eso de las 6 de la mañana, medio destemplado y despistado llegaba a Puno. Una de las ciudades más altas de Perú, 3.918 m.s.m. Yo llevaba como dirección de hotel " La virgen de las Nieves ", pero una de esas mujeres "enganchadoras", que rondan las terminales de bus, me ofreció el suyo, a buen precio. Además me dijo que aunque eran las 6 y poco más, ya podía chequearme en el hotel y entrar. Dicho y hecho, me fui para allá. Ansiaba meterme en la cama cuanto antes. No merece la pena viajar de noche si luego tienes que recuperarte durante el día. Los 27 o 28 años ya pasaron, eran aquellos en los que viajabas de noche para ahorrar pensión y llegar al destino y a los cinco minutos ya estabas pateándolos. Encima tenía descomposición y la tortilla de hierbas en la garganta.
No aguanté mucho en el hotel, además, no hay calefacción, y la manera de combatir el frío en la cama es: frazadas y más frazadas, o sea manta. Al final tienes un peso encima que no te puedes mover, y mejor porque si sacas la mano se te queda helada. Tienes que ponerte en posición cadavérica o fetal y las manos pegadas al cuerpo. Salí a patear el pueblo que ya conocía, que ya lo había visitado con mis amigos en el 84, y recordaba el frío que pasamos. Pateando, vi una barbería para caballeros y decidí arreglarme la barba. Me senté en ese sillón de barbero y cuando le pregunté a la señora (mayor) que cuánto me costaba, me dijo que 50 soles, como me podía haber dicho tranquilamente 70 u 80. Me levanté cogí mis cosa y ya me iba cuando, la hija me dijo que eran 10 soles. Vuelta al sillón barbero. Cuando terminó, saco el compresor y me eliminó los restos sobrantes en mi cara y cuello. Cojonudo sistema de limpieza. Al fin lo probé. Teniendo en cuenta que son fiestas patrias, me fui a la terminal de buses a comprar pasajes para Arequipa y también para Lima. Una vez resuelto el tema, y paseando cerca de la Plaza de Armas, oí hablar en euskera, me volví y eran dos chicas jóvenes de Vitoria-Gasteiz. También estaban viajando, bueno una de ellas llevaba casi un año en Chile con eso del intercambio. Como desde ayer no comía y seguía con la diarrea, me fui a una farmacia le dije lo que me pasaba y me sacaron una caja de cápsulas contra la diarrea. Se podían comprar por unidades, no necesitaba toda la caja. Compré cinco cápsulas y... para la tercera, curado. Ya me entraba la comida y...la cerveza. Por internet reservé habitación en Arequipa. Muy barata, por 30 soles al día, más o menos entre 8 y 9 euros. Me parece que tiene una cama, una mesa y una silla. Baño afuera, pero como ya estoy bien...
De Puno, el recuerdo que tenía era que era una ciudad fea y con mucho frío. Con el amigo Patxi Oteiza, nos fuimos una noche a tomar un pisco a una de las peñas folclóricas. Estaba un grupo, bien uniformado, con sus ponchos y gorros, coloridos, tocando música andina, concretamente la canción de Wayayay Wayayay. Con el pisco en los labios y el oído presto a la música (antes oía yo mucho mejor que ahora), se produce como un momento mágico. Nos miramos Patxi y yo y nos sonreímos, tratando de llevar el ritmo con los vasos. Creo que es eso que dicen los psiquiatras de transportate a tu lugar ideal. Pues ese día fue ése y ese momento. 
Cuando llegamos al hotel, es un decir, había una helada impresionante. Llamar y llamar a la puerta desesperados y nada, que no abrían. Tirar piedras, trozos de hielo, de todo, hasta que al final salió el cuartelero con una manta y medio dormido. Nos abrió, le dijimos de todo y al día siguiente había en la puerta un cartel anunciador: Se necesita urgentemente cuartelero.
