lunes, 19 de septiembre de 2011

Adiós Lima






El domingo 3 de Junio a eso de las 9 de la mañana abandonábamos la "Ciudad de los Reyes". El día anterior, sábado y como despedida nos fuimos todos, incluidos Mari Paz y Eduardo a tomar unas cervezas a la zona bohemia de Barranco. Había música en directo y un ambiente juvenil discotequero y también de los bohemios trasnochados como yo que se enternecen oyendo "Yolanda" de Milanés. Una cerveza más y le hacemos el dúo al cantante.
El domingo suele ser el día de la depresión, todo está cerrado y la gente va triste por las calles. Así ocurre en todos los países del mundo (si no juega Osasuna), y es por ello que elegimos esa fecha,
El comienzo del viaje fue por los barrios del extraradio como Yerbateros, nada que ver con Miraflores, San Isidro y los lugares por donde nos movimos. Iba muy despacio, como si quisiera recoger clientes como si fuera un taxi. Ya en la primera parada empezaron a subir vendedores ambulantes, pero estábamos demasiado cansados como para hacerles caso.
En un continuo duerme vela continúa el viaje, y es que yo había comprado el pasaje para ir arriba, en el primer asiento pegado a la cristalera para disfrutar del paisaje, bueno, pues a los de la empresa ni se les ocurrió mejor manera de anunciarse que poner el nombre JUNIN en letras bien grandes en la cristalera. Lo cual hizo que tuviera que mirar entre la J y la U , o entre las "piernas" de la N. El caso es que empezamos a subir el alto de Ticlio de 4.818 m. Todo es una zona minera, sobre todo de plata pero también se encuentran otros minerales. Cuando de repente, a unos 4.000m se pone a nevar ¡Increible! Todos los cerros y los alrededores blancos. Algún coche en la cuneta y sorprendidos por la nieve subiendo el Ticlio . Llegamos a la cumbre y sentí ligeramente el "soroche" o mal de altura y una pequeña opresión en el pecho, que dificultaba la respiración.
Bajamos unos pocos metros y paramos en La Oroya. Pueblo minero importante y núcleo de comunicaciones. Allí comimos, sopa y pollo guisado y ya nos recuperamos. 2 euros el menú. Dejamos el cruce que va hacia Huancayo y seguimos hacia La Merced.
Sorprendente, bajamos una hora, y ya en 3.000m nos encontramos con Tarma. Un pueblo dedicado totalmente a las verduras. Ver para creerlo: apio, alcachofas, coles, zanahoria, lechugas,etc, en grandes cantidades. En el pueblo gran cantidad de tiendas dedicadas a fertilizantes y a híbridos de espinacas y cosas de esas.
Seguimos hacia San Ramin, por una carretera en muy buen estado, asfaltada y cuidada, pero es como un cañón con un precipicio a la izquierda, que corta el hipo. Yo veía el río Tarmaunas a veces sí, a veces no, por la profundidad del cañón. Seguimos bajando y bajando y entramos en una zona de naranjales y de frutas de todo tipo.
A eso de las cinco y media de la tarde, llegábamos a La Merced. Zarra y yo, a buscar hotel y los otros a cuidar las mochilas mientras.
El pueblo está muy bien, y el hotel que pillamos, El Paraíso, muy bueno. Como ya era tarde y nos encontrábamos bien, regateamos un buen rato el precio y por 40 soles la doble, y 30 la individual, nos las dejó. Un euro son 3,80 soles, para hacerse idea.
Contratamos también un todo terreno para venir a Puerto Bermúdez y quedamos para el día siguiente a las 7 de la mañana en nuestro hotel. Los cinco iríamos en la "cabina", Zarra y yo junto al chofer y los otros tres detrás. Los demás pasajeros irían en la parte de atrás de la camioneta.
Bueno por acabar esta crónica, os diré que sin mayores problemas y después de 7 horas de viaje, llegamos a Puerto Bermúdez. Tuvimos que atravesar 7 riachuelos, poner varias veces la reductora, y convencer a un conductor de un trailer que se había quedado cruzado en la carretera por el barro, que tirara para atrás y nos dejará paso. El tipo tenía miedo y´no quería dar marcha atrás. Mas vale que estábamos unos cuantos y le hicimos entrar en razón.
Precioso el camino por toda esta ceja de selva, con cascadas a los lados y riachuelos por doquier.
Sin mas contratiempos, llegamos al albergue Humbolt, y allí nos recibió el navarro Jesús Löpez de Dicastillo, natural de Barbarin y viajero empedernido que decidió instalarse aquí. El albergue está muy bien y es casi como un consulado navarro.
Bueno, otro día más. Daniel

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