Crónica del 6 de julio de
2018
Hoy es 5 de julio y me encuentro en Huaraz. Aquí
terminó mi andadura el año pasado por los caminos incas y el altiplano
ecuatoriano y peruano y desde aquí lo retomo.
Llegué el 2 de julio a Lima tras un viaje horrible. Me explico, creo que era un viaje para abstemios. Increíble, 12 horas de avión y ni gota de vino ni de cerveza. Para colmo de males, la pantallita ésa que tienes en el respaldo delantero y que te sirve para ver el trayecto del avión o ver alguna película, no funcionaba. Mirad que panorama. El billete me costó relativamente barato, 800 euros, pero no sé si compensa semejante suplicio. Para empezar salimos una hora más tarde, y con mi lógica matemática, pensé que a una hora más tarde de salida, una hora más tarde de llegada..., pues no. El avión llegó a su hora y Mari Paz que me venía a buscar...otra hora más tarde que me tuve que tragar esperando cuando lo que quería era llegar a casa y echarme una buena cerveza.
Todo tiene su lógica ya lo dice Murphi,...cuando una cosa puede salir mal, saldrá peor. Así ocurrió en los días previos. Mi amigo Zarra que iba con Gema el mismo día 1 a los países bálticos, tuvo que anular todo por un accidente de su madre. Celia, mi compañera sentimental, el mismo día anterior al que yo me iba a ir, tuvo que ir a urgencias por problemas de garganta de los que ahora empieza a levantar cabeza. A mí se me cayó un diente el viernes por la noche y se me quedó una dentadura que justo justo para andar por casa y comer mal. Con este panorama ya no sabía si darme una vuelta en bici el domingo por la mañana o no. Pensaba: hace tiempo que no me he caído, pero si me caigo hoy y me rompo un brazo....Todo esto pasaba por mi cabeza. Finalmente hice una vuelta de 40 km y ni me caí ni nada. Por la tarde eliminaron a España del mundial y luego me tocó este avión de la compañía Plus Ultra. Menos mal que el viaje nocturno a Madrid en el bus fue sin problemas y que el vuelo, todo hay que decirlo fue sin sobresaltos ni turbulencias.
Bien dormido y bien
servido, el día 3 por la mañana me dirigí a Chimbote a unos 700 Km al norte de
Lima por la panamericana. Chimbote no tiene nada especial, pero fue o es el
mayor puerto pesquero del país. Yo vine, para ver el pueblo, porque aquí fue donde
se produjo el epicentro del terremoto de 1970 que asoló todo el Callejón de
Huailas y destruyó entre otros pueblos a Huaraz y a Yungay, ocasionando más de 70.000 muertos. Recorrer todo esto
era uno de los objetivos de mi viaje.
Este año había leído mucho
en internet, tomando apuntes sobre hospedajes, horarios de buses, distancias,
etc. Algo que no había hecho nunca. Pues bien, todo eso que apunté no me ha
servido para nada. Más vale que voy con la biblia de los viajeros, la lonely
planet y me aclaro. De los apuntes que tenía de Chimbote, llevaba 5
alojamientos. Pues resulta que hay Chimbote y Chimbote nuevo y los alojamientos
estaban a 10 Km del Viejo Chimbote. Al final coger un taxi y con el taxista recorrer
unos cuantos hostales (estaban todos llenos), hasta que caí en el hostal Las
Américas que no figura en ningún internet. Estaba bien aunque, tanto para
entrar como para salir tenías que tocar el timbre y salía el dueño a
abrir, pero para salir del hotel lo mismo. Tenías que sacar la mano por la
puerta esa de hierro para alcanzar el timbre, tocar y que saliera el dueño a
abrirte, estando yo dentro. En fin, fui a tomar Ceviche y pisco sauer al Mar y
Luna. Pub retro-pop pincha éxitos de los años setenta, ochenta y noventa. El
local está todo llenito de póster y cuadros de los grupos y músicos de esta
época y una guitarra gigantesca en el techo rinde homenaje a Sgt.
Peppers.
El ceviche estaba divino y el pisco sauer también.
Además el local está frente al mar, pero como era de noche solo se oía el rumor
.Después de bien servido, animado como estaba, me dirigí andando hasta mi hotel
para tocar el timbre y todo eso. Chimbote, fueras por donde fueras era olor a
mar y a pescado Al día siguiente me dirigía por El Cañón del Pato hasta
Caraz, pero esto ya será crónica para mañana. Felices Sanfermines.
Agur. Daniel.
CAÑÓN
DEL PATO
Crónica del 7 de julio de
2018
El día 4 de julio me levanté relativamente pronto.
Había quedado con el taxista del día anterior, pero éste no apareció. Estas
cosas al principio me preocupaban, ahora ya sé que la historia aquí funciona
así. Como la estación de buses estaba algo alejada del hotel, pregunté a una
vendedora a ver cuánto me costaría un taxi. Ella me dijo que 5 soles. Cuando paré
a un taxi y le pregunté precio, me dijo que 7 soles, yo le dije que 5, sabiendo
que por 6 los dos estaríamos de acuerdo, como así fue. La taquillera me había
vendido el día anterior un billete de ventana, como así fue. Lo que ella no
sabía era que el señor que iba delante de mí, echaba el respaldo hacia atrás,
con lo que me fastidia eso, pues me quita parte de mi espacio vital, no me
muero, pero me pongo nervioso. Enfilamos una vez salidos de la ciudad hacia el
famoso cañón. Las guías decían que era una carretera peligrosa.
El inicio es
fantástico, vamos paralelos al rio Santa, que da origen al Callejón de Huailas,
y cerca del río, a poca altura. Se ven cultivos de todo tipo, sobre todo; maíz,
papa, ají, maracuyá, tomate... Todo iba muy bien, cuando subió un vendedor de
estos que suben a los autobuses y de verdad, con el microfonito, estuvo una
hora hablando, para vendernos el producto que es el milagroso ese ginseng o
algo parecido. Por poco se lo compro por el dolor de cabeza que se me puso.
Luego aún tuvo ganas para hablar de otro producto para curar la solitaria y
todo eso. Lo bueno es que la gente compraba.
Hasta ahora, la carretera asfaltada y sin
ningún problema de tránsito. Llegamos a un pueblo llamado Vinizius y aquí acabó
la pesadilla del vendedor. Ahora es cuando comienza de verdad el Cañón del
Pato. Hasta Huallanca va a ser fácil, solamente atravesamos cuatro túneles y
vamos subiendo poco a poco en altura, siempre dejando el Santa a nuestra
izquierda. Lo bueno vendría a partir de Huallanca. Os hago una reseña de lo que
dicen; es en este Cañón, donde las Cordilleras Blanca y Negra, parecen
fundirse, pues hay tramos en que sólo hay 15 m de separación y a ambos lados de
la carretera se levantan paredes colosales y ásperas que se elevan a una altura
de 1000 m. La espeluznante carretera serpentea abriéndose camino por la roca,
pasando por un desfiladero escarpado y 54 túneles.
El tramo más espectacular es
entre los túneles 10 y 18, en el punto más estrecho de la garganta. Doy fe que
todo esto es cierto. Es como una foz de Lumbier, pero a lo bestia, pues ahora
la carretera aunque discurre paralela al río Santa va a una altura de unos 700
m y es como si estuvieras perforando la roca con el autobús, pues vas túnel, un
pequeño repecho sin túnel, que es peor, pues entonces puedes mirar para abajo y
casi no se ve el río. Por lo menos en el túnel te protegen las paredes. Lo malo
es cuando te cruzas con otro autobús o camión. Si te pilla fuera de un túnel,
bien, pueden maniobrar y pasar justos justos. Entonces sí que no me atrevo a
mirar para abajo. Lo malo es si te pilla en un túnel, algo que solo nos ocurrió
una vez y quien tuvo que echar marcha atrás fue el otro vehículo. El chófer
genial, a toda pastilla, parecía a aquel que se presentó para una prueba de
piloto de barco y a la pregunta de qué haría en caso de que el barco, en el
mar, se encontrara con un gran banco de niebla, respondió que tocar la sirena y
poner el barco a toda marcha para salir cuanto antes de la niebla. Nuestro
conductor pensaba lo mismo y en un abrir y cerrar de ojos (mejor), pasamos el
túnel 54 y ya en carretera abierta nos dirigimos a Caraz.
Espectacular de verdad
este Cañón pero que no venga gente con problemas de corazón ni que padezca
vértigo. Antes de Caraz la carretera es llana y ya se ven los nevados de la
Cordillera Blanca. El trayecto era hasta este pueblo. Aquí, me bajé, besé el
suelo y agarré una combi camioneta), que me llevó en 15 minutos hasta Yungay.
De primeras había pensado quedarme aquí a ver el pueblo viejo sepultado, pero
pensándolo mejor, decidí ir hasta Huaraz, cogiendo para ello otra combi para
hacer el trayecto final en una hora.
En Huaraz, decidí ir al hotel (por decir algo), donde
había estado el año anterior. Se llama Pacífico y está en la avenida principal
en el centro de la ciudad. No pudo ser, estaban haciendo reparaciones en todo
un piso y no había habitaciones. Coger la mochila y venir a otro de
características parecidas: El Estoicio.
Os lo juro que hace honor a su nombre. Primero me
ofreció una habitación, pero me dijo que el agua caliente tardaba media hora en
llegar. Dije que me diera otra. Total que me dio otra, pero que todavía estaba
sin hacer. Bueno, dejé la mochila y a pasear por el pueblo. Cuando volví ya
estaba y me quedé en ella, pagando 25 soles, unos 8 euros. Todo bien, con tele
y todo, cuando me di cuenta de que la bomba del wáter no funcionaba y estaba
saliendo agua. Avisé a la señora y dijo que lo arreglaría. Yo la verdad es que
no le creí y me fui a dar una vuelta y buscar otro. Encontré uno de nombre
sugestivo: El Paraíso Azul, me lo dejaba en 30 soles. Le dije que al día
siguiente me hospedaría en él, pues hoy ya tenía la noche pagada en el Estoico.
