miércoles, 22 de septiembre de 2010

SALAR DE UYUNI




Voy a transcribir, tal cual copié en mi cuaderno de notas, esta viaje hasta Uyuni.
El viernes día 6, a eso de las 7 de la tarde , en el autobús, Cruz del Norte, nos fuimos.
En el autobús, todos somos "giris", que huimos de La Paz, hacia Uyuni, y luego ver la situación.
En el asiento de adelante, viaja Laura, una chica catalana, bioquímica, encantadora, que nos va a contar lo que le ha pasado a ella y a una conocidad suya.
Laura nos cuenta, como a eso de las seis de la tarde, se dió cuenta de que le habían "robado" o se le había caido la cartera, con algo de dinero y la visa. Inmediatamente, se puso de acuerdo con una amiga( vía móvil), para que anularan su visa. Ella siguió el viaje normal. Algo que tengo que aprender, a desenvolverme en una situación de estas.
Tambien nos contó como a una conocida suya, una chica holandesa, decidió ir a Cusco, en una buena compañía de bus , supongo que sería Cruz del Sur, y como a mitad de camino, los asaltaron cuatro tipos, le encañonaron y le robaron el móvil, el dinero y las tarjetas. De todas las maneras aquí lo mas importnte es el pasaporte, porque allí tienes incluso el billete de avión.
Cuando te cuentan ests cosas te "acojonas " un poco, claro está. pero..., sigues adelante.
En el bús, como ya he dicho, vamos todo "giris", y entre ellos, tres surcoreanos , que resultaron ser unos cachondos. Primero, cuando salió el bus, faltaba uno de ellos, que había ido a comprar agua. Hace falta narices, irse a comprar agua, cuando pasaba ya media hora de la hora teórica de salida del bus.
Se oyen tambien rumores de desabastecimiento de combustible en Uyuni, al no poder pasar los camiones cisternas, ya veremos allá que hay de real, o de irreal.
Aquí, ya se sabe, el bús sale mas tade de la hora, pero al cuarto de hora de salir, el bús para. En este caso era para que el chofer, comprara hojas de coca, para el camino, y no me extraña.
En Oruro, llegamos a eso de las 11 de la noche, y hacía un frío de la pera. De hecho, cuando montamos en el bús, todos teníamos una mantita en el asiento, y toda la gente "nueva", que subía, se traía la suya.
Bueno, nos encontramos en Oruro, y el bús, no proseguía el viaje. Problema:, la policia de Oruro, no les dejaba seguir, porque no había chófer de alternancia. Tras un largo rato, todo se resolvió: Mediante llamadas por móvil, pudo venir otro chofer, y continuamos el viaje.
Fuera de la estación de Oruro, a la salida de la ciudad, había 7 cholitas, que habían ido a la ciudad de La Paz a una feria, y se montaron en el bus. Hacía un frío de la leche, y quizas fuera la única manera que tenían de llegar hasta sus pueblos, pero el caso es que el bus iba completo y ellas subieron ... al pasillo.
Rompimiento de cabeza por nuestra parte, pero nadie cedió el sitio. Yo, tampoco.
Ellas fueron hasta Huari, a dos horas y media de viaje desde Oruro, y de todas las maneras,les cobraron 15 Bolivianos a cada una de ellas. Ellas estaban encantadas de que las hubieran cogido, con lo cual, no hay mas que hablar, en cada sitio, lo que vieras.
En Huari, se bajaron y como no podíamos ir por la carretera general que pasaba por Potosí, cogimos unas pistas de tierra, que ríete de la carretera de la muerte. No podía pegar ojo, y cuando a eso de las cuatro de la mañana, ví que el cristal estaba totalmente helado, y lo limpié con la mano, comprobé que el bús estaba haciendo maniobras hacia adelante y hacia atrás, y era porque todo era Escarcha Helada, y era superdifícil circular por allí.
Miraba y miraba y no daba crédito a lo que hacía el chófer por seguir hacia adelante, pero lo consiguió.
A eso de las siete de la madrugada, entrábamos en el Salar. Algo que no hubiéramos hecho, si no hubiera estado cerrado el acceso por Potosí.
Impresionante el espectáculo de caminar por una superfície blanca de sal, que es igual de extensión que Navarra. Aquí no había ni carreteras ni pistas, conducía un poco a ojo, por referencias de montañas cercanas. Eso sí, no había ni un bache, todo recto y hacia adelante. Le pedimos al chofer, y aceptó, que parara un rato. Aquí nos teneis, en medio de esta inmensidad de sal, antiguo mar evaporado, tirándonos por el suelo de esta blancura y haciendo fotos y montajes.
Fué lo mejor, porque no fué ni un tur ni nada preparado. Surgió, así. Llevábamos horas atravesando el Salar a lo ancho por las circustancias y ahora, tuvimos la oportunidad de parar donde ninguna excursión para.
Mientras los chóferes cambiaban ruedas , todo los del bús, nos entretuvimos en sacar fotos de una experiencia única. Quienes se llevaron la palma fueron los coreanos, que hacían poses estilo buda, o bailarinas tahilandesas. En fín, unos cachondos con los que nos fotografíamos todos.
Una vez hecho esto, ya no teníamos necesidad de hacer ningún tur por el salar, pués luego pasamos por el Hotel de Sal, y tambien vimos como extraían la sal haciendo montoncitos piramidales y tambien bloques de sal, estilo ladrillos.
Hay que tener en cuenta que este salar tiene una superficie de 10.500 Kilómetros Cuadrados.