Hoy día 25, muy de mañana arriba, para ir a visitar el lago Titicaca, las islas de los Uros y la isla de Taquile. Esta isla fue comprada a la corona por Pedro González de Taquila en 1.580. De allí el nombre de Taquile. Luego con la independencia, pasó a manos peruanas.El lago Titicaca, hace frontera con Bolivia, teniendo una extensión de 8.562 Km. cuadrados. Es el lago navegable más alto del mundo y ocupa el número 16 por extensión en el mundo. Tiene 90 islas flotantes, construidas por los Uros con totora (juncos) y 40 islas naturales. Bueno, el caso es que no empezamos bien, pues el barco que nos transportaba tuvo que volver atrás a recoger a una pasajera (siempre hay alguno que llega tarde), y, en la maniobra, le pegó a otro barco que estaba en el muelle y se rompió una ventana saltando todos los cristales para dentro del barco. Afortunadamente a nadie le pasó nada, pero la chica que estaba al lado de la ventana, estaba totalmente asustada. En el barco íbamos 43 personas de varias nacionalidades, y los que más montaron en cólera fueron los peruanos. Dijeron que habían grabado todo que iban a denunciar etc., etc., etc. 
El guía, pobre muchacho que no tenía culpa de nada, dijo que en cuanto llegáramos a la isla de los Urs, cambiaríamos de barco que ahora no podía hacerlo, por unos rollos burocráticos. Efectivamente cuando acabamos la visita a esta isla, cambiamos de embarcación. Aquí nos explicaron cómo cada 20 o 25 años, tenían que construir otra isla flotante con la totora, porque esta se pudría y te hundías. No es tan fácil construirlas, pero al que quiera se lo explico algún día. De aquí fuimos a la isla fija de Taquile. La tercera mayor del lago, después de la Isla del Sol (Bolivia) y Amaitane. Tiene una superficie de 16 Km cuadrados y viven unos 2.800 habitantes, que se dedican fundamentalmente al turismo, la pesca y..., a tejer. Desde los cinco años, todo el mundo tiene que aprender y saber tejer. 
Como era 25 de julio, creo que el día de Santiago, había mucho folclore en la plaza de Armas. Estaba francamente interesante, con mucho colorido y lo mejor era que bailaban para ellos, no para los turistas. Luego, a comer y nuevamente me han enseñado como se teje, y se limpia la lana, y con un sol espléndido a eso de las 4 de la arde emprendimos el regreso sin más incidencias. Ahora que hablo del regreso y de las incidencias, os contaré una anécdota que nos ocurrió en el 84 en este lago.
Partimos de Copacabana, en Bolivia para ir a ver la isla del Sol, donde la leyenda dice que salió el primer Inca, Manco Capac. Después de recorrerla volvíamos felices y contentos porque el viento empuja la vela y nos hacía el viaje cómodo. En eso, Jan, un holandés que iba con nosotros tres, fue a fumar. El guía dijo que no encendiera fuego, porque el fuego y el viento eran enemigos. Nuestro buen amigo Jan, no le entendió y prendió su cigarro. En el mismo instante, se paró el viento y tuvimos que volver a fuerza de remos. Todo hay que decirlo: Jan fue el que más remó. Casualidad o no, puede ser, pero que sucedió como os lo cuento, es verdad.
Bueno, os voy a dejar, porque ahora ya puedo cenar, y tomar un Pisco Sauer, como despedida esta ciudad y al lago Titicaca. Mañana y pasado espero estar en  Arequipa, la ciudad blanca, y donde nacieron y vivieron Vargas Llosa y Abimael Guzmán. 
Agur. Daniel

DE PUNO A AREQUIPA.

Crónica del 28 de julio de 2018

El día 26 de julio, salía para Arequipa. ¿Qué es más importante, el destino adonde quieres llegar o el camino a recorrer? Esta pregunta viene a cuento de que yo quería ir a Arequipa, ciudad a la que todos consideran como muy bonita, como así es, pues no en vano  su casco viejo fue declarado Patrimonio Mundial por la UNESCO en el año 2.000. Lo que me sorprendió terriblemente bien, fue el camino para llegar desde Puno.
