lunes, 19 de septiembre de 2011

Manaos
















Manaos es la tierra de los manaos,, aunque no queda ninguno. Su nombre evoca selva, anacondas, rio, y...caucho. Hay ciudades que su nombre es muy sonora como Katmandhu, Tumbuctu, Samarcanda,etc..., que sientes una atracción especial por conocerlas, aunque parezca un poco absurdo, solo por el nombre. Manaos es una de ellas.
Manaus son para mí tres cosas: Opera House o el teatro de la Òpera, Praza Matriz y el Muelle flotante.
Siempre había sonado con ver el Palacio de la Ópera y lo he conseguido. En los cuatro días que he estado en Manaos... he ido los cuatro. Quizás no sea maravillosa su construcción, supongo que habrá otros mejores, pero... el lugar donde está no tiene parangón. Tú lo ves en el alto de una calle, con la plaza de San Sebastián a sus pies y te transportas. El teatro, no es solo lo que es, tu imaginación juega mas, y ves los palcos y te imaginas al cauchero Sierra y a esas señoras vestidas con abrigos de visón, viendo y escuchando ópera sin tener ni idea y vives un sueño. A mi me ha gustado, pero quizás o tal vez porque quería que me gustara.
El segundo día de mi estancia aquí hice una visita guiada por el interior del teatro y disfruté, aunque mi portugués no era muy bueno. Los demás días vine por mi cuenta a contemplar los exteriores y esas escalinatas que conducen desde la plaza hasta la puerta principal y transportarme en el tiempo.
Manaos tuvo que ser el no va mas allá por el 1900. Ahora se ha quedado convertida en una ciudad extraña. La basura abunda por todas partes, huele mal, pero tiene vida.
Toda la ciudad es un inmenso mercado. Es puerto franco, pero los precios son como los de allá. Yo quise comprar un reloj con altímetro (es un decir) y me pedían primero 900 reales y luego 780, osea unos 350 euros, allí se quedó, claro. Las comidas tienen el mismo precio que en Pamplona y un café por ejemplo vale algo más de 1 euro.
El puerto me gusta mucho. Ese ambientillo de gentes de todos los colores y tallas; gordas, blancas, negras, todas con ropas apretadas y chillonas. Se puede tomar una cerveza y contemplar la fauna teniendo a tus espaldas el Rio Negro, que en verdad, si que su coloración es negra. Aquí he venido varios días, solo o con mis amigos, como el lunes pasado que vinimos a cenar, y nos pusimos bien de cerveza. Lo rematamos con unas caipirinhas cerca del hotel.
Pero toda la ciudad son tiendas y más tiendas. Aparte de éstas hay cientos de chiringuitos en los que prácticamente se vende lo mismo en todos ellos: material de informática, telefonía y todas esas cosas, y ropa barata.
Aún no he picado, porque ya digo que los precios son como en Pamplona.
La plaza de Matriz es un enjambre cerca del puerto, lleno de chiringuitos, vendedores y también de rateros, como pudimos comprobar.
Éste ha sido mi mundo en Manaos, puerto, teatro de la ópera, algún chiringuito que otro y lectura en el hotel
Al mediodía hace mucho calor para estar por la calle. A las seis de la tarde se paraliza la actividad comercial, y el sábado y domingo está todo cerrado, hasta el chiringuito más miserable. No se ve a nadie por la calle. Quedan desiertas, ver para creerlo.
No he hecho nada más aquí, pero como dice Vázquez Figueroa, ... el mundo estaba ahí y yo lo vi. Tenía ilusión por ver Manos y conocer el teatro de la Opera y lo conseguí.
Mañana partimos para Belem do Para. Comenzaremos en el Rio Negro, intentaremos ver la divisoria de las aguas en su encuentro con el Amazonas, y luego ya proseguiremos el viaje por el majestuoso Amazonas hasta su desembocadura. Agur. Daniel

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