lunes, 19 de septiembre de 2011

Leticia









Tres días en Leticia han sido suficientes para coger aire y fuerzas para proseguir hasta Manaos. Esta ciudad de 30.000 habitantes, y situada a solamente 77 m de altitud sobre el nivel del mar, aunque no tiene nada especial, es muy agradable. Yo la definiría como la ciudad de los "cascos de moto". La mayoría de gente se desplaza en motos de pequeña cilindrada, hay moto-taxis, que por un euro te llevan a cualquier lugar de la ciudad. Bueno, todo el mundo lleva el casco. El conductor lleva el suyo y otro en la mano para ofrecérselo al cliente, pero muchos de estos prefieren el suyo y van paseando por la ciudad con el casco colgado del brazo.
En estos días eran fiestas amazónicas, con elección de reina y festival para los tres pueblos: Tabatinga (Brasil), Santa Rosa (Perú) y Leticia ( Colombia).
Es curioso que estando los tres pueblos casi juntos, bueno Leticia y Tabatinga estan seguidos y tienen la misma calle, Santa Rosa sin embargo está al otro lado del río, sean tan diferentes. En Leticia el habla ya es cantarín. como hablan los colombianos que conozco. El ceviche ya no es el rey de las comidas, y se prepara de forma diferente al del Perú. Aquí el rey es el "tinto" ( vasito de café negro ) y los huevos pericos en el desayuno, amén de los jugos de mora, maracuyá, naranjilla, etc.
Casi todos los días para cenar "Pirarucú" a la plancha. El menú ejecutivo del mediodía es muy barato, unos dos euros y lo sacan bastante completito, eso sí, con arroz. No hemos hecho nada especial, disfrutar de la gastronomía y... todos los trámites burocráticos para entrar y salir del país, pues mañana salimos de Brasil
Pensé en ir a Puerto Nariño y desde allí al poblado de San Francisco, donde estuve viviendo unos días en el 85, pero no me venían muy bien las combinaciones de los barcos y además, la vida no es el pause y el replay, y seguro que no lo iba a encontrar como la imagen que tenía de hace 25 años.
No pudimos comprar camarote en el barco, por la diferencia de precio tan exagerada que había con la hamaca, así que con un poco de "miedo" por la espalda, tres días en hamaca. También hemos comprobado que nuestro portugués no es precisamente muy fluido y que casi no nos entendíamos con los aduaneros. Luego he recordado que en el 85 estuve una semana en Rio de Janeiro y no recordaba haber tenido problemas con el idioma. Indudablemente era más joven y más atrevido
Bueno, voy a fundir mis últimos pesos colombianos, preparar la mochila y dormir , que nos esperan tres noches en la hamaca. Proseguiré en Manaos . Agur. Daniel

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