lunes, 19 de septiembre de 2011

Viaje y Lima








Un amigo me llevó a Bilbao a las tres de la madrugada, y luego se volvió a Pamplona. Estuve esperando hasta que abrieron el aeropuerto a eso de las cinco y luego hacer los trámites del embarque para salir hacia París a las 7 de la mañana. El vuelo a París sin mayor problema, pero luego en la capital francesa, empiezan mis problemas. Afortunadamente dormí casi las dos horas del trayecto, pues estaba muerto y lo que me esperaba era para estar vivo.
No se quien idealizó los aeropuertos, pero este de París es un KAOS aparente.
Primero tienes que saber a que terminal vas, no basta que llegues y salgas del mismo aeropuerto.
Una vez conseguido esto, por señas claro, porque mi macarrónico francés, no es como para hablarlo en Francia, tienes que agarrar un autobús e ir a la terminal que te corresponde, en mi caso a la terminal 2F, la cual aparecía minúscula en el billete que me dieron en Bilbao. Luego pasas varios controles de seguridad, y en uno de ellos me preguntaron si llevaba en la mochila de mano cámara fotográfica. Respondo que sí, entonces me dice si "smol" o "big" (vaya cacao de idiomas que llevaba yo). Le respondo que big, que es una palabra fuerte y sonora.
La de seguridad se sorprende y me va a hacer abrir la mochila de mano antes de pasarla por los rayos X. Yo me sorprendo de que se sorprenda y digo: "smol", "smol" . Ella se sonríe y para adelante.
Encontré mi puerto de embarque la F 51 y de aquí no me muevo hasta que me monte en el avión, no vaya a ser que me pierda y tenga que volver a utilizar mi macarrónico francés con intervalos de inglés.
Por lo demás, lo de siempre, de famosos ni uno, y de bellezas espectaculares tampoco. Todos como nosotros pero que hablan francés y se desenvuelven bien en este mundo aeroportuario. Cada vez me sorprendo y me pregunto a mi mismo cómo sobreviví y no perdí ningún avión en los aeropuertos de Bangkog, Delhi o en el de New Jersey en Estados Unidos.
Aún me queda Caracas, que como cambio de Compañía, no tengo todavía ni tarjeta de embarque. Menos mal que como allí hablan "caraqueño", me aclararé. El vuelo desde París fueron 9 horas, mas de 7.000Km. No hubo incidentes destacables, solo que daban un vino bastante bueno, e hicimos uso de él.
Pregunté a las azafatas sobre como conseguir la tarjeta de embarque para Lima, y no tenían ni idea. El caso es que al llegar a Caracas, fui a conexión con vuelos internacionales y me dieron la dichosa tarjeta, así de sencillo. El aeropuerto era pequeño, para mí mejor, así no me perdía, y pobre, había mas gente sirviendo en las tiendas, que gente comprando.
Sorprendente, el bar que mas vida tenía era el " Memphis", totalmente americano, para recochineo con Chaves. Salimos y llegamos puntuales a Lima, después de otras tres horas y media.
¿Y la mochila ?. Yo ya la daba por perdida. Estuve media hora en la cinta transportadora n° 1 y no apreció. Cuando ya iba a reclamar me di cuenta que el vuelo de Caracas, era en la cinta n° 4, y que allí había una mochila solitaria dando vueltas. La mía. Ya lo dice la ley de Murphi, las cosas funcionan mejor cuando se enchufan. Yo digo, las mochilas se recogen cuando vas a la cinta que corresponde. Con las prisas y la emoción salgo a toda velocidad pero antes hay que pasar como por un arco y apretar un botón. No sabía ni para que, y tampoco recuerdo que color me salió, pero es muy curioso. Si te sale verde, pasas sin declarar, si te sale rojo te abren las maletas. No hubo problemas y salí al exterior donde ya me esperaba Mari Paz, que me llevó a su casa.
Estos dos días en Lima han sido de Pisco Sawuer y Ceviche en Regatas (club de muy ricos a orillas del Pacífico), recorrer la Plaza de armas, contactar con los amigos que llegaban y comprar los boletos en bus para Puerto Bermúdez, parando antes en La Merced y pasando por la Oroya. Mañana domingo comenzamos "el viaje". Daniel
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