El 27, miércoles, nos levantamos para las 7 y desayunamos bien, que luego nunca se sabe. Cambié algo de dinero en un cajero para ir tranquilo y acto seguido, con las mochilas al hombro, nos encaminamos hasta el muelle flotante de Manaos. Compramos los pasajes al precio oficial, 200 reales y nos encaminamos a nuestro barco, el Amazonas Star.
Para las ocho y media ya habíamos colocados nuestras hamacas (red). Es importante venir pronto y así poder elegir sitio para colocarla. A Zarra por unos minutos, se le traspapelaron los pasajes y no los encontraba, finalmente los encontró y se pasó el susto. Nuestros pasajes eran para el segundo piso y decían que tenía aire acondicionado. Son ya las 10 de la mañana y como el barco no sale en teoría hasta las 12, la familia que se ha instalado a mi lado, saca los platos y a zampar. El más pequeño teta, claro está. Otros extranjeros han venido y han colgado sus hamacas a nuestro lado. Es algo así como autoprotección. El barco es grande, tiene cabida para más de 700 pasajeros, y hay letreros con Salmos por cualquier sitio. Poco a poco va subiendo más gente, no mucha.
Increíblemente hemos salido a las 12 que era la hora anunciada, pero a las 12 y media estábamos en otro muelle de Manaus, donde ha empezado a subir gente en cantidades industriales. El caso es que casi nos quitan el sitio, metiendo sus hamacas entre las nuestras. Ahora vamos "apretaditos". En el bar se despachan cervezas y hay música.
A mí que voy "solo" el mundillo este de mucha gente y un poco de follón me gusta. Ahora estoy escribiendo en la "terraza" contemplando Manaos y tan a gusto.
He podido hablar con Ricardo el aragonés, iba en otro barco muy próximo al nuestro, aunque mas viejo también con destino Belem. Alli quedamos, ya veremos si nos vemos.
A eso de las tres y media del mediodía comenzamos a movernos. Leí y casi terminé Calle Amazonas, el libro que cuenta las peripecias de Bernardo Gutiérrez en su bajada por el Río desde Manaos hasta Belem.
Observo desde mi asiento en la terraza como una joven madre está venga teclear el móvil, y a su hijo pequeño no le hace ni caso. El crío quería mear, bueno, finalmente la madre se dio cuenta y... alli mismo por la cubierta del barco dejó una "regata", total, el sol la secará en unos instantes, como así sucedió.
Nadie se pone nervioso con la tardanza de la salida, la gente se saca fotos con Manaos al fondo e incluso saludan a aviones militares que nos sobrevuelan.
Manaos está sobre el Rio Negro, unos 15 Km más arriba del Amazonas. A la media hora de partir vimos muy bien el encuentro entre las dos aguas. Se ve perfectamente el trecho que corren paralelas las aguas, sin que el Amazonas diluya las aguas del Negro. El capitán nos dejó pasar al puente de mando y desde allí Zarra y yo tiramos unas cuantas fotos a este encuentro de las aguas.
Más tarde vino una chica con varias cajas de zapatos y colgó la hamaca donde las nuestras, nosotros la llamábamos "la de los zapatos", hasta que ella nos oyó y nos dijo que se llamaba Paola.
La gente en el barco se divierte como puede. Las partidas de dominó y de cartas se llevan la palma.
Después de cenar televisaban el Santos- Flamingo. Se vivió con "pasión" por parte de las "torcidas" de ambos equipos que había en el barco. La mayoría eran hinchas del Flamingo, donde juega Ronaldinho, pero había un respeto hacia los hinchas del Santos donde juega Nylmar. El partido acabó con un sorprendente 5 a 4 favorable al Flamingo, pero el mejor del partido fué Nylmar. Me pareció fabuloso. Estuvo interesante compartir el partido con ambas hinchadas y observar su comportamiento, sus gritos, saltos y hasta lloros.