Increíble, cuando volví estaba la bomba del wáter arreglada y..., me he quedado
las tres noches. Luego os cuento lo de Yungay. Agur. Daniel
HUANUCO
Crónica del 9 de julio de
2018
Continuando la crónica
del viaje, llegué a Huanuco. Se me olvidó contaros que el último día en Huaraz,
presencié un cortejo fúnebre. Creo que era de una maestra por los escolares que
había y la foto que llevaban. El caso es que finalizando la comitiva iba una
orquesta, fanfarria o grupo musical, como queráis llamarlo, vestidos todos de
negro e interpretando " El cóndor pasa". También aunque nadie me ha
corregido, por ser buenos amigos o por malos estudiantes, es que la palabra
exonerado, se escribe así, sin h como escribía yo. Hay que tener en cuenta que
en Navarra creo que no la he oído ni una vez. Bueno, a lo que vamos.
El sábado 7 de julio, a
eso de las cinco de la mañana abandonaba mi hotel Estoico y andando me dirigí a
la estación de buses de El Rápido, de donde salía mi autobús. Aquí en Perú por
lo menos en las ciudades grandes, esto de los autobuses es un poco rollo,
porque no hay una estación central donde vayan todos los buses, si no que cada
compañía tiene su terminal y tienes que investigar un poco.
A las cinco de la mañana me hubierais visto caminando,
como el capitán Scott y sus compañeros del Polo Norte; anorak, guantes, orejeras,
jersey gordo, etc... Yo pensaba que en La Unión hacía mucho frío y..., me
equivoqué de pueblo. Hacía calor. El bus iba por una buena carretera aunque
estrecha y sí que subimos. Anduvimos por el altiplano un tramo bastante grande más
allá de los 4.000 m. Lo sé por dos motivos, porque llevo altímetro que me
cuenta hasta 4.000 y cuando supera esta cifra me pone FULL, y porque a partir
de los 3.800 m ya no crece ningún árbol ni arbusto, solamente una hierba
amarilla, pajiza. Este suele ser el paisaje del altiplano.
Llevaba como compañero a un peruano que iba a las
minas de Cerro de Pasco. Los mineros aquí trabajan 15 días y 7 libres. Cerca de
La Unión, mi compañero me dijo que las minas eran poli metalúrgicas, pues se extrae:
oro, plata, cinc, plomo y cobre.
Desde el altiplano, todo
fue bajar lentamente hasta La Unión. Una señora se subió al bus sin haber parado
todavía y preguntó quién iba a Huanuco. A los 5 minutos ya estábamos mi
compañero y yo en un auto, esperando que llegaran otros dos pasajeros para
salir. Aquí los autos se completan con cuatro pasajeros. El primero que llega
tiene derecho a ir adelante, el segundo y el tercero en el asiento de atrás en
los laterales y el cuarto o último que completa, atrás en medio. Es una norma
no escrita pero que funciona.
El caso es que nos cogió un Fitipaldi, que ya por la
mañana había hecho la ruta Huanuco- La Unión, a las cinco de la mañana. Es
igual, no se le notaba cansado, a toda velocidad nos trajo, paralelos al río
Marañón, hasta Huanuco. La carretera se las traía pero el chófer no bajaba la
velocidad ni cuando se cruzaba con otro, echaba dos ruedas a la cuneta y
"palante". La carretera era como dicen los argentinos de ripio, o sea
sin asfaltar y los precipicios de aúpa. En tres horas llegamos a nuestro
destino. Yo como el Papa, besé el suelo y a buscar hotel. Llevaba anotado el
Titos y allí me dirigí. Tras una ardua negociación llegamos a un acuerdo por 35
soles que son unos 9 euros. La habitación estaba muy bien, con televisión de
plasma que tenía incluido un canal porno.
Huanuco, monumentalmente
no tiene nada (tampoco me importa), pero es una ciudad diferente a las que he
visitado anteriormente.Tiene unos 170.000 habitantes y su situación
privilegiada en cuanto a la altitud , hace que ellos la consideren como la
ciudad con el mejor clima del mundo (lo pone en el cartel de bienvenida a la
ciudad). La verdad es que el clima es primaveral, todo el día una misma
temperatura suave y seca. Una delicia. Esto condiciona la forma de la gente.
Aquí no he visto "cholitas", como en Huaraz o Lima. Podría pasar por
una ciudad europea de buen clima. Os dejo que va a empezar la película en el
canal 18.
El día 8 de julio,
domingo, después de una buena ducha, me fui a desayunar. Putada, solo en los
grandes hoteles hay desayuno continental, aquí los desayunos son sopa de cabeza
de res, arroz y salado y todo eso. Tuve que ir a un restaurante y pedir por una
parte el café, por otra las tostadas y por otra el jugo o zumo. Después fui a
averiguar lo de los autobuses para Huancayo y ya me aclaré. Decidí volver
andando desde el lugar de donde salen los autos y tenía desde hace días un
dolor en el pulgar izquierdo del pie que me hacía ver las estrellas. Yo pensaba
que la uña se me clavaba. Entré en cuatro salones de belleza para ver si me
hacían la pedicura, pero nada. Al ser domingo la señorita que lo hacía estaba
de fiesta y solo hacían corte de pelo. A la quinta fue la vencida y di
con un salón que si había señorita especializada en la pedicura. ¿Qué contaros?
¡Una maravilla! La chica se lo curre y casi me hace una operación quirúrgica
pero..., al final resultó que tenía un callo pequeño debajo de la uña que era
lo que me martirizaba. Fuera, ahora fantástico. Para celebrarlo me fui al Hotel
real a comer. Hay veces que merece la pena ir a comer a un buen sitio, porque
la diferencia de precio en el menú del día es mínimo, comparando con otros
sitios menores. Ensalada de aguacate, chicharrón y una gelatina, 15 soles, unos
4 euros. Claro esto tenía que ir regado con una buena cerveza cuzqueña;
10 soles la cerveza. Satisfecho, al hotel a leer un rato y tumbarme que para
eso tengo buena habitación.
Todavía no acepto que a las seis de la tarde oscurece
y ya es tarde. Los comercios cierran y hoy domingo más y por poco no encuentro
un internet.
Ya os he escrito, mañana sigo la ruta inca y me iré a
Huancayo, dejando la selva y puerto Bermúdez para otra ocasión.
Mañana sí que paso al mal clima. El viaje lo hago en
dos etapas; una hasta Cerro de Pasco, que está a 4.3000 m y con un clima
lluvioso y desde allí buscar otro auto que me lleve a Huancayo. Se acabó
la dulce primavera. A mucha gente no le gusta Huanuco, pero a mí sí. Prefiero
buscarme la vida para encontrar un salón de belleza o donde salen los autos, o
los restaurantes populares, que ver ruinas. Además mi objetivo era seguir los
caminos incas desde Quito hasta Cuzco, y Huanuco entraba en la ruta como ciudad
importante que comunicaba Huaraz y Cuzco.
Mañana o pasado, más. Me voy a cenar mi empanadilla y
a descansar, que mañana tengo un duro trayecto. Agur. Daniel
DE
HUANUCO A HUANCAYO
Crónica del 10 de julio de
2018
Voy a contaros el viaje,
tal cual fui escribiendo en el cuaderno.
Me levanté para las 7 y me fui a desayunar al Hotel
Real, en plena Plaza de Armas. Pido el desayuno continental (café, tostadas,
mantequilla, mermelada y jugo), y me lo traen diciéndome que se ha terminado la
mantequilla. Les respondo que si no hay, no hay y ya está. Mira por donde viene el
camarero y me trae dos huevos fritos en vez de la mantequilla. Todo para dentro
y gracias.
Paro a un colectivo, pero como voy con la mochila
grande y la pequeñita, le pago como si fuéramos dos pasajeros (2 soles, la
mitad de un euro). Me lleva hasta el óvalo que es de donde salen los
"autos" para Cerro de Pasco. Mi sorpresa es ver que también sale un
autobús pequeño y dudo un poco. Finalmente con la condición de que me dejen ir
en el asiento delantero, me monto en un "auto" que enseguida se
completa y partimos.
Hay bastante tráfico de camiones y vamos paralelos al
río Huallaga. Antes en Huanuco vi la desembocadura de un río más pequeño que se
llama Higueras, pero que lo llaman Tingo que en quechua quiere decir algo así
como cruce o desembocadura.
Estamos a 87 Km de Cerro de Pasco y la carretera sigue
siendo llana, aún no hemos empezado a subir. Nadie habla, los de atrás duermen
y yo voy de copiloto, abarcando con la vista todo lo que puedo. Al cabo una
hora pasamos el cruce de La Oroya y en pocos minutos nos encontramos en Cerro
de Pasco. La guía decía que mucho frío, que si llueve mucho, que si... Nada.
Hacía un sol espléndido, un poco de frío porque nos encontrábamos a 4.330m de
altitud. Yo por lo que veo para algunas "cosas" tengo un cuerpo
privilegiado, no me afecta la altura en estas altitudes, para otras mi cuerpo no
es privilegiado.
Llegar y a los 25 minutos salía un bus para Huancayo.
Dudé un poco entre ir en autobús o en auto. En auto es más rápido y si te dejan
ir adelante contemplas muy bien el paisaje, también es más caro, claro. Compré
billete en el autobús, el número 1 y con ventana. Mientras, me fui a desayunar al mercado, un sándwich de tortilla de salchichas y un café.
Cerro de Pasco es la
capital de la minería de esta zona. Se ha edificado casi un pueblo nuevo
alrededor del pozo minero. Todas las casas están hechas de bloques de hormigón
y calamina. No es un lugar para quedarse, porque la altura es la altura. Los
mineros aquí trabajan 20 días seguidos en turnos de 8 horas y luego libran 10 días.
La minería es la principal actividad económica de Perú. Yo ya he pasado por dos
de las más importantes: La Unión y Cerro de Pasco. Ahora retrocedo al cruce de
La Oroya para pasar por este centro de refinamiento minero. El año pasado
también pasé por otros centros mineros, todos están enclavados en el altiplano
a unas altitudes que rondan los 4.000m.
Me siento adelante con
mi cuaderno de apuntes y mis libros ocupando el asiento de mi izquierda que está
libre, con todas estas pertenencias. Una señora que está en el asiento número 3,
me pasa una fotocopia de un panfleto del demonio en la tierra, sus males, su
reconocimiento, etc. Se lo devuelvo al instante sin tratar de ofenderla y
entonces me dice algo así como que yo soy extranjero. Saca la biblia y me
empieza a contar alguna historia que no escucho y además no oigo,(del oído izq.
soy sordo), según mis amigos, cuando quiero, pero ese ya será otro debate.