Salimos pronto de Puno, y esta vez había preparado bien el viaje. Compré asiento en berlina, que diría mi padre, o sea en el piso de arriba, enfrente de la cristalera gigantesca del bus. Una vista panorámica fantástica. Con lo que no tuve tanta suerte fue con los compañeros de viaje que ocupaban los asientos delanteros como yo. Eran 5 musulmanes franceses, con los que no intercambié ni una palabra en las 6 horas que duró el trayecto.
Hasta Juliaca la ciudad de los vientos, la carretera no ofrece nada especial, bueno sí, nos dieron un sanwich de queso y un mate de coca. Los musulmanes ni probar.
La carretera es recta, recta, como en el altiplano, pequeñas casitas a ambos lados y la hierba pajiza. Pasamos el peaje de Caracoto y la recta se vuelve interminable, no sé de cuántos km. no se distingue ni una curva. Luego viene un pueblo llamado Santa Lucía a 3.950 m. Pasado este punto y, sin más ni más, paramos en medio de la nada. ¿Por qué? Misterios de los conductores, pues luego suben y continuamos la marcha como si tal. En un desvío hacia Panata he leído un cartel en el que ponía: Mina Santa Bárbara. Ya sé que Santa Bárbara es la patrona de los mineros, pero que casi todas las minas tengan el mismo nombre...Llegamos a un alto mirador; Mirador Lagunillas, a 4.410 m. Todas pequeñas lagunas, claro está. Seguimos subiendo y en el Cruce Alto, a 4.528 m, se ven gran cantidad de llamas y alpacas. También hay una vía férrea paralela a la carretera. Debe ser para los minerales, pues no vi ningún tren circular.De repente a mi derecha aparece un "bosque de piedra”, en el que la formaciones rocosas parecen champiñones o vascos con chapela. La erosión sigue desgastando la roca y ahora veo unas formaciones como las chimeneas de la Capadoccia. A continuación en Cañahuas, hay un control, en el que todos los del autobús debemos bajar y pasar nuestras pertenencias por un escáner. No hubo ningún problema. Aquí mismo en este sitio tan desolado hay una desviación hacia Chivay, pueblo que está en el recorrido de Arequipa al Cañón del Colca. Si se va por este desvío tienes que pasar un alto de más de 4,910 m. más alto que el Mont Blanc en Europa o que las Rocosas en Norteamérica. Seguimos ahora por el término de Laguna de Pampa Blancam, zona de vicuñas, y junto a la vía férrea.
A eso de las 2 de la tarde, llegamos a Yura, donde hay una gran cementera, parecida a la de Olazaguatía. Desde aquí, ya solo nos quedan 25 Km, y la carretera ya se vuelve vulgar. Hora y media nos costó todavía llegar a Arequipa, ésta es la segunda ciudad más poblada del Perú y el tráfico es un descontrol. Cuando me instalé en el hotel, miré en la guía: habíamos pasado por La Reserva Nacional de Salinas y Aguada Blanca, (especial protección de llamas, vicuñas, alpacas y demás), Patahuasi y el Bosque de Piedras y al lado del Pasa de Patapampa, el de 4.910 m que comunica con Chivay.Pero de todo esto me enteré cuando leí la guía, por ello, mi sorpresa ante un trayecto tan fabuloso. En Arequipa (2.335 m), me fui al Hostal La Reyna, a 100 metros de la Plaza de Armas y al lado del convento de Santa Catalina. Genial, decía yo para mis adentros. Lo había reservado por internet y..., mi nombre no aparecía. Como soy tan espabilado con las tecnologías, había puesto reserva para el 26 y 27 de... agosto, en vez de julio. Bueno al final apañamos y por un precio ridículo, me dieron una habitación, que más bien es la habitación de un cartujo en penitencia, pero que a mí no me gusta. Solo tiene una cama y una pequeña estantería, nada más; no baño, no silla y por supuesto no tele. Mejor así, he podido leer y no engancharme a ese mando que va cambiando de canales. Hoy he hecho el recorrido típico por la ciudad en un autobús panorámico, en un viaje relámpago como diría Gila. 7 minutos en el mirador de Yanahuara, 5 en el de Tahuantisuyo (se divisan los tres volcanes de la ciudad, muy bien),10 en una tienda de venta de ropa de alpaca, medio minuto pasando por el palacio de Goyeneche y... 10 minutos en el Molino de Sabamdía, que es lo que yo quería ver y no he visto. Mañana me voy por mi cuenta a verlo. Llegar a la Plaza de armas, y un poco en memoria de mi amigo Ángel Huarte y recordando que los dos estuvimos comiendo en esta Plaza en Arequipa en un restaurante en lo alto de unos soportales, he comido como un marqués (foto). Luego dos piscos, que es lo que nos tomamos, aunque hoy los dos han tenido que ser para mí. Uno se lo he dedicado a él.