A eso de la 11 de la noche,a la hamaca. Como estamos tan apretaditos, uno me mete el pie en la cara, con otro tiemblo de que se le desate el nudo de la hamaca y me caiga encima. A mi izquierda tengo un poste con el que choco, pero que también me sirve muy bien para darme balanceo y para ayudarme a bajar del chinchorro, que según a qué edades no es tan fácil como parece y hay que buscarle el punto de apoyo para bajar y no salir despedido.
Ah!, las temibles cucarachas o escarabajos gigantes negros no vinieron. Sería que como navegamos por el centro del Río y a partir de la desembocadura del Negro es muy ancho, las orillas quedaban lejos.
Dormí a ratos, supongo que como los demás extranjeros, porque los "nativos" le tienen bien cogido el truco a esto de las hamacas y duermen de través, dos e incluso tres en las posturas más inverosímiles para mi.
El mayor hincha del Flamingo intenta vendernos mascotas de su equipo.
El día 28 de julio, jueves, para mí amaneció para las 5 y media, pues a esas horas ya estaba en la proa del barco fotografiando la aurora. Entable conversación con una chica muy guapa que había en el barco y cuando le pregunté a ver cuanto ganaba me dijo, que el salario mínimo que son 545 reales. Muy poco dinero para lo cara que esta la vida en Brasil. Una cerveza cuesta 3 reales. Pasamos ahora por un pueblo limpio que se llama Parintins mencionado también en el libro Calle Amazonas. El día transcurre monótono. En un barco del Amazonas hay muy poco que hacer salvo tumbarse y dormitar, leer si tienes luz, tratar de hablar con desconocidos, pasear de cubierta en cubierta y reflexionar sobre todo lo que no tiene arreglo: la vida, la muerte, la vejez, lo que has hecho hasta ahora, lo que habrías podido haber hecho, ....
A eso de las 11 y media a comer. Aquí no esta incluida la comida sino que tienes que pagar un vale de 8 reales e ir al saloncito donde todos los días dan lo mismo: arroz, frijoles, tallarines un poco de ensalada y carne o pollo. Siempre lo mismo, tanto para comer como para cenar. Vas a comer por romper un poco el tiempo. Después, hamaca, lectura, cerrar los ojos,etc...
A eso de las 12 y media llegábamos a Juruti. Aquí baja gente, entre ellos una chica negra que iba con una pamela blanca y a la cual fotografié.Desgraciadamente el gorde que me mete el pie en la cara no se baja, creo que tendré que soportarlo hasta Belem.
Son las 2 del mediodia y seguimos en Juruti. Han subido 5 tipos de la poli, estilo hombres de Harrilson, con el dedo en la metralleta. Creo que al único que han molestado con los papeles es a un negro negro, que es etíope aunque vive en Nueva York. Por fín, a las 2 pasadas salimos.
Dormí la siesta o lo que sea porque aquí las horas tienen un sentido diferente.
Nuestra siguiente parada de ese día fue Obidos, cerca del río Trombetas, lugar a donde huyeron esclavos negros que se escaparon de las plantaciones y se instalaron más arriba de la primera cascada de este río fundando unas poblaciones llamadas Quilombos, que vinieron a ser un África dentro de la selva amazónica y que formaron parte de las historias de la amazonía.
Sigue sin llover, y no hay mosquitos. No me lo puede creer. Los atardeceres al no haber nubes y estar tan lejos el barco de las orillas, no son tan espectaculares como los que vi muchos años antes.
Navegamos a una velocidad de 14 ó 15 nudos, pero creo que hasta el domingo no llegaremos a Belem. Imaginad una distancia de 1.700 Km y recorrerla a 20 Km por hora, vereís lo que cuesta, Eso es lo que hacemos. Pero aquí la gente no se inmuta ni mucho menos , ni por el espacio, ni por el tiempo, ni por los baños.
Los baños no están bien y eso que hay una persona encargada de su mantenimiento, pero huelen fatal y hace un calor espantoso. Las chicas que van en el barco se cambian dos y tres veces de vestido, salen de las duchas como princesas. Llevan la mayoría dos grandes maletas, en una la ropa y en la otra los maquillajes, cremas, desodorante y todo lo que podáis suponer, total para subir al bar e irse luego a la hamaca. Coquetería femenina acentuada en estas mujeres brasileñas.
