lunes, 19 de septiembre de 2011

De Tabatinga a Manaos por el río Amazonas
















El Día 20 de Julio, es miércoles, pero en Brasil es la cuarta feira y, además, es una hora más. Todo esto hay que tener en cuenta que si no luego tienes unas sorpresas que te descolocan.
Empezamos pues adelantando una hora el reloj y, después de desayunar huevos revueltos ( queríamos pericos, pero se equivocó la camarera), con dos motocarros como los de la India fuimos hasta el pueblo brasilero de Tabatinga.
No estamos mucha gente para embarcar, supongo que luego se irá llenando.
El barco es el Oliveira IV y está muy bien. Solo admite pasajeros y la posible carga que traigan estos, que en algunos casos es voluminosa. Son diferentes estos barcos brasileros de los peruanos, estos no tienen una gran superficie plana, ni bodega como los otros, sin embargo cabemos más pasajeros. En el nuestro alrededor de 200. Hay camarotes de dos plazas y suites. Los camarotes son caros, unos 800 reales que al cambio son casi 400 euros. Las suites son 1000 reales, o sea, unos 500 euros. Prohibitivo para nuestro presupuesto, o sea que como la mayoría de los mortales que viajamos en este barco... hamaca, que cuesta 170 reales, unos 80 euros y además están incluidas las comidas.
Los trámites aduaneros fueron duros, nos registraron bien todas nuestras mochilas y luego un registro personal exhaustivo en el que nos tocaron... todo, por ver si llevábamos droga ( supongo).
Me ataron la hamaca a los hierros (los empleados del barco) y me acomodé al lado de la televisión. Craso error como pude comprobar esa noche.
Subí al tercer piso que es donde se encuentra el bar y la terraza para charlar y tomar el sol además de fotos pero.... no sirven bebidas alcohólicas, ni cervezas, ni caipirinhas. Inconcebible en Brasil, pero resulta que el patrón del barco, pertenece a una secta evangélica de las que tanto abundan por aquí y lo ha dispuesto así. Al cambio 1 euro son 2,3 reales, para hacer los cálculos, lo mas fácil es dividir por 2 y así siempre salimos ganando.
Lo que resulta increíble, con los días que llevamos de viaje, es que aún no nos haya llovido aquí, cerca de la línea equinocial del ecuador y, mejor todavía, no hay mosquitos. Increíble ambos factores.
Salimos a la hora, a las doce en punto, algo inaudito en los barcos estos, y para la 1 y cuarto estábamos en Benjamín Constant. Había aquí un compra~venta constante entre los del barco y las vendedoras del muelle. La mercancía eran telas y almohadones. Con el tiempo vimos la utilidad de ambos y el porque vendieron tantos.
El viaje algo soso. Cuando estoy contemplando las orillas desde la terraza del piso superior, se me acerca un tipo con una larga coleta, gorra con la efigie de París, y me habla.
Me había visto en Leticia, se llama Ricardo, es de Zaragoza, y trabaja en la Guayana Francesa. Genial
Le asalto a preguntas sobre Manaos, Belen y la Guayana. Lleva 20 años viajando y viviendo fuera de su Zaragoza natal. La última vez que fué a Zaragoza para quedarse un tiempo largo, aguantó tres meses; echaba en falta, el color de la selva, los olores y la gente de suramérica y en especial del Caribe.
Me comenta que el viaje hasta Manaos, se nos va a hacer muy largo, pues lo normal en estos barcos brasileros es que haya cerveza, caipirinha, altavoces y música a todo volumen y así la gente se enrolla, se divierte, algunos ligan y el viaje se hace más ameno
La explicación a todo esto es lo del dueño y las sectas evangélicas que aquí proliferan como las plagas de Egipto.
Los pueblitos que se ven en las orillas, están mucho mas cuidados y conservados que los peruanos y todos tienen techumbre de calamina, puertas, ventanas y cerrados los laterales.
Llegó el atardecer y... no hay mosquitos, pero a eso de las 7 y media de la tarde, siendo ya noche cerrada, empieza a caer una plaga de cucarachas o escarabajos voladores gigantescos, atraídos por la luz del barco desde las orillas de la selva que hacen que el suelo se vuelva negro. Pero eso no es lo mas importante, lo que realmente fastidiaba es que también caen sobre ti, proporcionándote un toque de unas sensaciones indescriptibles,... de asco. Te asustas, le das un manotazo y se lo tiras al que más próximo está de tí. Al cabo de una hora el piso estaba negro, caían de espalda y morían, tú los pisabas y... cra-cra-cra, crujían.
Lo malo fue que como mi hamaca estaba cerca de la televisión también me caían dentro y no podía dormir, me levanté enfadado y me subí al bar a ver pasar la corriente de agua, las estrellas y todo lo que hiciera falta hasta que desaparecieran las cucarachas gigantes.
Cuando volví aún tuve que pelearme con dos o tres, pero luego se paró el ataque y pude medio dormir vigilante ante el acoso de los bichos asquerosamente negros.
A la mañana siguiente me fui a desayunar al comedor del barco o refrectorio. Un pequeño habitáculo con capacidad para 20 personas. Los demás hacen "cola" hasta que termine el turno y luego entran.
Como ya nos había adelantado Ricardo, a eso de las 7 y media, en San Antonio de Ica, subió la policía brasilera al barco. Un registro superexhaustivo a cada uno de nosotros, (menos a mí, casualmente). Vaciaban el contenido de las maletas, inspeccionaban los fondos y echaban líquidos de contrastes, supongo que para detectar drogas. Hasta estuvieron por rajar una zapatilla de deporte porque aparentemente pesaba más de lo normal. Los flotadores del barco tampoco se salvaron del registro. Al final, no hubo detenciones y proseguimos el viaje. Para comer, lo de siempre, arroz y pollo. También había espaguetis y, estaba bien guisado. Yo como lo que me echen.
