Delhi, 13-14 de Agosto de 2009.
A las 12 de la noche, dejamos el Hotel Saina, Una báscula "decía" que yo pesaba 70 Kg ( no lo creo).
Quien nos trajo al aeropuerto, era casi un niño conduciendo, pero condujo muy bien, y para las 12 y media ya estábamos en el aeropuerto.
Nos pidió propina, claro está, pero.., no se la dimos
Los trámites, fueron rápidos, de hecho fuimos los primeros en meter las mochilas en las "Qatarís".
Con la poli, tampoco hubo problemas y nos estamparon el sello( Ni miraron lo de Nepal).
El siguiente paso a la sala de embarque, ya fue más minucioso.
El aeropuerto es amplio, luminoso y limpio. Pero, mucha policía patrullando, y.., cantidad de gente con mascarilla. ( La psicosis de la gripe A, hace estragos).
Me habían quedado 450 Rupias sin cambiar, ( la cerveza que no tomé, el cinturón de cuero que no compré ,y no las podía cambiar pasado el último tramite aduanero. Al final, un "indio" de una tienda, me las cambió al precio que él quiso. Me dió 6 euros.
Hoy, aquí en la televisión del aeropuerto, están pasando imágenes de la expansión de la gripe a sobretodo en la zona de Bangalore.
A las 5 de la madrugada, salíamos de Delhi.
El viaje fue tranquilo, aunque a mí, cualquier movimiento extraño del avión, me produce taquicardia.
Fueron 4 horas de viaje, en teoría llegamos a Doha ( capital de Qatar) a las 9, pero del horario indio, que eran las 6 del horario qatarí . El aeropuerto es grande y lujoso. Hay una mezquita, para rezar, y una sala para dormir. Cada uno se establece donde puede. Hay un colapso en el baño, y es que hemos coincidido varios vuelos a la vez, y desde aquí se hace distribución a los diferentes destinos.
Tenemos que estar aquí 7 horas antes de embarcarnos, no se ya con que horario, pues luego en Madrid, tenemos que volver a retrasar el reloj.
Tuve el fallo de no echar en el bolso de mano " el jersecito". El aire acondicionado del aeropuerto, si que "acondiciona" y nos está dejando helados.
Aquí no se ven tantas mascarillas como en Delhi.
Se me olvidaba, en el control de pasajeros con el detector de metales, a los musulmanes, también les ponían el "aparatito", en la cabeza, encima del gorro o del turbante no fuera a ser que...
No sabía que hacer, si leer, pasear, tumbarme, sacar fotos, fisgonear en las tienda, o ponerme todos los perfumes en un brazo, ( Chanel 5 incluido), Hay tiempo en 7 horas para todo, pero ganas pocas. Aburrirse, aburrirse y aburrirse.
Resulta increíble, que aquí en Qatar en pleno desierto arábigo, en el aeropuerto, tengamos que "buscar" el sol, o que la mayoría de la gente, vaya con chaquetas, jerseys, forros polares e inclusive he visto a algunos con anorak. Y es que se pasan de "modernidad"y el A/C, si que acondiciona .Dentro del aeropuerto, hay una mezquita, con alfombras rojas y blancas. En la puerta de la mezquita, hay un cartel en árabe y en ingles, que creo que viene a decir ( según mi interpretación del árabe): "La Mezquita es un lugar de oración, no para dormir". Pues bien, todos los que estaban dentro, estaban durmiendo, rezando nadie.
Aunque por momentos parezca, que el tiempo no pasa, sí que pasa y de repente nos encontramos que esas larguísimas horas, habían finalizado y nos encontramos dentro del avión que debía de cubrir el último tramo: Doha, Madrid.
Estas últimas 7 horas de vuelo, fueron más llevaderas. El avión voló formidablemente bien, y ni baches ni turbulencias, como la seda.
El piloto y el copiloto eran españoles, y una de las azafatas, rumana y hablaba muy bien el español. Entablé conversación con ella y.., unas saladillas, con un vino blanco chileno, de aperitivo.
Luego en la comida cerveza y vino tinto, también chileno, y para terminar, café con "armagnac", que diría Txiki. .Por fin aprendí a manejar los auriculares esos que te dan y.., estuve escuchando a los Beatles y a los Rollings.
Luego, mientras llevaba el compás con los brazos, me amodorré y me quedé dormido.
A las siete y media de la tarde ( horario español), aterrizábamos en Barajas. Más de una hora pasó hasta que recogimos el equipaje.
Luís estaba "en las últimas", no tenía fuerzas ni para andar, por lo cual decidió quedarse en Madrid en un hotel y esperar acontecimientos para el día siguiente. Yo con él, claro.