Yo en cambio, me puse el "traje de faena" para los cinco días de barco y hasta que lleguemos a Belem nada.
Que conste que cuando compramos los pasajes nos dijeron que llegaríamos el sábado y que el barco iba directo. Lo que ocurre es que la interpretación nuestra de directo es diferente a la de ellos. Este barco para en todos los pueblos. Directo debe querer decir que vas todo el rato en el mismo barco, sin hacer transbordo. Ay! me acaba de caer una cucaracha y son las 9 menos cuarto de la noche, antes caían a las 7 y media, ahora como la orilla está más lejos les debe de costar bastante más llegar y a pocas.
A eso de las 10 de la noche llegábamos a Santaré. El puerto se ve moderno y hay un gran silo de la empresa Carguil, que carga soja en un carguero gigante chino. Santeren debe de ser el mayor productor de soja mundial. Estamos al lado del rio Tapajós y vamos a pasar la noche anclados aquí.
A la mañana siguiente un paseo por el puerto de Santarem que estaba llenísimo de barcos de pequeño y gran calado para recorrer los pueblos ribereños del Tapajós y del Madeira que desemboca un poco mas adelante. Luego rápido al barco, porque en cuanto empieza a subir gente, tiemblas, pues aunque crees que ya no hay sitio para mas hamacas, ellos te demuestran que al lado tuya aún cabía alguna mas,
Salimos de Santarem y por la tarde nos desviamos por un brazo del río para llegar a Monte Alegre. Antes ví un precioso delfín rosa (boto), nadando paralelo al barco.
También ví en este pueblo algunas lágrimas de despedida de enamoradas cuando el chico cogía el barco.
El día 30 de julio por la noche, el barco volvió a parar dos veces, una fue a eso de las dos de la mañana y la gente que estaba en el embarcadero, tenía una juerga de aupa, luego a las 3 otra vez y ahora subieron un montón de vendedores, al grito de : ! queso! !queso! Nadie se enfadó ni les mando callar.
Nosotros queremos llegar; sin embargo, la gente de allí lo que quieren es estar, sin preocuparles la hora ni el tiempo, ya llegaremos.
El espectáculo de la mañana es otro. Desde la ribera vienen decenas de embarcaciones, piraguas pequeñas manejadas por niños y en algunos caso por las madres. Son los riberinhos. Se colocan perpendiculares al barco y a una distancia prudencial y desde el barco, la gente les va arrojando bolsas de plástico, con ropa o comida. Ellos la recogen una o dos según la suerte y regresan para sus orillas. Es algo ya admitido y se ve como algo normal. Más adelante vamos a ver un espectáculo mas curioso y arriesgado. Piraguas tripuladas por dos niños esperan que el barco pase cerca de ellos, entonces reman con todas sus fuerzas y... lanzan un gancho muy largo para atrapar las ruedas de camión que lleva el barco como parachoques. Una vez enganchado el hierro, sujetan fuertemente y se ponen paralelos y rozando el barco. Con cuerdas logran amarrar la piragua al casco y luego trepan por las ruedas para subir a cubierta y vendernos las frutas que traian en unas cestitas, en este caso guayaba . Increíble la fuerza y la maña para hacer todo esto.
Seguimos por el Amazonas, pero luego tendremos que coger un "estrecho" para ir hacia Belem. Tenía yo interés por ver donde se cogía este cruce y vi que era en un pueblo que se llama Breves, a partir de aquí volvemos a coger el río grande. El atardecer de esta nuestra última noche en el barco es muy bonito.
Por fiín, el día 31 de Julio a las 6 y media de la mañana , como los pastores siguiendo la estrella, veíamos los rascacielos de Belem y entrábamos en el puerto. Habían sido casi 5 días de viaje, pero lo que empezamos el 1 de Julio en Lima, en el Pacífico, lo finalizábamos hoy 31 de Julio en Belem a las puertas del Atlántico. Habíamos recorrido suramérica de oeste a este quizás por su parte mas ancha y... lo habíamos conseguido. Estábamos contentos. Daniel
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