Nada más, mañana abandonaré la "ciudad blanca", que es como se le conoce a Arequipa, para ir a Lima. Por la mañana trataré de ver el molino de Sabandía, porque allí estuve con mi amigo Javier Casajús (Pedrete), y le hago un recuerdo a mi manera.
¿Qué es más bonito, Arequipa o el camino desde Puno hasta esta ciudad? Agur. Daniel
P.D. Gila decía que los viajes organizados eran viajes relámpago, que te ponías a mear en Bélgica y cuando acababas estabas en Francia.





AREQUIPA- LIMA-VUELO

Crónica del 6 de agosto de 2018

El día 28 de julio, me encontraba en Arequipa, etapa penúltima del viaje. Arequipa es una ciudad que gusta a todo el mundo. Llamada también La Ciudad Blanca. La arquitectura de esta ciudad es un formidable conjunto de edificios barrocos, extraídos de la blanca roca de sillar volcánico de la zona. En el año 2000, su casco viejo, fue declarado Patrimonio Mundial por la Unesco, sobresaliendo la imagen de su inmensa catedral (ocupa toda una cuadra o un lado total de la plaza), teniendo como telón de fondo la silueta del perfecto volcán Misti de 5.825 m. Debe de ser de fácil acceso. El primer día se sube hasta los 4.800, y el segundo día los 1000 m que quedan de desnivel. Yo no lo he hecho, me conformo con contemplarlo desde la plaza de Armas, con un buen Pisco.  
Como os decía, este día 28, amaneció para mi más temprano que lo normal, pues para las 4 y cuarto de la mañana, llamaron a la puerta de mi "celda", diciéndome que eran las cuatro y cuarto y que mi taxi me esperaba en la puerta del hostal. 


Medio sonámbulo salí para decirle a la recepcionista, que la hora eran las cuatro y cuarto  pero..., ¡de la tarde! Vuelta para adentro y a sobar un rato. A eso de las 9, me fui a ver el molino de Sabandía, de la época colonial y que en su tiempo, molía trigo, maíz y cereales. Está situado fuera del pueblo, pero se puede ir por tu cuenta tranquilamente agarrando uno de los minibuses que van para Sabandía. La gente es amable y te dice cuál y dónde es el que tienes que coger. El molino se reconstruyó, no hace muchos años, con esta piedra volcánica y tiene un bonito aspecto. Cuando yo fui había una señora embarazadísima haciéndose un reportaje fotográfico sobre su embarazo. El lugar es un encanto, y dentro del molino se pueden apreciar diversos aperos y varias ruedas de molino. Una funcionaba gracias a un canal de agua que habían encauzado hacía el engranaje. También había un pequeño zoo con las cuatro clases de camélidos que hay: llama, guanaco, alpaca y vicuña. A mí no me gusta para nada los zoos, pero ver a estos cuatro animales cerca unos de otros me hacen ver las diferencias entre ellos. Pero yo no había venido aquí por esto sino porque en el 1984 nos dejamos caer por aquí mi recordado amigo Javier Casajús (Pedrete) y yo. Él, con ese lenguaje tan socarrón que tenía, se puso a charlar con dos agricultores que aprovechaban el agua del molino para lavar zanahorias y..., tanta historia les contó que acabamos los dos comiendo a cada zanahoria cruda cada uno, tal conejo Bugs Bunny.