Hemos parado en un pueblito muy pequeño llamado
Chasquis el mismo nombre que los mensajeros del imperio Inca y es que estoy
recorriendo los caminos incas que unían las dos capitales del Tihuantinsuyo,
Quito y Cuzco. A eso de las 2 menos veinte llegamos a Junín, que tiene un lago
precioso, aunque algo alejado del pueblo. Nada más pasar el pueblo a pocos
hectómetros hay una carretera nueva que conduce a un obelisco impresionante y
que muere allí. Desde el autobús vi el obelisco y..., claro, caí en la cuenta
que aquí tuvo lugar la penúltima batalla contra las tropas españolas. Bolivar y
Sucre derrotaron aquí a los españoles en una batalla no excesivamente cruenta
en 1824, tres años después de la proclamación de la independencia peruana y un
poco antes de la definitiva batalla de Ayacucho, donde perdieron los españoles
prácticamente todas las colonias americanas y empezó el proceso de
independencia de cada una de ellas y la disgregación del sueño de Bolivar en la
actual división en naciones.
Se ha sentado ahora a mi
lado un señor, me dijo que se llamaba Flores, que tiene un parecido con
Martínez el Facha el personaje de Martín Morales. El caso es que yo que iba tan
tranquilo, contemplando, escribiendo y consultando, me interrumpe el señor
Flores y enseguida me empieza a hablar. Es uno de esos que creen saber de todo
y no saben de nada .Cuando le dije de donde era yo, que suele ser la primera
pregunta que hace siempre el extraño, me dice: Ah..., y ¿ cómo va la
independencia de Salamanca?. Yo le contesté que bien, no quise entrar en
explicaciones. Al cabo de poco rato, diciéndome: con permiso, se fue para otro lado.
Llegamos a la Oroya, según la guía a 3.700 m de altitud y vamos bajando
paralelos al río Mantaro. Desde el bus saqué algunas fotos a las minas que se
encuentran al otro lado del río. Seguimos bajando hasta llegar a Jauja, que fue
la primera capital de Perú fundada por Pizarro, y que ahora es un pueblito de
unos 4.000 habitantes. El autobús, ni entró, pasó de largo. Dicen que es un
pueblo bonito, con calles estrechas y empedradas, pero..., no me bajé del bus.
Ya veremos si hay otra ocasión.
Desde Jauja hasta Huancayo, se abre un valle frondoso,
donde se ve gran actividad agrícola y mucha producción de maíz. Es el Valle del
río Mantaro. Aquí los pueblitos empiezan a estar seguidos y así llegamos a
Concepción, desde donde sale una pequeña carretera que te lleva a Ocopa, donde
hay un monasterio de Franciscanos con una biblioteca fabulosa y que mañana día
11 de julio iré a visitar en un tour. A las 5 menos cuarto llegábamos a
Huancayo.
Lo de siempre; no hay
una estación de buses centralizada y este bus me dejó en un "grifo", o
gasolinera a más de dos Km del pueblo. Regatear con un taxista y casi no nos
ponemos de acuerdo por medio sol. Yo con la mochila tenía que coger un taxi a
la fuerza, pero si tengo buen ánimo me gusta regatear, aunque como en este caso
sea por medio sol. Me trajo al hotel que le había indicado, Hotel Roger, al
ladito de la plaza de Armas, que aquí dicen que no hay y le llaman plaza Constitución. Este hotel me lo habían dado en el que estuve en Huanuco y está
muy bien. Ni guías ni apuntes ni historias, el boca boca es el que me hace
llegar a este sitio. Tras un pequeño regateo(es que cuando no está el dueño es
muy difícil regatear con las empleadas o empleados), me quedé. Para celebrarlo
me fui a cenar al Olimpic que es uno de los buenos hoteles que tiene esta
ciudad y que está en la Plaza de Armas, a 2 minutos de mi hotel.
Como me puede la vista, pedí chicharrón y aprovechando
que era más de las 6 de la tarde y que comenzaba el Happy Houars, dos pisco
sauer, uno como aperitivo y otro para finalizar la comida, que como dice mi
amigo Patxi Oteiza siempre hay que acabarlas con un traguito.
Consecuencia, a la noche
no dormí bien, pero eso es lo de menos. Hoy me quedaré pateando la ciudad y
mañana iré al monasterio-convento de Ocopa. También os digo, que me
comprometía conmigo mismo a bajar tripa pero es que...estoy en Perú y la comida
es deliciosa. ´Bueno, os dejo, me voy a patear un poco esta ciudad de casi un
millón de habitantes, y luego a ver el Francia-Bélgica. Agur. Daniel
RECORRIENDO
EL VALLE DEL RÍO MANTARO
Crónica del 12 de julio de 2018
Aquí en este valle hay multitud de leyendas, sobre la
laguna, los cerros, los cultivos y todo lo que se puede ver.
Según la leyenda, una princesa inca desolada por
la pérdida de su amor, se fue a llorar sus tristezas al altiplano. Tantas
fueron sus lágrimas, que formaron un lago, que al rebalsar, dio origen a multitud
de riachuelos, pequeños. La princesa seguí triste porque el páramo era muy áspero
y estéril. Entonces el gran dios Wiracocha decidió fundirlos todos
en uno, naciendo así el gran rio Mantaro, que en cuanto baja del altiplano da
lugar a un frondoso valle que se extiende desde Jauja hasta Huancayo. En verdad
que es muy fértil, pues la princesa, tejió una alfombra verde que extendió por
el valle.
Otras versiones dicen que en la noche de los tiempos
dos enormes serpientes se pelearon y cuando la vencida cayó a tierra, Surgió el
Mantaro. El río sinuoso se extiende por un valle fértil y etc.... Quedaros con
la versión que queráis, porque esto es relativo a la creación del Valle, luego
dentro del valle, cada pueblo, lago o monte tiene su propia leyenda.
El caso que es el día 11 a las 10 y media de la mañana
montaba en un busito en la plaza Constitución para un recorrido de 9 horas.
Nunca me gusta ir en grupo y en este busito de los 14
componentes todos eran peruanos menos yo. La guía comienza con el juego de las
presentaciones y cada uno tiene que decir su nombre procedencia y el plato que
más le gusta. A mí lo que quizás más me guste sea el besugo a la parrilla. Uno
se presentó como Argimiro de Lima y el plato que le gustaba era el ceviche.
Desde entonces para el resto del viaje ya quedaba bautizado como Argimiro
Ceviche. Cuando llego mi turno dije: Daniel de Navarra y el plato que me gusta
es: el chuletón. A ver si me iban a bautizar como Daniel Besugo. En eso estuve
agudo.
La guía, una chica joven estudiante de derecho,
explicó muy bien la primera de las leyendas sobre el nombre de uno de los
montes que rodeaban al valle, debido a que una princesa inca enfadada con
su padre se fue a vivir al alto y hasta allí llegó un cóndor que en realidad
era un hombre del que se enamoró y tuvo cinco hijos. El enfado de su padre hizo
que todos murieran y el monte donde habitaba lleva su nombre. Otro el de su amante,
y así sucesivamente.
Saliendo de Huancayo, que Huan quiere decir gran
piedra y yuk, lugar, llegamos a una industria familiar de
telares, llamada Inko Rok, en honor del dueño del telar, bueno del marido de la
dueña del telar, que se quedó a vivir aquí por amor a su esposa siendo él de
Cuzco. (Esto ya no es leyenda).
El caso es que la explicación fue muy interesante,
viendo todo el proceso, desde como pasaba la lana por la rueca hasta la
fijación de los colores y las plantas de donde se obtienen estos colores,
hasta su posterior diseño y tejido en los telares. De verdad que interesante,
aunque yo no compré nada.
Llegamos al bus y el juego de las preguntitas: Cómo se
llama el aparatito donde se hila la lana. Daniel, o sea yo, respondió: la
rueca. Premio, un llavero con dos figuritas de lana.
Seguimos el tour y ahora fuimos al pueblo de San
Jerónimo, a ver una platería. Vimos cómo se fundía la plata a 960 grados
y cómo, luego, esa bola se transformaba en hilos o en láminas, según lo que se
quisiera hacer. El maestro orfebre, muy bueno haciendo todo esto y explicando cómo
iba haciendo las figuras, las diversas técnicas y demás. Aquí, sí compré unos
pendientitos. También nos explicó que para saber si el anillo o la cadena eran
de plata se le daba bicarbonato sódico un rato y luego con un cepillo se
limpiaba, así se obtenía brillo porque si no brillaba es que no era de plata. ¡Vaya
descubrimiento! Mi madre ya lo hacía con los pequeños objetos que teníamos en
casa de plata y eso sin haber pasado apenas por la escuela. Vuelta al bus y
pregunta: ¿A cuántos grados funde la plata? Yo por anticiparme a todos los
demás dije: 900 grados y la señora de mi derecha dijo 960 grados. Premio para
ella, unos pendientitos que me hubieran gustado para mí. Por precipitado.
De aquí nos dirigimos a una quesería. Fuerte olor a
vaca y degustación de quesos, Casi almuerzo, además ya se habían acabado los
juegos de las preguntas y ya no tenía que estar atento. Desde la quesería ésta
fuimos a la laguna la Paka, a dar un paseo en bote. Uno de los del grupo no se
montó porque dijo que en el bote no había flotadores, y yo tampoco porque tenía
otras intenciones.
La laguna de la Paka tiene también la leyenda de que
un viejito vino al pueblo y fue por las casa pidiendo un vaso de agua y...,
nadie le dio salvo en la última casa que le dieron el vaso de agua. Entonces el
viejito le dijo a la señora que le había dado el agua: hoy a la noche vete
hacia los cerros y no voltees. La señora así hizo pero al oír tanto estruendo
se volvió y..., se quedó convertida en una estatua de piedra y el pueblo
inundado y sumergido por una laguna la de la Paka. Esto, ¿a que os suena de
otra religión? Si todos los dioses son parecidos, que si cariñosos,
comprensivos, amorosos pero luego si se enfadan un poco, mirad por un
vaso de agua, hala, a tomar por el c..., todo un pueblo y todos los habitantes
muertos. Recuerdo lo de Sansón y los filisteos, que me parece que solo se salvó
Salomé, o por hacer una fiesta cuando Moisés sube al monte y no baja, pues
hala, 40 años andando por el desierto. Y luego nos dicen que compresivos y
misericordiosos, anda ya, que diría Martín Morales en su Biblia
revelada a los creyentes. Enviado especial Martín Morales.