Cuando llegamos a Uyuni, a eso de las 11 de la mañana de no sé que día ,ya la gente se buscaba la vida. La mayoría querían hacer un tur por el Salar de tres días que les llevara hasta la frontera chilena, pero eso no es del todo posible, porque el bloqueo de Potosí, hace que no haya combustible, en Uyuni, para poder hacer tan largo recorrido. El tren que hace el trayecto Uyuni, Villazón tampoco sale porque el bloqueo no le deja pasar por los límites de Potosí. Por ello hay algunos, que visto lo visto, deciden volver a La Paz y luego, ya veran.
Nosotros, decidimos quedarnos ese día en Uyuni, y compramos un billete de bús para el día siguiente domingo 8, para ir a Villazón último pueblo de Bolivia, frontera con Argentina.
Después de este viaje tan duro, fuimos a un buen hotel, el mas caro de todos lo recorridos, pero que tenía calefacción y agua caliente.
El pueblo este de Uyuni, es horriblemente feo. Parece un pueblo del Oeste, pero sin vaqueros ni casino. Solo frío, a la sombra y calor al sol. Horrible, uno de los pueblos mas feos del mundo que he visto para vivir.
Como habíamos cogido un buen hotel y había que amortizarlo, me quedé toda la tarde en la cama de la habitación, viendo la tele y preparando estas líneas. A Luis le deje que se fuera a la cita con Laura, la bioquímica, solo, por si había suerte...
Volvió a eso de las 10, sin mas y ya preparamos el viaje del día siguiente.
Los runores eran dramáticos. Se decía que además del cierre del distrito de Potosí, iban a cerrar tambien todas las fronteras. De hecho en Potosí había un montón de turistas, sin poder moverse.
El domingo día 8 a eso de las cuatro y media de la mañana arriba. Había que llegar a la frontera como fuera. Para las cinco y media ya estábamos esperando al bus que en teoría tenía que salir a las seis, pero que salió a las siete porque de Oruro en otro bus venían 7 pasajeros que no era cuestión de dejarlos en tierra porque su bus se retrasara. (En nuestro país, por las narices pasa eso )
El caso es que salimos rumbo a un pueblo llamado Atocha. Tócate las narices, tan cerca de Madrid.
El viaje por una pista de tierra, fué suave, y vimos multitud de rebaños de llamas, pero hacía un frio de la leche. Todos en el bus super arropados, con forros polares, pasamontañas, leotardos y cualquier cosa de abrigo.
Atocha era un pueblo de comunicación de buses. Ya no hacía tanto frío, pero con el transbordo de buses perdí el forro polar.
Cambiar de buses y hasta Tupiza. Ni os cuento como era la carretera esta. Todo toboganes, subir y bajar montañas, por una pista extrecha de tiera que discurría entre los 3.500 m de altitud y los 4.000 m.
Poco anates de llegar a Tupiza, ya en el valle, la carretera y el paisaje, cambian asombrosamente.Todo son cardones en las montañas, y valles y cañones.
En Tupiza, nuevo cambio de bus, con las consiguientes broncas por mi parte, con los responsables, pero ni caso.Ya se sabe, ahorita mismo, y tenga paciencia, algo de lo que yo no tengo.
Pero bueno, desde Tupiza hasta Villazón. El viaje, no fue malo, pero la conciencia...Se montaron algunas cholitas, fuera de la estación que como siempre, al pasillo. Al lado mío, había una que llevaba un niño colgada a la espalda en su manta y que a mí. ella me metía el brazo, el codo, y cuando se giraba un poco ,el niño, quitándome mi espacio vital.... Aguanté como pude, por una parte no le cedí el asiento, pero por otra estaba incómodo. Bueno, mas vale que se bajaron y pude ampliar mi espacio.
A eso de las cuatro y media de la tarde llegábamos a Villazón, la mítica frontera que comunica con Argentina.
Cambiamos los bolivianos que nos sobraban, y andando pasamos los trámites fronterizos, sin mayor problema. Solamente que en el paso argentino había una cola de 100 m y yo me colé. Habíamos pasado el paso, Villazón - La Quiaca, inmortalizado por Luis Sepúlveda en su magnifico libro Patagonia Expres, y ya estábamos nuevamente en Argentina.
Un suspiro, un alivio de tranquilidad, porque al día siguiente lunes, los bolivianos cerraban la fronterra de Villazón por problemas reivindicativos. Nos libramos por un día. Ni pensar lo que nos hubiera ocurrido si nos encontramos en Villazón con la frontera cerrada y hay que buscar otras alternativas, teniendo como teníamos cinco días para llegar a Buenos Aires y volar para casa.Todo salió bien, y como dice Luis pasamos del tercer al primer mundo. Los buses argentinos eran fantásticos y las carreteras buenas. Agarramos un bús par Humahuaca, pero antes tuvimos que soportar las impertinencias de la policía antidrogas, que nos hizo bajar a todos con todas las pertenencia, y revisarnos, después de habernos tenido en un salón largo y estrecho incomunicados. No hubo nada y felizmente a eso de las 11 de la noche llegamos a Humahuaca.
El hotel que teníamos en nuestra agenda, estaba completo y..., a esa horas de la noche no es cuestión de cranearte mucho, conque llegamos a uno que sí tenía habitaciones, el hostsal Azul. Era algo caro, pero: calefacción y agua caliente, era un tentación para nosotros. Ni discutir ni nada, Allí nos quedamos, y por primera vez en muchos días, dormimos sin despertador, ni avisos a horas intempestivas para levantarnos, hasta las nueve de la mañana. Lo demás es otra historia para otro día. Agur. Daniel

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