No tuve problemas para volver a casa y eso que eran fiestas patrias y había accesos cortados. 
Llegar a la plaza de Armas y, como despedida, comida en los soportales brindándoles al Misti y a mi amigo. Las últimas compras de rigor y, ahora sí, a las 4 y cuarto de la tarde, en taxi, al terrapuerto (terminal de buses), con un “taxisto” que puso "buenos" a los políticos peruanos y especialmente a los magistrados de la justicia. 
Perú estaba viviendo unos días totalmente indignados por los casos de corrupción de la corte suprema y de los jueces "estrellas", que se estaban publicando cada día en los periódicos, repartiendo audios, con las grabaciones incautadas.Yo el día anterior vi una manifestación muy bien ordenada y con muchos sindicatos y gremios detrás de sus pancartas, por la plaza de Armas, exigiendo la dimisión de todos los corruptos. Ya puesto en el autobús, solamente me tocaba esperar al compañero/a de asiento, pues iba yo muy bien ubicado, en el número cuatro que era en el piso superior enfrente de la vista panorámica y con ventanilla a mi derecha. No hubo suerte, quien me tocó en suerte fui un tipo, algo gordo, que estaba todo el rato viendo imágenes en el móvil. Mi innata curiosidad, me hizo mirar a su pantalla, esperando ver morbosamente imágenes " picantes ", y lo que había era..., clases de zapatos. Mi compañero era diseñador de zapatos y por lo que veía se traía el trabajo al bus.
El viaje discurrió monótono. 11 horas fueron, por una costa del Pacífico, que es un puro desierto. Al anochecer pasaríamos por las líneas de Nazca, pero nadie nos enteramos. 
A eso de las 10 y media de la mañana del domingo 29 de julio, llegaba a Lima.  Había dejado la segunda ciudad más poblada del Perú (unos 9oo.ooo habitantes), para llegar a la ciudad de Lima (más de 9 millones de habitantes), antaño denominada ciudad de los Reyes. Fundada como capital en 1535 por Francisco Pizarro, la ciudad ha sufrido de todo, desde terremotos, que prácticamente la destruyeron, hasta la invasión por parte de los chilenos en la Guerra del Pacífico en 1879-1883, en que la ciudad fue saqueada. Luego tuvo una fortísima inmigración de los "serranos", que venían huyendo del horror de la guerra entre Sendero y el resto, y todos los cerros que rodeaban a la capital se poblaron de chabolas, alcanzando Lima, en el 2007, la escalofriante cifra de 8,5 millones de habitantes.
Bueno, a mí me vino a buscar Mari Paz, a la que había conocido en 1984, y lo mío ya fue otra cosa, nada de chabolismo. Me llevó a su casa junto a los selectos barrios de San Isidro y Miraflores y me ofreció una señora habitación para mí. Lo primero "taza" y luego ducha. Salí como nuevo. Nos fuimos con su esposo e hija a recorrer parte del casco viejo de Lima. Estuvimos en la Plaza de Armas, que por cierto se hallaba cerrada al público, en parte por el enfado general por la corrupción. Luego el Jirón de la Unión, la Plaza de San Martín, San Francisco, Abancay y a tomar un Pisco Sawer en un bar clásico de los de antes, en el que su lema de bienvenida era: aquí se sirve el mejor Pisco Sawer de todo el Perú. Si era el mejor no lo sé. Pero que estaba muy bueno, sí. 
Me sorprendió no ver por las calles tantos "predicadores", que con la biblia en la mano gritaban discursos apocalípticos sobre el fin del mundo, la llegada de Jesús, y todo eso. Ahora había muchas estatuas "vivientes", pero en vez de ser individuales creaban una coreografía, como los "héroes de cómic americanos", "esclavos negros" haciendo diversos trabajos, y grupos parecidos. Después del pisco, como aquí dicen, a almorzar a un sitio "bien", pero..., en el que la cantidad era más bien escasa. Aún tuvimos Mari Paz y yo, ganas de dar una vuelta por el Barrio bohemio de Barranco, convertido ahora en atracción turística, haciéndonos una foto en el puente de los "suspiros".