En este segundo día, por la tarde, la gente pasa el tiempo como puede, unos jugando al dominó, otros como mis amigos a las cartas y, otros tratando de adivinar en las miradas con quien se puede ligar. Yo contemplo el Amazonas para distinguir los bufeos o delfines rosas.
Ricardo con una "cuadrilla ' de extranjeros, consiguieron " cachaza" en una de las paradas del barco y han hecho "corrillo" para trasegarla. Aunque gentilmente me invitaron, deseché la propuesta. Yo casi como el patrón del barco, medio evangélico hasta que lleguemos a Manaos.
También curioso lo del patrón este, en el comedor obligan a todos a comer sin gorro de ningún tipo, a cabeza descubierta; serán normas evangélicas que todos acatamos si queremos comer.
Por la noche temíamos el ataque de las cucarachas, pero hubo menos enemigos que la noche anterior. Sin embargo a Zarra y a Gema, a eso de las cuatro de la madrugada, les penetró un bicho de estos por el mosquitero (habían instalado un mosquitero) y montaron un escándalo de aupa con el susto y la sensación que da el puñetero bicho.
La mayor preocupación de la parte de arriba, donde está el bar, es manejar bien la manivela que comunica con la antena giratoria de la televisión, para seguir las telenovelas.
El viernes 22, terminé de leer la Locura Equinocial de Lope de Aguirre, de Ramón J. Sender, y comencé a leer Manos de Vazquez Figueroa, para ambientarme (al final del día también lo había terminado).
Los argentinos vinieron y me grabaron una entrevista, dijeron que era para una televisión local argentina. Lo cuento por si acaso alguien me ve por el país de los "Ches" y no sabe de que va el asunto. La comida igual que los demás días, salvo la variedad de carne por pollo. No quiero echarme la siesta en la hamaca, porque luego me cuesta dormir.
Felizmente este día no fue malo del todo, se estropeó la antena de la televisión, no sufrimos el asedio de la policia de río, y... las temibles cucarachas no hicieron su aparición. Quizás navegáramos algo más lejos de las orillas y no tuvieron fuerzas para llegar hasta el Oliveira IV. Los argentinos pasaban la tarde alrededor de su "mate", pero habían pagado 1000 reales por cada suite y tambien tenían que hacer "cola" para comer y las cucarachas no hacían distinciones entre los de hamaca (nosotros), camarote o suite. A todos sorprendían desagradablemente. Me costó dormirme esta tercera noche y a eso de las 12 de la noche estaba tratando de adivinar desde la terraza del bar cual era la Cruz del Sur que habíamos visto la noche anterior. Creo que la localicé pero no estoy seguro. Lo que sí localicé fue a un francés, marsellés, (llevaba grabada en una pierna Made In Marsella), ligando con una brasilera con la excusa de sacarle un foto. Se como acabó la noche, pero queda en los pormenores y anécdotas del viaje.
Mañana por la mañana llegaremos a Manaus y tengo unas ganas locas de pillar un Ciber Cafe y ver las noticias del Tour y vuestras notas.
El día 23 sábado a eso de las 8 de la mañana entrábamos en el Río Negro. No pudimos ver bien la famosa divisoria de las aguas negras de uno y chocolate del otro. Para cuando nos dimos cuenta el agua era totalmente negra.
Divisando los rascacielos de Manos aún tuvimos la visita de la policía, aunque esta vez no nos registraron sino que contaron los flotadores, lanchas salvavidas y toda esa infraestructura del barco.
Por fin a eso de las 10 del día 23 entrábamos en la mítica Manaos.
Fuimos con nuestras mochilas hasta el residencial Rio Negro Guest House, que había leído en el libro Calle Amazonas de Bernardo Gutiérrez y.... estaba completo. Por más que le enseñé a la señora el libro donde se mencionaba el lugar, y el nombre de su marido que era alemán y se llamaba Federico, me dijo que lo sentía, pero que el hostal estaba lleno y que su marido... había muerto en este último año. Ya sabeís, te acompaño en el sentimiento y... a buscar otro hotel, que felizmente, tras muchas vueltas, regateos, amagos de escape y todas esas artimañas que utilizamos, conseguimos a un buen precio en el Internacional hotel, cerca de la Plaza de La Matriz y al lado de la Avenida 7 de Setiembre.
Por la noche fuimos al Opera House y, de verdad, quedé impresionado. Mucho sería decir que merece un viaje por ver esto y sobre todo por imaginarte lo que fue en los años anteriores y posteriores al 1.900 cuando la industria del caucho estaba en su esplendor.
De verdad, impresiona el edificio. Nos quedamos a cenar como turistaas ricos en la Plaza San Sebastián, contemplando al alcance de la mano el palacio de la ópera iluminado y degustando una dorada bastante salada, con bien de cervezas. Buen momento para disfrutar del Teatro de la Ópera, un edificio construido por aquellos extravagantes señores caucheros que mandaban la ropa a lavar a Londres o a Lisboa y que construyeron una fuente que manaba Champan Francés en plena selva amazónica, pero esa es otra historia. Disfrutaré estos días del Palacio de la Ópera, del puerto flotante y.... de las caipirinhas. Agur. Hasta otro día, hoy ya teneís bastante lectura. Daniel

1 comentario:

Syrak dijo...

Muy interesante tu blog, en unos meses ire a Manaus, quiero llevar mi bicicleta, crees que la policia me lo puede retener?. Gracias, Atte Isabel.