Esto viene al caso y con esto acabo de lo que me contaba el director del
Colegio de Vera de Bidasoa, D. José Manuel Oyarzabal, sobre Jonás. Me decía,
pero cómo vamos a creer en eso. ¿Tú te crees que un hombre puede aguantar tres
días sin comer? A lo que no le daba importancia era a que se lo tragó una
ballena y todo eso. Para él era no creíble porque ¡tres días sin comer! Él era
un tripero fino. Volvemos al recorrido. No quise subir al bote porque lo
que yo quería era conocer el pueblo de Jauja ya que por allí no íbamos a
pasar. Hablé con la guía y quedamos en comunicarnos por teléfono para que me recogieran o que apareciera yo en Opaca.
Rápidamente salí a la carretera y en un motocarro me
dirigí a Jauja. Tanto hablar de “esto es Jauja” y todo eso que me interesaba
conocerla. La verdad es que la ciudad o pueblito es muy bonito. En la plaza
principal hay una estatua de una india que debió de ser esposa de Pizarro, pues
Jauja fue la primera capital del Perú, aunque su capitalidad duró poco, tan
solo nueve meses, pues pasó la capitalidad a la recién fundada Lima o Ciudad de
los Reyes.
Estuve paseando como 20 minutos y contacté
telefónicamente con el bus y a los cinco minutos nos encontrábamos a la vez sin
esperar nadie a nadie, en la alameda donde el cementerio. Menos mal, porque
visto lo visto no sé cómo había podido llegar yo al Santuario de Opaca.
Ahora tocaba ir a un pueblo llamado Ingenio. Su nombre
viene de que un lugareño, no recuerdo el nombre, recibió en 1920 50
truchas californianas e ideó un ingenio, o sea una serie de pozas para
criarlas. La producción fue tan bien que ahora es la principal actividad del
pueblo, aunque ahora ese "ingenio" natural se ha transformado en
piscifactoría. Aquí comí muy bien en un restaurante que se llamaba El Encanto,
trucha a la parrilla especial (quitada la espina), vi la prórroga del Ucrania
Inglaterra y proseguimos viaje al Santuario de Santa Rosa de Opaca. Aquí era a
donde yo quería venir. Todo el resto del tour me sobraba.
No decepciona para nada el santuario. Fundado en 1725,
por los franciscanos como centro de formación para los misioneros que se iban a
entrar en la selva a evangelizar. Eran franciscanos, y muchos de los apellidos
son de aquí: Izaguirre, Sarobe, Landazuría y muchos más que no averigüé. Al
Padre Pío Sarobe lo quieren canonizar. Yo ese apellido pensaba que podía ser de
Lesaka y pregunté. El Padre Sarobe era de Astigarraga.
Lo más interesante además de ser punto de
partida para la selva para todos los misioneros, es su impresionante biblioteca
con más de 25.000 volúmenes. (No se puede fotografiar ni coger ningún libro).
La guía de este lugar era sosa de narices y dijo que ya les habían robado. Hay
una colección de pinturas fantásticas, así como animales de la selva disecados.
Dicen que ya estaban muertos cuando los llevaron al convento. Destacaba, para
mí, el pirarucú o paiche, que es el mayor pez amazónico y que yo había visto
pescarlo en Colombia. También vimos alguna celda, una herrería, y demás dependencias
del convento. A las 6 de la tarde acababa nuestra visita y otra vez en el bus
para casa. Ya no hubo preguntitas ni premios, estamos todos derrengados y..., a
las 7 y media de la tarde llegábamos a Huancayo. Entonces decidí que al día
siguiente me quedaría en Huancayo y compraría billete de tren para ir el día
13 en el tren "macho" a Huancavelica. Aquí, ya sin ser leyenda
ni nada, hay dos vías férreas: la que va a Lima y la que va a
Huancavelica. El que va a Lima se llama “hembra”, porque siempre sale a la
hora, llega bien a Lima y cumple correctamente su cometido. Sin embargo
"el macho" que va a Huancavelica, sale cuando quiere, llega cuando
puede y como puede. Todo esto lo cuento como anécdota de toda la
problemática que se genera allá con el lenguaje y los géneros. Bueno os dejo
que mañana tengo que coger "el macho", que, en teoría, sale a
las 6 y media y llega a las 12. Ya veremos lo que hay de imaginación o de
leyenda. Agur. Daniel
HUANCAVELICA
Crónica del 16 de julio de 2018
Hoy es día 15
de julio y pasaré mi tercera noche en este pueblo antes de partir mañana a las
6 hacia Ayacuyo.
Para mí es la ciudad más andina, incaica y más
auténticamente peruana, de todas las que he conocido. Fundada en 1527 y a 3.690
m de altitud, es una ciudad preciosa y que sin embargo no recibe a ningún turista,
de hecho en estos días que he estado, no he visto a ninguno. Yo la única
explicación que le doy a este pequeño misterio es que queda lejos de los
itinerarios del Gran Gringo y que hace frío. Por las mañanas estamos a 3º y
esto echa un poco para atrás.
El día 13 viernes, a las 6 y media de la mañana
abandonaba Huancayo, para
coger el tren Macho. Tenía fama de mal portado, pero a la hora en punto salimos para recorrer los 130 Km que hay hasta Huancavelica .Seis horas y media tardamos, a unos 20 Km por hora. No importa, el viaje es un lujo. Iban todos lugareños, algunos turistas de Lima, y yo el único representante rostro pálido.
coger el tren Macho. Tenía fama de mal portado, pero a la hora en punto salimos para recorrer los 130 Km que hay hasta Huancavelica .Seis horas y media tardamos, a unos 20 Km por hora. No importa, el viaje es un lujo. Iban todos lugareños, algunos turistas de Lima, y yo el único representante rostro pálido.
El paisaje al comienzo es de eucaliptos y retamas.
Dejamos al fondo el río y subimos un poco para para seguir viaje por un cañón a
3.000 m de altitud.Para las 7 y cuarto empiezan a sacar los almuerzos: lomo
saltado, trucha frita o pollo a la plancha. Así va a ser durante todo el trayecto;
tú pides y a cualquier hora te sirven, además con amabilidad.
A las 9 llegamos a Izcuchaca, a mitad de camino. Aquí
suben vendedores de pan de queso y de calabaza. Compro 5 panes de queso por 1 sol,
y en el siguiente pueblo, Mariscal Cáceres, de calabaza. Muy bueno por cierto.
El viaje transcurre sin mayor novedad, salvo unos pequeños desprendimientos de
tierra por estar construyendo una carretera más arriba.
A las 12h y 20 minutos, con precisión alemana
entrábamos en Huancavelíca. 6 horas en tan pintoresco tren para recorrer los
130 Km.Merece la pena hacer este recorrido en " el macho", tren que
en 1929 empezó siendo a vapor y ahora funciona con diésel.
Me hospedo en medio de la Plaza de Armas, en el Hotel Asunción.
Está muy bien, pero sin calefacción.
Tiene este pueblo un aire andino total, rodeado por
unos cerros, que desde el pueblo casi los tocas. Hay también muchas plazoletas
con sus iglesias estilo colonial. Para cenar todos los día tazón de sopa. Esta
primera tarde fue de patear el pueblo, ver todo y fijarme dónde estaban las cosas que me interesan:
restaurantes, lavandería, parada de buses y autos, mercado, etc...
El sábado 14 aunque el día amaneció un poco torcido
por la derrota de Nadal, luego se me dio genial. Desde la cama veía el
encierro, el tenis y el partido del mundial. Desayuné y fui a enterarme de cómo
podía subir a la mina Santa Bárbara.
El primer taxista me pidió 80 soles aduciendo que
estaba lejos y...era verdad. Como el siguiente solo me pidió 25, me fui con
él.
El camino era largo, tenía que subir una montaña en zigzag,
bajar un poco y luego subir un poco hasta la mina. Santa Bárbara está a 4.200
m. Ahora está cerrada, pero se puede ver la entrada, las construcciones donde
procesaban el mercurio y los restos del pueblo de piedra que construyeron, así
como la plaza y la iglesia. Llegaron a trabajar hasta 3.000 indígenas a la vez,
por el sistema de mita. Fue una de las minas más productivas de la conquista,
pues se extraía mercurio muy necesario para procesar el oro y la plata de las
otras minas.
Después de recorrer todo esto durante media hora
decidí volver andando por un sendero que me enseñó el taxista. Resultó precioso,
juntándome al principio con rebaños de llamas, las cuales se dejaban acercar.
Al empezar era solamente una senda por las alturas del
cerro y estaba un poco asustado, pero al cabo de media hora, alcancé un sendero
más ancho paralelo al río, la bajada fue una gozada. En una hora bajé,
casi casi cantando. Luego en casa siesta y relax.
El domingo
día15 me fui a unas piscinas termales pero pasé de ellas. Seguí caminando y
llegue a Sasachaca, que es una formación rocosa, con termas naturales al lado
claro está de un río. Llegar y...cerrado por mantenimiento. Vuelta atrás ahora
por un sendero y luego por las vías del tren hasta alcanzar por el otro lado,
el frente de la formación rocosa. Hice unas cuantas cosas y..., a comer
cochinillo. A la tarde siesta y ahora me voy a dormir, que mañana tengo 6 horas
hasta Ayacucho.
En teoría salgo a las seis de la mañana, si se
completa con cuatro personas el auto. Voy hasta Rumichacay allí tengo que hacer
la misma operación. Ya os contaré. Agur. Daniel
P.D. El espaciador de este ordenador va muy mal. Me ha
costado dios y ayuda escribir esto. Exactamente 1 hora y 32minutos.
EL
DURO CAMINO HASTA AYACUCHO
Crónica del 17 de julio de 2018
Había quedado con el de la agencia Nevados, que me
llamaría a eso de las 6 menos cuarto para viajar hacia Ayacucho. Como pasa en
estos casos, ni me llamó ni nada, fue el recepcionista del hotel el que me
llamó, aunque yo ya estaba preparado. Llamé a la agencia y no contestaba nadie. Solución,
agarré un taxi y me fui hasta la agencia. Todo estaba cerrado y eran las 6 de
la mañana. Hacía un frío de órdago, el capó de los coches helado. De uno de
esos coches, salió un señor enfundado en una manta diciéndome que a ver si iba
a Ayacucho vía Rumichaca. Le dije lo que me pasaba y él abrió la agencia y
comprobó cómo en el libro de pasajeros para el día 16 solamente aparecía yo y
por eso al no haber gente para el viaje no me habría llamado. Me comentó que él
ya tenía un pasajero que conmigo harían dos y luego era cuestión de esperar a
que llegaran otros dos. ¡Qué le vas a hacer!, a esperar a ver si hay
suerte.