Fuimos en taxi, hasta un hotel al lado de la estación de Atotxa y Luís enseguida cayó dormido en la cama, entre mares de sudor.
Yo aproveché la calidez de la noche, y que estaba en Madrid, para cenar en una " terracita ", callejera, en la calle del Prado, cerca del Ministerio de Agricultura.
También aquí resultaba interesante, ver la mezcolanza de razas y personajes que pululaban alrededor de mi mesita en la cervecería Luciano.
Me pudo mas la vista y la gula que la verdadera necesidad y .., pedí una ración de calamares a la romana y otra ración de champiñones asados, y adornados con virutas de jamón,.amén de dos cañas, claro. Total, 27 euros. Mientras le daba los billetes al camarero, me puse a calcular su valor en Rupias, y me salían unas 2000Rp indias. ¿ La de cevezas y de Chiken tanddory que me podía haber tomado y zampado en India por este precio!.
Pero, el camarero, al traerme la vuelta , me hizo despertar y.., darme cuenta que India, ya comenzaba a ser un recuerdo.
Este 15 de Agosto, me ocurrieron dos cosas ni importantes, ni anecdóticas, pero si fueron dos situaciones que las viví por primera vez en mi vida.
Una, muy sencilla, vine en el Altaria. No lo había hecho nunca, y fue en cuanto a la velocidad y el tiempo empleado en venir fantástico. 3 horas exactas, pero...el tren, solo me transportó de Madrid a Pamplona, no "viví" esas tres horas.
No había vendedores de té, ni manos que se alzaran desde las vías ofreciendo Mineral Water Cold, ni mujeres con intensos rojos, ni rosas pálidos, ni azules eléctricos o saris color azafrán.
El otro suceso, fue que por primera vez en mi vida de "viajero". En mis 30 años de viajes, era la primera vez que cuando llegaba al final de mi destino, en este caso la estación de tren de Pamplona, me venían a esperar.
Allí estaban; Enara, mostrándome el hueco que le había dejado la caída de un diente. Ekaitz, con su reloj de Ben, y su saltito a mis brazos y Maricruz, con su mejor sonrisa. Son mis hijos y mi mujer. Son mi familia.
Pamplona a 15 de Agosto de 2.009.
Agur. Daniel
A las 12 de la noche, dejamos el Hotel Saina, Una báscula "decía" que yo pesaba 70 Kg ( no lo creo).
Quien nos trajo al aeropuerto, era casi un niño conduciendo, pero condujo muy bien, y para las 12 y media ya estábamos en el aeropuerto.
Nos pidió propina, claro está, pero.., no se la dimos
Los trámites, fueron rápidos, de hecho fuimos los primeros en meter las mochilas en las "Qatarís".
Con la poli, tampoco hubo problemas y nos estamparon el sello( Ni miraron lo de Nepal).
El siguiente paso a la sala de embarque, ya fue más minucioso.
El aeropuerto es amplio, luminoso y limpio. Pero, mucha policía patrullando, y.., cantidad de gente con mascarilla. ( La psicosis de la gripe A, hace estragos).
Me habían quedado 450 Rupias sin cambiar, ( la cerveza que no tomé, el cinturón de cuero que no compré ,y no las podía cambiar pasado el último tramite aduanero. Al final, un "indio" de una tienda, me las cambió al precio que él quiso. Me dió 6 euros.
Hoy, aquí en la televisión del aeropuerto, están pasando imágenes de la expansión de la gripe a sobretodo en la zona de Bangalore.
A las 5 de la madrugada, salíamos de Delhi.
El viaje fue tranquilo, aunque a mí, cualquier movimiento extraño del avión, me produce taquicardia.
Fueron 4 horas de viaje, en teoría llegamos a Doha ( capital de Qatar) a las 9, pero del horario indio, que eran las 6 del horario qatarí . El aeropuerto es grande y lujoso. Hay una mezquita, para rezar, y una sala para dormir. Cada uno se establece donde puede. Hay un colapso en el baño, y es que hemos coincidido varios vuelos a la vez, y desde aquí se hace distribución a los diferentes destinos.
Tenemos que estar aquí 7 horas antes de embarcarnos, no se ya con que horario, pues luego en Madrid, tenemos que volver a retrasar el reloj.
Tuve el fallo de no echar en el bolso de mano " el jersecito". El aire acondicionado del aeropuerto, si que "acondiciona" y nos está dejando helados.
Aquí no se ven tantas mascarillas como en Delhi.
