martes, 13 de julio de 2010

El marido de la peluquera en Iquique












El día 8 dejamos por fín San Pedro de Atacama, para dirigirnos a Iquique. El viaje en Tur-Bus, no tuvo demasiada historia. Llegamos a Calama y como teníamos dos horas de tiempo para proseguir el viaje, intentamos ir a ver la mina de "Chuqui", pero fué imposible, Hay que apuntarse en un tour que establece la empresa el día anterior.
Leyendo un poco y contemplando el ambiente de la estación, se nos pasó el tiempo. Proseguimos desde Calama, hasta María Elena, antigua oficina salitrera que aún continúa en pie aprovechando las minas y los restos que quedaban en la anterior explotación del salitre.Desde aquí a Tocopilla, importante ciudad en la Guerra del Pacífico y en la dictadura de Pinochet, para llegar a las 10 y media de la noche a Iquique.
Por primera vez, teniamos reserva de hotel; El Casablanca. Era donde me había alojado en años anteriores y está muy bien. Habitación amplia con televisión y baño.
El día 9, después de desayunar en el hotel, bajamos hacia el puerto. Mucha actividad y un ambiente marinero de compra venta de pescado muy interesante. Había tambien 5 ó 6 lobos marinos, que mas bien son "minino marinos", en vez de lobos, pues viven de lo que les echan de los puestos de pescado.
Pero la gran gozada, es pasear horas y horas por la avenida Baquedano. Larga y ancha. Solamente peatonal, con railes de tranvias, aceras de madera, mansiones de pino oregón con unas balconadas que dan a la avenida impresionantes. Farolas, palmeras y sabor a explendores antiguos. Desde que la pisé por primera vez, me fascinó esta avenida, imaginándola llena de gente y desfiles, en los tiempos dorados del Salitre . No me importa pasar horas y horas en ella, ya sea tomando en las terrazas, viendo la gran cantidad de puestos, leyendo, sentado en uno de los tranvías que allí han dejado como orgullo de la ciudad, o simplemente caminando.
Fuimos luego al mercado. Se asienta en la plaza donde en el 1.907, las fuerzas del ejército, abrieron fuego sobre los obreros del salitre, concentrados en este lugar en demanda de mejoras laborales, y que no se les pagaran con fichas en los trabajos, sino con dinero. El caso es que en esta plaza junto a la escuela de Santa María se produjo la carnicería. 3000 obreros murieron según unos y 400 según el gobierno de Santiago.
El grupo Quilapayún dedicó a este momento, su famosa canción: Cantata de Santa María de Iquique.
En este emblemático lugar está ahora el mercado y allí fuimos a comer.
El menú valía 2.000 peso, unos 3 euros y medio, y estuvimos vacilando con la camarera para que la casa nos invitara a un vasito de vino blanco( como habíamos visto en otros lugares de Chile). Tras un tira y afloja y hablar con la dueña, al fín conseguimos que la casa se brindara en ofrecernos un vino blanco, pero eso¡Un0! Tuvimos que dividirlo en dos vasos, no dió para mas la gratuidad de la casa.
Tan contentos salimos de comer, que decidí arreglarme la barba en una peluquería. Tenía en la cabeza el recuerdo de Granada en Nicaragua, cuando me recorté allá tambien la barba(Lydia ,Ramón y sus amigos lo recuerdan bien).
En Granada, en la peluquería, no había mas que señoritas, pero daba igual, me dijeron que ellas me la recortaban igual. Una de muy buen ver, me hizo sentar en el sillón de barbero, me echó la cabeza hacia atras, y agarrandome la cabeza, con su mano izquierda, cogió la maquinilla con la derecha y cruzandome literalmente la cara , metió el sobaquillo a la altura de mi oreja derecha y empezó a afeitarme. La proximidad de la mujer, los efluvios de los tientes, gominas, y esas olores que hay en las peluquerías, me hacían sentirme como un marajá..no se cuanto rato estuve, pero cuando salí esperaba que me creciera pronto la barba para volver. Si alguno habeis visto la película" El marido de la peluquera", sabreís de que hablo.
Con ese recuerdo, entré y no empezó mal la cosa. Una chica de buena presencia, se avino a arreglarme la barba. Pero eso fue todo. Agarró la maquinilla con la derecha, se puso la mano izquierda en la cintura, y cual pelea de esgrima, me lanzó la maquinilla, sobre mi cara. No dobló ni el codo, el florete ( la maquinilla), hizo zis, zas, zis zas. Y listo, despachado.Me venció desde la distancia. Una artista. Encima no lo hizo mal, pero aseguro que allí no volveré. A mí no me importa que me cortara bien o mal, a mí lo que me gusta es vidilla y salsilla, un poco de humor, porque la barba crecerá.
Aligerado de peso, por la tarde me fui a pasear por la playa. Hice unos 20 Km, saliendo y volviendo por mi querida Avenida Baquedano. Cuando volví Luis estaba un poco chungo con la garganta y en la cama, pero como el Ibuprofeno vale para todo, se levantó y compramos los pasajes para visitar las Salitreras al día siguiente. Antes regateé un poco en el hotel y me rebajoron 1.500 pesos la habitación, para eso era antiguo cliente.
El día 9 fuimos a la excursión. Ibamos unos 18 en un mini bus, y hubo suerte. El guía era muy bueno y sabía un montón de historia que era lo que queríamos.
La 1ª oficina salitrera que visitamos, fué Santa Laura, donde se conservan las máquinas y el lugar donde se cocía y se precesaba el caliche. Fué fundada en 1.872 y permaneció activa hasta 1960.
Mi familia es de agricultores, y siempre oía a mi padre y a mis tíos, que si a los campos de maiz les echas bien de nitrato, obtienes buenas cosechas. Ahora bien, ese nitrato era caro, era el famoso Nitrato de Chile, ese que venía en sacos de papel marrón ( de papelera), y esa figura en negro de un hombre cabalgando sobre el caballo. Compré una especie de estuche, con la piedra caliche y todo lo que se obtenía de esta piedra.
En frente se encuentra la salitrera de Santiago Humberstone, y aquí no se encuentran las máquinas donde se procesaba el caliche, pero sí el pueblo donde se vivía. Increible, que hubiera una piscina, un salón de teatro y la diferente distribución de las casa, según categoría y estado civil de los trabajadores.Aquí se rodó una telenovela, y la gente chilena viene a revivir esa pasón.
A continuación nos dirigimos a comer a un oasis. De verdad. En medio de este desierto de Atacama, hay un pueblo que se llama Pica, donde hay naranjos que dan tres cosechas al año, recoger y florecer, todo seguido. Amén de cantidad de frutas tropicales. Sorprendente la naturaleza.
Finalizamos nuenstra excursión en Tirana, un pueblo vacío durante todo el año, pero que este mes se celebran las fiestas del Carmen y se transforma en un lugar como Pamplona en San Fermín.
A las 9 de la noche llegábamos a Iquique, y nos despedíamos como suele currir en este tipo de viajes, como una familia, intercambiando direcciones y deseos.
A cenar, como no, a la Av. Baquedano y a nuestro hotelazo. Ah, se me olvidaba, después de comer en Pica, fuimos a tomar café a otro restaurante, y después de pedirlo, nos arrepentimos y..., lo cambiamos por un Pisco Sawer, que estaba divino.
Quedan dos horas para que España juegue la final, osea que os dejo y a sufrir...
Daniel

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