A eso de las 8 cayeron otros dos que estaban recién
llegados a Huancavelica. Genial, pensé, ya estamos cuatro y nos vamos, pero...
estos dos últimos pasajeros dijeron que querían desayunar un poco y ver la
plaza de Armas y que enseguida venían. _De acuerdo. Se fueron y otra vez tocaba
esperar, aunque esta vez fue demasiado. Eran las 9 y los tipos aún no habían
vuelto. Yo estaba que trinaba pues estaba allí desde las 6.
Al poco apareció una señora que quería ir a toda costa
hacia Rumiñaca. No había sitio, aunque si llega a venir otra persona, dejamos a
los dos jetas en Huancavelica y como seríamos cuatro, nos hubiéramos ido.
Desgraciadamente no vino nadie y a eso de las 9 y media, aparecieron los
"pájaros". La pobre señora se quedó sin sitio y después de echarles
yo, la bronca, partimos hacia nuestro destino. Eran pasadas las 9 y media. El
otro pasajero se llamaba Julián Ayenque y resultó ser un tipo formidable.
Enseguida empezamos a subir y pasamos por un poblado
en el que había 8 casas y vivían 4 personas que vivían pastoreando las llamas.
Julián me dice que estamos a 4.242 m de altitud. Extrañado le pregunto a ver cómo
lo sabe y me dice que tiene un G P S, que lleva incorporado un altímetro,
porque él es antenista satelital y va a Rumichaca para revisar y mantener las
antenas. También me comentó que ese aparato no se vendía, que era de la
empresa.
Todo el paisaje es parecido, ahora llegamos a un
pueblo llamada Pucapampa con 20 casas y donde viven 5 o 6 personas en unas
casas que construyó el gobierno para que vivieran allí y no se fueran. Eran de
un color amarillo, y ponía algo así como “Mi abrigo”. El taxista dijo que
tenían algún sistema de calefacción y es que estábamos a 4.600 m. Seguimos ahora
por el cerro de Chonta y un cártel nos anuncia que estamos a 4.885 m. Los
cerros de los alrededores están nevados. Gran cantidad de alpacas, y a un poco
menos de altitud, un sinfín de lagunas, que hacen de este lugar un gran
productor, recolector y exportador de truchas. El agua fría hace que se
reproduzcan fácilmente y además no hay enemigos naturales. Me explican que la
Llama es más grande y resistente, pero que la alpaca tiene mejor lana y de
hecho es de su lana de la que se hacen las chompas, gorros y demás. Los dos jetas
dormidos, mejor.
La laguna que vemos ahora es enorme es la de Coclococha,
y se ven como unas jaulas metálicas en la laguna. Deben de ser ingenios para el
criadero de las truchas. El pueblo que está a su orilla, tiene el mismo nombre
que la laguna y ya tiene más de 300 habitantes, que viven dedicados a las
truchas. Pasdas ya dos horas de viaje, viajamos ahora por el altiplano, todo
recto y a ambos lados siguen los rebaños de alpacas. Llegamos a un pueblito,
Santa Inés y con ello, la pérdida de la señal de Moviestar. Estamos a punto de
llegar al cruce, a la carretera llamada la Vía libertadores que une Ayacucho y
Lima. Nos bajamos aquí, en esto que no es pueblo, si no unas casitas o pequeños
restaurantes, un puente, un puesto de peaje y un grifo (gasolinera). Este
conjunto se llama Rumichaca 2, y hasta aquí teníamos contratado al taxista,
bueno, era hasta donde él nos podía llevar. A esperar otra vez a ver si tenemos
suerte. En eso veo una combi que se va a dirigir a Ayacucho pero... completa.
Hace un sol impresionante y a esta altura de 3.885,
pega bien. Como es un lugar estratégico es por aquí por donde deben de pasar
todos los carros, autos, combis o autobuses que se dirigen tanto hacia Lima,
vía Pisco o hacia Ayacucho.
Para que la espera sea más llevadera, como en la mesa
donde también come el taxista: Chilcano de trucha y Chicharrón de trucha y
luego café (mescafé).Desde este cruce se puede ir hasta Pisco a solo 3 horas de
viaje pasando por un alto de más de 4,800m, dicen que el más alto de
Perú.
Esperar y esperar y por aquí no ha pasado nadie. Hay
comiendo una familia con dos niños pequeños que van en la parte trasera de un
coche ranchera o algo similar y les pedí a ver si me podían llevar a Ayacucho,
pues me dio de que iban para allá. Con una excusa barata me dijeron que no.
Por fin después de dos horas de espera aparece una
"combi" que va hacia "nuestro" pueblo. Además va medio
vacía, de pasajeros, llevando muchos panes pequeñitos envueltos en plástico e
incluso en unos bidones.
Nos montamos, los dos jetas y yo. Parece que nuestra
suerte cambia. Ya, ya. El chófer es un cachondo, pero desesperante. Él es el
que va buscando los pasajeros por las casas, me imagino que antes habrían
hablado y como no han aparecido los busca él.
- Oye, ¿va a venir tu hermano? -le grita a una chica.
Esta responde que no sabe y que ya va a la casa a ver si sale. Un cuarto de
hora esperando y no sale. Al final que no. Adelante unos metros más y la misma
operación. Este otro tampoco sale. También hinchamos las ruedas sin aparato de
medir la cantidad de aire, a ojo de buen cubero lo hizo el taxista o chófer. No
pasa nada, todo el mundo se ríe y son ya las 2 y media y aún no hemos salido
del pueblito éste.
Por fin en marcha. Vamos bajando un puerto por una
carretera ahora sí, asfaltada, la anterior no le era. Se ven puyas Raimondi
diseminadas por los cerros.
Hemos logrado llegar a un pueblo llamado Licapa. Aquí
suben tres personas y se baja...el chófer. Se dirige a una casa y sale una
señora hermosa, quiero decir frondosa. Descargamos todos los panes y nos
quedamos en el coche. Pasa un rato y otro y...el chófer sin aparecer. Pregunto
a uno de los pasajeros a ver qué pasaba y me dice que está haciendo el negocio
del pan con la mujer. Me dan ganas de agarrar yo el busito y conducir. Cuando
dios quiso apareció y... adelante, no sabemos hasta cuándo.
En un sitio indeterminado del trayecto, se bajó el que
iba al lado del chófer y previo permiso, ese lugar lo ocupé yo. Es por esto que
las fotos que os he enviado a algunos están sacadas de la parte delantera
derecha del bus.
La ventanilla está ligeramente abierta porque no hay
manivela para subir el cristal y entra un airecito..., Los picos están nevados
y es que henos subido el puerto de Apacheta de 4.746 m. Bajamos un poco y
enseguida se vuelven a ver las alpacas y es que a estos animales les gustan las
alturas y comen esa hierba dura y amarillenta que abunda por aquí.
El chófer se va santiguando cada dos por tres. Yo
pensé que lo hacía al pasar por delante de unas capillitas que hay en los
bordes de la carretera, pero luego me di cuenta que no, que lo hacía hubiera
capillitas o nada. Seguimos bajando y se nos cruzan por la carretera cuatro
vacas. Con el pastor que lleva una onda (pero de las de verdad) en la mano. Yo
nunca había visto una como ésa. Llegamos al pueblo Rumichaca y como ya hemos
bajado bastante, el paisaje cambia radical. Ya hay árboles y vacas y vamos
paralelos a un río. Veo un cartel que marca: Ayacucho a 23 Km. Me alegro pero
tengo mis temores.
No iba yo desencaminado. Asoma la cabeza el chófer por
la ventanilla y dice que las ruedas se han deshinchado. Lo que realmente había
ocurrido es que habíamos pinchado. Ala pues, a cambiar la rueda. Un pasajero se
bajó a ayudarle y yo también, por lo menos a animarles. No hombre, que ayudé a
sacar la rueda de repuesto y llevarla hasta donde teníamos que colocarla. No
perder la paciencia, porque al final cambiamos la rueda. Las cubiertas de todas
ellas eran más lisas que el culo de un bebé. Me extraña que solo pincháramos
una. Con mucho cuidado y muy despacio, proseguimos la marcha y...., control de
la policía. Más vale que les debimos de dar pena y no nos tuvieron mucho rato.
Por fin llegamos. Eran las 6 de la tarde. La parada
estaba en lo alto de la ciudad. Era de noche y no sabía dónde ir.
Afortunadamente tenía anotado el nombre del hotel Misky Samay, y hasta allí que
me llevó un taxista. Pequeño regateo en el hotel y cuadramos en 40 soles
la noche, unos 10 euros. Resultó ser fantástico y sin frío en la habitación.
Desayuno hasta en la cama, pero esta ya será otra historia. Agur. Daniel.
AYACUCHO
Crónica del 19 de julio de 2018
En el 1984,
tres sangüesinos y uno de Arellano, llegábamos a esta ciudad, tomada
militarmente. Patxi Oteiza, Luis Olleta, Javier Casajús (Pedrete) y yo, habíamos
venido desde Lima, desafiando un poco todo. No es que fuéramos valientes, fue más
bien imprudencia. No estuvimos más que una noche, y no recuerdo ni el nombre
del hotel. Lo que sí recuerdo son las tanquetas por las calles y los militares
y policías armados con sus metralletas patrullando las calles.
Era otro Ayacucho diferente al que me he encontrado
ahora. Ayacucho está unido a tres signos de identidad; Sendero Luminoso,
Iglesias virreinales y la independencia de Sudamérica.
Sobre Sendero Luminoso parece haber un total pacto de
Silencio. Nadie comenta nada, ni hay una pintada ni nada de nada. El movimiento
formado por el profesor de filosofía de La universidad San Cristóbal de
Huamanga (Ayacucho), en compañía de su primera esposa Augusta La Torre, ocasionó
una guerra desde 1980, fecha de su primera acción, hasta la década de los 90.
En 1992, caía Abimael Guzmán y su cúpula en el barrio limeño del surquillo. Fue
el principio del fin de unas luchas y una sangría de terror, que ocasionaron más
de 70.000 muertos.
Abimael Guzmán fue condenado a cadena perpetua, y la
está cumpliendo en la Comandancia de la Marina en El Callao (Lima).
Si me extiendo en este tema es porque siempre he
tenido curiosidad por este extraño movimiento maoísta, más maoísta que Mao.