Se me olvidaba, en el control de pasajeros con el detector de metales, a los musulmanes, también les ponían el "aparatito", en la cabeza, encima del gorro o del turbante no fuera a ser que...
No sabía que hacer, si leer, pasear, tumbarme, sacar fotos, fisgonear en las tienda, o ponerme todos los perfumes en un brazo, ( Chanel 5 incluido), Hay tiempo en 7 horas para todo, pero ganas pocas. Aburrirse, aburrirse y aburrirse.
Resulta increíble, que aquí en Qatar en pleno desierto arábigo, en el aeropuerto, tengamos que "buscar" el sol, o que la mayoría de la gente, vaya con chaquetas, jerseys, forros polares e inclusive he visto a algunos con anorak. Y es que se pasan de "modernidad"y el A/C, si que acondiciona .Dentro del aeropuerto, hay una mezquita, con alfombras rojas y blancas. En la puerta de la mezquita, hay un cartel en árabe y en ingles, que creo que viene a decir ( según mi interpretación del árabe): "La Mezquita es un lugar de oración, no para dormir". Pues bien, todos los que estaban dentro, estaban durmiendo, rezando nadie.
Aunque por momentos parezca, que el tiempo no pasa, sí que pasa y de repente nos encontramos que esas larguísimas horas, habían finalizado y nos encontramos dentro del avión que debía de cubrir el último tramo: Doha, Madrid.
Estas últimas 7 horas de vuelo, fueron más llevaderas. El avión voló formidablemente bien, y ni baches ni turbulencias, como la seda.
El piloto y el copiloto eran españoles, y una de las azafatas, rumana y hablaba muy bien el español. Entablé conversación con ella y.., unas saladillas, con un vino blanco chileno, de aperitivo.
Luego en la comida cerveza y vino tinto, también chileno, y para terminar, café con "armagnac", que diría Txiki. .Por fin aprendí a manejar los auriculares esos que te dan y.., estuve escuchando a los Beatles y a los Rollings.
Luego, mientras llevaba el compás con los brazos, me amodorré y me quedé dormido.
A las siete y media de la tarde ( horario español), aterrizábamos en Barajas. Más de una hora pasó hasta que recogimos el equipaje.
Luís estaba "en las últimas", no tenía fuerzas ni para andar, por lo cual decidió quedarse en Madrid en un hotel y esperar acontecimientos para el día siguiente. Yo con él, claro.
Fuimos en taxi, hasta un hotel al lado de la estación de Atotxa y Luís enseguida cayó dormido en la cama, entre mares de sudor.
Yo aproveché la calidez de la noche, y que estaba en Madrid, para cenar en una " terracita ", callejera, en la calle del Prado, cerca del Ministerio de Agricultura.
También aquí resultaba interesante, ver la mezcolanza de razas y personajes que pululaban alrededor de mi mesita en la cervecería Luciano.
Me pudo mas la vista y la gula que la verdadera necesidad y .., pedí una ración de calamares a la romana y otra ración de champiñones asados, y adornados con virutas de jamón,.amén de dos cañas, claro. Total, 27 euros. Mientras le daba los billetes al camarero, me puse a calcular su valor en Rupias, y me salían unas 2000Rp indias. ¿ La de cevezas y de Chiken tanddory que me podía haber tomado y zampado en India por este precio!.
Pero, el camarero, al traerme la vuelta , me hizo despertar y.., darme cuenta que India, ya comenzaba a ser un recuerdo.
Este 15 de Agosto, me ocurrieron dos cosas ni importantes, ni anecdóticas, pero si fueron dos situaciones que las viví por primera vez en mi vida.
Una, muy sencilla, vine en el Altaria. No lo había hecho nunca, y fue en cuanto a la velocidad y el tiempo empleado en venir fantástico. 3 horas exactas, pero...el tren, solo me transportó de Madrid a Pamplona, no "viví" esas tres horas.
No había vendedores de té, ni manos que se alzaran desde las vías ofreciendo Mineral Water Cold, ni mujeres con intensos rojos, ni rosas pálidos, ni azules eléctricos o saris color azafrán.
El otro suceso, fue que por primera vez en mi vida de "viajero". En mis 30 años de viajes, era la primera vez que cuando llegaba al final de mi destino, en este caso la estación de tren de Pamplona, me venían a esperar.
Allí estaban; Enara, mostrándome el hueco que le había dejado la caída de un diente. Ekaitz, con su reloj de Ben, y su saltito a mis brazos y Maricruz, con su mejor sonrisa. Son mis hijos y mi mujer. Son mi familia.
Pamplona a 15 de Agosto de 2.009.
Agur. Daniel