El lunes día 30, con mi querida amiga hicimos las últimas compras de rigor, y luego nos fuimos a comer al elitista complejo de Regatas, con playas privadas mirando al Pacífico. Para que os hagáis una idea, yo pude entrar porque un socio me llevó. Para hacerte socio tienes que ser hijo de socio, y, si no, la broma para aquel que no teniendo progenitor socio, quiere hacerse, le sale por 11.000 $. Bien comidos, bien bebidos y..., al aeropuerto, que queda bastante lejos de la ciudad. Nos despedimos y me puse a hacer cola para la sacar la tarjeta de embarque y "meter" la mochila. Fui a hacer uso del móvil, para agradecerle todo a Mari Paz, cuando..., ¡no lo tenía! No me lo podía creer, con todo el cuidado que había tenido todo el mes y ahora, en el último momento... La chica que estaba detrás de mí en la "cola" me prestó el suyo para hacer una llamada. Con el corazón encogido llamé a Mari Paz y... estaba conduciendo de vuelta a su casa. Me dijo que iba a para en un costado y mirar a ver si estaba por el coche y..., al poco recibí su llamada diciéndome que sí que estaba caído en el coche, junto con las gafas y que en 20 minutos estaría en el aeropuerto, como así fue. Esto había que celebrarlo, pase el control de pasaportes y me fui a la sala VIP, pues tenía una tarjeta que me dio la CAIXA. Genial, había de todo aunque mayormente cosas de desayuno y frutas. Tomé una gran taza de café y pasé al bar. Yo pensaba que allí las consumiciones serían pagando, pero..., el camarero me dijo que servían dos consumiciones de cortesía. Yo como los que van a Arróniz a por la tostada de aceite porque es gratis, pedí un Wisky escocés (no tengo ni idea, pero como era gratis...), y luego otro, y así hice el cupo. No tuve problemas para subir al avión con todo lo que decían de la compañía Plus Ultra. Esta vez me tocó compañía… femenina, pero era casi una niña que iba con un gigantesco peluche. Afortunadamente los dos asientos de adelante estaban libres (los único del avión), y en cuanto despegó me pasé a ellos. Ya tenía experiencia del viaje anterior, pero eso de tener que pasar 11 horas, quieto y sin pantallita en la que puedes ver la trayectoria del avión o películas, me ponía de los nervios.
A la hora de la cena un poco de pollo con arroz y para beber había: agua, coca cola o zumo Don Simón. Cuando la azafata me fue a servir tan "suculenta "bebida le dije medio en broma medio en serio: ¿No puede ser vino o cerveza? Me miró cual cómplice, frenó el carrito y se fue caminando al lugar donde ellos tienen la comida y todo eso. Al poco rato, vino de allí, trayendo escondido en un bolsillo de su "mandarra", y sin que nadie lo viera, una botellita de vino Rioja de marca "Cune". Cual baloncestista que va a "meter" una bandeja, y antes de encestar esconde el balón detrás de la espalda, así hizo ella, deslizando el preciado licor al asiento de al lado y cubriéndolo con una mantita. El vino clandestino que más a gusto he bebido. La " complicidad "tiene su encanto. Brindé y bebí por la azafata y así..., después de 11 horas, aterrizábamos en Madrid. 
La mochila tardó en salir un rato, pero no me preocupé mucho, pues el trayecto había sido Lima-Madrid. Salió, pase el control sin ningún problema, bueno sí, ahora hay que poner el pasaporte en una maquinita y estampar tu dedo índice y a continuación dirigirte a la puerta de salida donde un poli te dice que salgas, que todo bien.
Me fui en bus a la Avenida América y allí agarré un bus de lujo a Zaragoza. Noche en "mañolandia " y el día 1 a eso de las 11 de la mañana llegaba a Pamplona poniendo así fin a mi viaje por este año. Agur. Daniel.