Para este viaje me compré un libro que se titula Los héroes invisibles, que
habla sobre todo esto. Muy clarificador, basados en hechos reales, aunque
novelados. Es por esto por lo que hoy, cuando paseaba por la plaza de Armas, he
visto una pancarta con unas fotografías y un texto, pidiendo no a la
excarcelación de Fujimori y es que hoy 18 de julio se cumplían 26 años de la
matanza de 8 estudiantes y un profesor de una universidad de Lima a manos de
las fuerzas policiales, mandadas por Fujimori. Bueno, el que hablaba con un altavoz,
se tenía que quedar un poco extrañado, de que estuviéramos tan poca gente
escuchándole, y es que hay como un silencio sepulcral sobre el tema.
El día 17 fui a
ver el Museo de la Memoria. Trata de recordar o de no olvidar lo que pasó, pero
me sentí decepcionado. Las explicaciones eran muy pobres y solamente había
fotografías de desaparecidos y madres que los buscaban.
Por todo esto digo que mis amigos verían una ciudad
totalmente diferente a aquella que vimos en el 84.
No he hecho nada especial. Como tenía buen hotel, me
traían el desayuno a la habitación, algo que de vez en cuando no está mal.
Sería "La Marquesada" que diría nuestro entrañable amigo Angel
Huarte. En esta ciudad tienes que recorrerla y perderte. Tiene más treinta
templos virreinales de estilo renacentista, barroco y mestizo. A Ayacucho le
llaman" la ciudad de las iglesias" y también "la ciudad señorial”.
Yo he recorrido unas cuantas, fotografiándoles, gustándome sobre todo la de los
capuchinos o la dedicada a San Francisco de Asís, por ser la única iglesia que
he visto que con esa fachada colonial, tiene una sola torre.
La de los jesuitas, con el escudo de España, y con un
retablo en el altar impresionante. Hace honor a su orden (no me caen muy bien
los jesuitas de Javier).
Las casa señoriales magníficas, pero han abierto los
patios convirtiéndolos en restaurantes. Ayer como por la tarde estaba un poco
"depre", me fui a uno de ellos, el Nueva York, a tomar cerveza
y luego un Pisco Sauer, escuchando a Beatles y música de grupos norteamericanos,
en el patio colonial. Muy bien, luego dormí de maravilla. Quizás repita hoy
como despedida de esta ciudad, llamada Huamanga.
En el 1824,
tuvo lugar la batalla de Ayacucho, que puso fin a la dominación española en
Sudamérica y en virtud de ello, por decreto de Simón Bolívar, cambia el nombre
de Huamanga, con el que había sido fundada, por el de Ayacucho en conmemoración
de la batalla. Hoy he estado paseando por estos lugares donde aparecen estas
placas o escritos.
En esta ciudad no se puede hacer otra cosa, a no ser
que cogieras un tour y salir a ver puyas raimondis como hizo mi amigo Juan
cuando estuvo en esta ciudad hace ahora unos 15 años. Él lo hizo sin tour,
levantándose a las cinco de la mañana y caminando más de seis horas.
Ayer andando por la calle 28 de Julio, un tipo me
preguntó ¿De dónde sois? Me volví y vi a un señor bajito, con el pelo rizado,
que tiraba de un carrito, y que era uruguayo. Muy efusivo me abrazó, pero me
dio mala espina y me lo quité de encima. Hoy nos hemos vuelto a cruzar y..., lo
mismo, abrazo efusivo, beso incluido y a ver si tomábamos algo. Yo le dije que
un café vendría bien y el me contestó que él de café nada. Me comentó que ese
día por la tarde se dirigía a Andahuailas. Entonces a la pregunta de a que se
dedicaba pues, me contestó que al narcotráfico, aunque luego puntualizó que no,
que se dedicaba a los vidrios, colocar cristales en grandes superficies y todo
eso. A mí me parece que le iba mejor el primer papel.
No ha habido nada más especial. Me voy a ir al New York
a cenar una hamburguesa con una cerveza, café y si se tercia un Pisco sauer. ¡Ah!
Aquí en muchos restaurantes en su carta de tragos tienen: Mojito, caipiriña,
cubata y..., destornillador. Los más veteranos recordaran el vozca con
naranjada, allá por los 70. No había vuelto a ver semejante combinación. Ya
veis hemos retrocedido en estos escritos al 78 y también al 70. Nada más por
hoy. Mañana vuelvo a las alturas y a los caminos de grava. Como el trayecto
hasta Cuzco es muy largo, iré hasta Andahuailas, pasaré noche allí y al día
siguiente en dos tramos seguidos; Abancay y desde allí a Cuzco. Espero que la
conexión funcione mejor que la otra vez. Escribiré desde Cuzco y ya habré unido
las dos capitales del Tawantinsuyo. Hoy ha sido lección de historia. Agur.
Daniel
Crónica del 22 de julio de 2018
El jueves 19
salíamos muy puntuales hacia Andahuilas. Yo iba adelante con el chófer y otro
pasajero, que resultó ser chófer también. Nuestro conductor era jovencito, y
llevaba una buena provisión de coca. La verdad es que durante el viaje no la
probó. No sería consumidor nato. A lo que en cambio sí era adicto era: al
móvil. Increíble, no solamente respondía a todas las llamadas, sino que también
leía los mensajes y yo creo que hasta jugaba. Siempre le vi conduciendo con una
mano.
Mi compañero de la izquierda presumía de saber mucha
historia y geografía porque tenía muchos canales de televisión y se los veía. A
las primeras de cambio me dijo que Perú, tenía 15 millones de Km cuadrados. Yo
le contesté que se había colado en un cero. Como no me creía del todo, miramos
en la guía y Perú tiene 1.500.000 Km cuadrados.
De repente, se nos cruzaron cuatro vicuñas. Estos
camélidos son salvajes y pastan a su antojo por el altiplano. Antaño, solamente
el Inca podía llevar ropas hechas con lana de vicuña. Ahora, una vez al año, se
juntan los habitantes de estos pueblos del altiplano, y entre todos van
cercando a estos animales hasta conducirlos a un cercado, donde se procede a su
esquilo. Esta lana me dijeron que se exporta principalmente a Francia, siendo
muy cara en el mercado. Luego no sé si el dinero se lo reparten entre las
diferentes comunidades de los lugares por donde pastan estos animales o el
estado tiene también un beneficio o porcentaje de la venta de esta lana.
Sobre las 10 y
media dejábamos el departamento de Ayacucho y entrábamos en el de Apurimac.
Como solo estábamos a 2.010m, flores, frutales y hasta palmeras. Las casas
construidas con ladrillo, no como en el altiplano que eran con adobe. El primer
pueblo, pasado el puente sobre el que discurre el río Pampas y que hace de
frontera entre los dos departamentos, se llama Ahuairo y aunque es largo, tiene
pocos habitantes.
A eso de las 11 y media llegamos a Callabamba, en cuyo
arco de bienvenida viene escrito también: eterno clima primaveral.
El caso es que aquí tuvimos que estar más tiempo que
el normal, porque andábamos con problemas en una rueda. No obstante a eso de
las 12, seguimos la marcha.
Mi compañero el "viejo conductor", le ha
echado la bronca al joven chófer, por el uso desmedido del móvil y..., por un
rato ha conducido con dos manos.
Nuevamente se encendió la luz roja del panel de mandos
y esta vez sí que tuvimos que parar en un pueblo grande más de media hora, para
cambiar la pastilla de freno de una rueda. A eso de la 1, entrábamos en
Andahuailas. Yo tenía tres hoteles anotados: Mil Amores, Adán y Eva y El Edén.
No diréis que no son nombres sugerentes. Pues bien, mi compañero de viaje me
indicó que fuera a El Dragón, que él conocía a los dueños y que eran limpios.
Bueno, por una noche, no me voy a volver loco buscando. Allí que me dirigí
y..., era un restaurante chino, que también poseía el hotel. En realidad, el
nombre del hotel era El encanto de Apurimac. Esto ya suena mejor.
Alojarme, y como siempre, a recorrer la ciudad. En la
plaza de armas esta la leyenda del toro y el cóndor. Bueno, más que leyenda es
un acto que se realiza en las fiestas de Andahuailas el 28 de julio junto
a la laguna Pachuca, y que simboliza o quiere representar o ridiculizar la
conquista española. Para ello, logran capturar un cóndor, poniéndole como cebo
un cadáver con alcohol y antes de que pueda emprender el vuelo lo atrapan.
Luego junto a la laguna Pachuca, lo atan al lomo del toro y..., a pelear. El
toro derrota y tira cabezazos, pero no alcanza al cóndor, que le va picoteando
constantemente. La batalla acaba siempre con la victoria del cóndor (los nativos),
frente al toro que representa a los conquistadores.
Esta ciudad es
pequeña, de unos 7.000 habitantes, pero como está situada a 2.980 m hace algo
de frío, y todas las mujeres, van con sus típicas polleras multicolores, las
dos trenzas negras, a veces atadas entre sí por detrás y sus sombreros.
Me fui a cenar empanada y café a la plaza de Armas, y
antes de llegar me fijé en una peluquería, muy curiosa. El peluquero estaba
cortándole el pelo a tijera a un paisano, con guantes. No me lo podía creer,
¡con guantes! No acabó aquí mi sorpresa y mi risa, pues cuando terminó, para
quitarle los pelillos esos que siempre quedan en el cuello y algunas veces en
la cara, en vez de pasarle el cepillo, le dio a ¡un compresor o hinchador!, que
tenía colocado en la pared. Sí, como si estuviera hinchando la bici o las
ruedas del coche. No le quedó al cliente ni el más mínimo pelito. Estuve a
punto de entrar para que me arreglara la barba, por ver como manejaba con los
guantes la maquinilla, y luego utilizaba el compresor, para dejarme limpio. Una
lástima pero no me la arreglé.
Después de tan opípara cena, cuando me dirigía para mi
"chino", me quedé sorprendido de que en una de las calles que
conducen a la plaza de armas había 8 locales de Karaoke. Pregunté por qué y me
dijeron, que los sábados venían de los pueblos de alrededor y todos debían ser
cantantes o bailadores.
Proseguí mi camino, pero aún hice una para antes, en
el Totos Pizza, para tomar un pisco sauer a 10 soles. Como estaba delicioso, le
dije que tomaría un segundo si me lo dejaba a 5, como así sucedió. Después de
este segundo pisco, casi me voy a un Karaoke, pero no. Al día siguiente tenía
que hacer el trayecto hasta Abancay y allí coger una combi o un autobús para
proseguir hasta Cuzco. A las 8 y 25 del día 20, en una combi, salíamos cuatro
pasajeros, dos chilenos, un peruano y yo rumbo a Abancay. Dio la casualidad de
que luego, los cuatro proseguiríamos el viaje hasta Cuzco.
El viaje no
tuvo mayor historia, ni pinchamos, ni se estropeó el freno ni nada. Al
principio tuvimos que subir hasta los 3.515 m pero luego el paisaje era
precioso, con pequeñas parcelas cultivadas. Para las 11 y cuarto
estábamos en Abancay, y como teníamos autobús a la una, decidimos comprar
billetes y comer fuera de la estación. Por primera vez en el viaje, quitando
Lima, comía en compañía. Los chilenos eran una pareja de 16 años, ella
Valentina y el Damián. Habían conseguido el dinero para el viaje, vendiendo
(maní). Lo compraban en una atienda distribuidora en Santiago de Chile y luego
ellos lo empaquetaban en pequeñas bolsitas pesadas y todas iguales y las
vendían por la calle o en la entrada de los colegios. En seis meses ganaron la
plata suficiente para este viaje al Perú. Imaginación y ganas.
Lo poco que vi
de Abancay no me gustó nada, solamente el cartel que os mandé de la terminal.
Salir con el bus y..., subir, subir, subir, obras, camiones,...desesperante. 2
horas para hacer los 30 Km, que se dice pronto, que tenía el puerto. Esto ya lo
padecimos en el 84, cuando desde el alto vimos la luces de la ciudad de Abancay
y luego nos costó..., seis horas alcanzar la ciudad. Ahora la carretera es mejor.
Luego, bajar, volver a subir, parecía la carretera una montaña rusa. Lo que en
el mapa es un trocito pequeño, en la realidad se convierte en un montón de
horas. Por fin a eso de las 7 de la noche llegábamos a la terminal de
Cuzco.
Alojarme y dar una vuelta. Decepción total en
comparación con el Cuzco que conocí con mis amigos. Ahora hay medio millón de
agencias, restaurantes, tiendas y gentes de vacaciones de todos los
lugares.
La ciudad como tal sigue siendo preciosa, y ver la
plaza de Armas iluminada es una chulada, pero... el ambiente ya no es el mismo:
viajero, medio aventurero, porque desde aquí salíamos todos los viajeros que
íbamos a Machu Pichu. En un principio, en el 84, por nuestra cuenta, comprando
aquí la comida, alquilando las perolas y las tiendas de campaña para los tres
días de viaje que duraba el camino. Pese a todo me quedaré tres días en Cuzco.
Mañana recorreré el Valle Sagrado. Hoy he estado en Coricancha, pero...de esto
ya os contaré en la próxima.
Ya he logrado un pequeño sueño, unir las dos capitales
del Tihuanthinsuyo, Quito y Cuzco, por todo el altiplano, utilizando, carros,
combis, autobuses, y un pequeño trayecto en el tren Macho. Bueno, Agur. Daniel
CUZCO
Crónica del día 24 de julio
Llegué el viernes 20 por la
tarde, al hotel que había reservado por Brooking. No suelo hacer esto nunca,
pero al ir solo no tenía ganas de andar con la mochila a la espalda, buscando y
andando. Creo que nunca más lo volveré a contratar así. Llegué, le enseñe el
papel al recepcionista y me dio una habitación al lado de la recepción. Bien.
Entro y..., no tenía ni toalla ni papel ni jabón. La tele iba mal, solo se
veían los canales peruanos y de malas maneras. La habitación sobria, de esas
que cuando te vas a dormir tienes que levantarte para apagar la luz. También
hay que dejar la habitación a las 10 A.M. Cuando le voy con todo esto al
recepcionista, me dice que lo siente que ahora me lleva la toalla y todo eso.
Pasa el tiempo y nada. Vuelvo, le vuelvo a recordar y..., me lo da allí, pero
me avisa de que se ha equivocado de habitación y que me corresponde otra más
pequeña y más oscura. Le digo que allá películas, que no me cambio. Al final
llegamos a un consenso; duermo en mi habitación y si al día siguiente no la
piden sigo en la misma. Así fueron las tres noches. Como la tenía contratada
para cuatro, tuve que pagar por la cuarta noche un 5% del valor de ese día. En
fin, la habitación no la hicieron ningún día. No me duché pues no había agua
caliente y la del lavabo lo menos salía a -4 grados. El desayuno, desde que lo
pedí hasta cuando me lo sirvieron, casi me sirvió ya de comida. Lo peor fue que
el día 21 salió lloviendo y así estuvo todo el día. Esto son pequeñas anécdotas
del viaje, ocurridas en el hotel que más me ha costado. Como Cervantes, no
recuerdo el nombre del hotel, sé que era por un lugar del Cuzco llamado...
Cuzco es una maravilla, pero...,
lo que tuvo que ser esta ciudad antes de la llegada de las huestes de Pizarro.
Aunque llovía me dediqué a patear. Subí andando a Sacsahuaman, pero no entré
porque me querían cobraban 70 soles. Lo dejaré para otro día y ya veré la forma
de verlo. Bajé andando hacia la plaza de armas, y como era una cuesta tan
empinada y la piedra estaba mojada, nos entretuvimos un rato viendo como unos
coches intentaban subir la cuesta. Alguno dejó medio sueldo en cubiertas, otros
desde casi arriba, de culo para abajo y volver a intentarlo y otra vez para
abajo. Alguno consiguió subir y los espectadores, aplaudimos. Siguiendo esa
cuesta llegas a una plaza llamada Las Nazares. Pequeña, coqueta y llena de
tiendecitas. Había dos hoteles. El uno se llamado Convento, porque
anteriormente fue un convento de monjas, ahora reconvertido en un hotel de
lujo. El de al lado es un hotel llamado Monasterio, porque antes lo fue. Tiene
100 habitaciones de refinados patios. Pedí permiso y el portero me dejó entrar
a dar una vuelta. ¡Qué lujo! Al salir pregunté el precio de las habitaciones y
me dijo que entre 1000 y 3000 dólares. Al oír esto le pregunté a ver si tenía
que reservar con tiempo o me podía quedar ya. Me fui, claro está.
Por la tarde fui a ver el Coricancha. En tiempos de los incas, Qoricancha o patio dorado, estaba
literalmente cubierto de oro. Sus muros estaban forrados con unas 700 láminas
de oro de 2 Kg. cada una. Tenía réplicas del de oro y plata a tamaño natural.
Dice también que había altares, llamas y bebés, así como una réplica del sol,
todo de oro macizo. Los guías dicen que en el jardín los árboles y los animales
que representaban a la región estaban esculpidos en oro a tamaño natural. Así
parece ser que era todo este templo. Tras la conquista Francisco Pizarro se lo
dio a su hermano Juan, pero éste no lo pudo disfrutar más que unos meses, pues
murió en la batalla de Sacsayhuamán en 1536. En su testamento lo legó a los
dominicos, los cuales aprovecharon la estructura que había para construir la
iglesia de Santo Domingo. Allí siguen todavía.
Estuve toda la tarde del 21
recorriendo una y mil veces Coricancha, las paredes incas, los cuadros que hay
ahora y el patio, donde ya no había ni pepita de oro. Por eso digo que ¡cómo
sería esta ciudad en tiempo de los incas!
El
domingo 21, amaneció con sol y me dirigí a la Plaza de Armas, para recorrer en
un tour El valle sagrado. Como llegué pronto a la agencia, me acerqué a la
catedral, que por ser domingo estaba abierta y había misa. Entré y en ese
momento era "el sermón". El cura se "mojó". Condenó el
terrorismo de Sendero y diciendo que mucha gente fue obligada a seguirles, así
mismo condenó a los políticos actuales peruanos, que también para obligar a la
gente a seguirle con sus votos, se quieren "apropiar" o ser
representativos de santos a los que la gente les tiene devoción. Él se opuso a
esto y recibió insultos por parte de políticos.
Ya en el autobús, el guía dice
que ellos no hablan español sino castellano de Perú. En la primera parada, le
corregí claro. En nuestro grupo, que seríamos como unos 25, iban tres de habla
inglesa. Pues también me enfadé, porque el guía, daba la pequeña explicación en
castellano y luego hacía la traducción al inglés. Así perdíamos tiempo y
explicación. Yo pensaba: estamos en Perú. Si los ingleses quieren que les hagan
la información en inglés, que busquen un grupo con guía solamente en inglés,
que los había y bastantes.
Visitamos Pisac, las terrazas tan
fantásticas que construyeron los incas, para conseguir cosechas que les alimentaran.
De aquí fuimos a comer a Urubamba. Subió
una chica y, después de los saludos, nos quiso vender un licor que era como el
anís del mono. Explicó las cualidades (yo ya las sabía), y nos dijo que era
bueno para la infertilidad de las mujeres y para la fertilidad de los hombres,
lo calificó como el viagra. Nos dio a probar un dedal y..., ya os comunicaré
las consecuencias. No vaya a ser como en la mili que decían que nos ponían
bromuro en la comida, y ¡las consecuencias las empezamos a sentir ¡ahora! Yo no
quise comer con el grupo y me fui solo. Después fuimos a la fortaleza de
Ollantaytambo. Increíble la cantidad de escaleras y escalones. Estábamos
cientos de personas y las escaleras eran pequeñas y la " caja de
escalera", angosta. O sea que tenías que subir en fila india, y si delante
tuyo iba el típico que suda y sube de pena, pues es como si te toca un camión
subiendo Velate, todo el rato a chupar camión porque hay raya continua. Llegué
hasta arriba hice unas fotos y..., al bus. Me hizo mucha ilusión ver el
comienzo del camino inca, que parte desde esta ciudad y se ve con nitidez todo
un primer tramo. Rejuvenecí, entre eso y el anisado, ni os cuento.
Era ya casi entrada la noche cuando fuimos al pueblito de Chincheros. Una maravilla, aunque está a 3.800 m y la "caja", se resentía un poco. Una iglesia colonial, fantástica, sobretodo porque no dejaban ni tirar fotos, ni filmar, ni sin flas, ni con flas. Había unos frescos en las paredes, pintados por los españoles, fantásticos. Después en la plaza hay una explanada, donde dicen que han visto OVNIS. Cerca del cielo ya están, a lo mejor es posible. A los que somos incrédulos, el guía nos dijo que miráramos en google y veríamos como aparecía esto.
Lo mejor fue que fuimos a una
tienda, taller de tejidos, y la explicación de cómo se trabaja la lana y cómo
se consiguen los colores, nos la dio una cholita. Yo al principio la vi
nerviosa, y pensé para mí que diría cuatro palabras titubeando y ya está. Nada
de eso; una explicación fantástica en castellano y ¡en inglés! Me sentí
ignorante total...
Voy
a terminar ya. El domingo fui hasta el Cristo Redentor y allí con un taxista,
dimos una vuelta por el Puqara, que era una fortaleza militar donde cerraban el
paso a los que querían entrar en Cuzco y obligan a retroceder a los " sin
papeles". Los " con papeles" podían entrar al Cuzco vía
Sacsahuamán. Luego de ver otras ruinas, que se llaman Quengo, me enseñó un
camino que pasaba al lado de la impresionante fortaleza y donde no había que
pagar. Eso hice y aunque no entré adentro del todo, pues ya lo había recorrido
en el 84, pasé al lado de las inmensas piedras, alguna de 300 Tm y les hice
algunas fotos.
De vuelta a la capital, como ya
había comprado el billete para Puno y no tenía habitación, me dediqué a comer
bien y a ver el carnaval cusqueño en honor del colegio Santa Ana. Si no me
vengo a escribir esto, aún estaría viendo el desfile. Hice unas cuantas fotos
para el blog y ya. Me voy a comer un poco que tengo autobús nocturno y aún
tengo que ir a mi fantástico hotel a recoger la mochila. Agur. Daniel
PUNO Y EL LAGO TITICACA
Crónica del día 26 de julio
El día 23 a las 10 de la noche,
cogía el autobús para Puno. Iba con mal cuerpo, un amigo mío estaba pasándolo
mal estos días y estaba yo afectado. Con lo comilón que soy, ni la tortilla de
hierbas me pasaba.
Bueno, a eso de las 6 de la mañana,
medio destemplado y despistado llegaba a Puno. Una de las ciudades más altas de
Perú, 3.918 m.s.m. Yo llevaba como dirección de hotel " La virgen de
las Nieves ", pero una de esas mujeres "enganchadoras", que
rondan las terminales de bus, me ofreció el suyo, a buen precio. Además me dijo
que aunque eran las 6 y poco más, ya podía chequearme en el hotel y entrar.
Dicho y hecho, me fui para allá. Ansiaba meterme en la cama cuanto antes. No
merece la pena viajar de noche si luego tienes que recuperarte durante el día.
Los 27 o 28 años ya pasaron, eran aquellos en los que viajabas de noche para
ahorrar pensión y llegar al destino y a los cinco minutos ya estabas
pateándolos. Encima tenía descomposición y la tortilla de hierbas en la
garganta.
No aguanté mucho en el hotel, además,
no hay calefacción, y la manera de combatir el frío en la cama es: frazadas y
más frazadas, o sea manta. Al final tienes un peso encima que no te puedes
mover, y mejor porque si sacas la mano se te queda helada. Tienes que ponerte
en posición cadavérica o fetal y las manos pegadas al cuerpo. Salí a
patear el pueblo que ya conocía, que ya lo había visitado con mis amigos en el
84, y recordaba el frío que pasamos. Pateando, vi una barbería para caballeros
y decidí arreglarme la barba. Me senté en ese sillón de barbero y cuando le
pregunté a la señora (mayor) que cuánto me costaba, me dijo que 50 soles, como
me podía haber dicho tranquilamente 70 u 80. Me levanté cogí mis cosa y ya me
iba cuando, la hija me dijo que eran 10 soles. Vuelta al sillón barbero. Cuando
terminó, saco el compresor y me eliminó los restos sobrantes en mi cara y
cuello. Cojonudo sistema de limpieza. Al fin lo probé. Teniendo en cuenta que
son fiestas patrias, me fui a la terminal de buses a comprar pasajes para
Arequipa y también para Lima. Una vez resuelto el tema, y paseando cerca de la
Plaza de Armas, oí hablar en euskera, me volví y eran dos chicas jóvenes de
Vitoria-Gasteiz. También estaban viajando, bueno una de ellas llevaba casi un
año en Chile con eso del intercambio. Como desde ayer no comía y seguía con la
diarrea, me fui a una farmacia le dije lo que me pasaba y me sacaron una caja
de cápsulas contra la diarrea. Se podían comprar por unidades, no necesitaba
toda la caja. Compré cinco cápsulas y... para la tercera, curado. Ya me entraba
la comida y...la cerveza. Por internet reservé habitación en Arequipa. Muy
barata, por 30 soles al día, más o menos entre 8 y 9 euros. Me parece que tiene
una cama, una mesa y una silla. Baño afuera, pero como ya estoy bien...
De Puno, el recuerdo que tenía era
que era una ciudad fea y con mucho frío. Con el amigo Patxi Oteiza, nos fuimos
una noche a tomar un pisco a una de las peñas folclóricas. Estaba un grupo,
bien uniformado, con sus ponchos y gorros, coloridos, tocando música andina,
concretamente la canción de Wayayay Wayayay. Con el pisco en los labios y el
oído presto a la música (antes oía yo mucho mejor que ahora), se produce como
un momento mágico. Nos miramos Patxi y yo y nos sonreímos, tratando de llevar
el ritmo con los vasos. Creo que es eso que dicen los psiquiatras de transportate
a tu lugar ideal. Pues ese día fue ése y ese momento.
Cuando llegamos al hotel, es un
decir, había una helada impresionante. Llamar y llamar a la puerta desesperados
y nada, que no abrían. Tirar piedras, trozos de hielo, de todo, hasta que al
final salió el cuartelero con una manta y medio dormido. Nos abrió, le dijimos
de todo y al día siguiente había en la puerta un cartel anunciador: Se necesita
urgentemente cuartelero.
Hoy día 25, muy de mañana arriba, para
ir a visitar el lago Titicaca, las islas de los Uros y la isla de Taquile. Esta
isla fue comprada a la corona por Pedro González de Taquila en 1.580. De allí
el nombre de Taquile. Luego con la independencia, pasó a manos peruanas.El lago
Titicaca, hace frontera con Bolivia, teniendo una extensión de 8.562 Km.
cuadrados. Es el lago navegable más alto del mundo y ocupa el número 16 por
extensión en el mundo. Tiene 90 islas flotantes, construidas por los Uros con
totora (juncos) y 40 islas naturales. Bueno, el caso es que no empezamos bien,
pues el barco que nos transportaba tuvo que volver atrás a recoger a una
pasajera (siempre hay alguno que llega tarde), y, en la maniobra, le pegó a
otro barco que estaba en el muelle y se rompió una ventana saltando todos los
cristales para dentro del barco. Afortunadamente a nadie le pasó nada, pero la
chica que estaba al lado de la ventana, estaba totalmente asustada. En el barco
íbamos 43 personas de varias nacionalidades, y los que más montaron en cólera
fueron los peruanos. Dijeron que habían grabado todo que iban a denunciar etc.,
etc., etc.
El guía, pobre muchacho que no
tenía culpa de nada, dijo que en cuanto llegáramos a la isla de los Urs,
cambiaríamos de barco que ahora no podía hacerlo, por unos rollos burocráticos.
Efectivamente cuando acabamos la visita a esta isla, cambiamos de embarcación.
Aquí nos explicaron cómo cada 20 o 25 años, tenían que construir otra isla
flotante con la totora, porque esta se pudría y te hundías. No es tan fácil
construirlas, pero al que quiera se lo explico algún día. De aquí fuimos a
la isla fija de Taquile. La tercera mayor del lago, después de la Isla del Sol
(Bolivia) y Amaitane. Tiene una superficie de 16 Km cuadrados y viven unos
2.800 habitantes, que se dedican fundamentalmente al turismo, la pesca y..., a
tejer. Desde los cinco años, todo el mundo tiene que aprender y saber
tejer.
Como era 25 de julio, creo que el día de Santiago, había mucho
folclore en la plaza de Armas. Estaba francamente interesante, con mucho
colorido y lo mejor era que bailaban para ellos, no para los turistas. Luego, a
comer y nuevamente me han enseñado como se teje, y se limpia la lana, y con un
sol espléndido a eso de las 4 de la arde emprendimos el regreso sin más
incidencias. Ahora que hablo del regreso y de las incidencias, os contaré una
anécdota que nos ocurrió en el 84 en este lago.
Partimos de Copacabana, en Bolivia
para ir a ver la isla del Sol, donde la leyenda dice que salió el primer Inca,
Manco Capac. Después de recorrerla volvíamos felices y contentos porque el
viento empuja la vela y nos hacía el viaje cómodo. En eso, Jan, un holandés que
iba con nosotros tres, fue a fumar. El guía dijo que no encendiera fuego,
porque el fuego y el viento eran enemigos. Nuestro buen amigo Jan, no le
entendió y prendió su cigarro. En el mismo instante, se paró el viento y
tuvimos que volver a fuerza de remos. Todo hay que decirlo: Jan fue el que más
remó. Casualidad o no, puede ser, pero que sucedió como os lo cuento, es
verdad.
Bueno, os voy a dejar, porque ahora ya puedo cenar, y tomar un
Pisco Sauer, como despedida esta ciudad y al lago Titicaca. Mañana y
pasado espero estar en Arequipa, la ciudad blanca, y donde nacieron y
vivieron Vargas Llosa y Abimael Guzmán.
Agur. Daniel
DE PUNO A AREQUIPA.
Crónica del 28 de julio de 2018
El día 26 de
julio, salía para Arequipa. ¿Qué es más importante, el destino adonde quieres
llegar o el camino a recorrer? Esta pregunta viene a cuento de que yo quería
ir a Arequipa, ciudad a la que todos consideran como muy bonita, como así es,
pues no en vano su casco viejo fue declarado Patrimonio Mundial por la
UNESCO en el año 2.000. Lo que me sorprendió terriblemente bien, fue el camino
para llegar desde Puno.
Salimos pronto de Puno, y esta vez había preparado bien el viaje. Compré asiento en berlina, que diría mi padre, o sea en el piso de arriba, enfrente de la cristalera gigantesca del bus. Una vista panorámica fantástica. Con lo que no tuve tanta suerte fue con los compañeros de viaje que ocupaban los asientos delanteros como yo. Eran 5 musulmanes franceses, con los que no intercambié ni una palabra en las 6 horas que duró el trayecto.
Salimos pronto de Puno, y esta vez había preparado bien el viaje. Compré asiento en berlina, que diría mi padre, o sea en el piso de arriba, enfrente de la cristalera gigantesca del bus. Una vista panorámica fantástica. Con lo que no tuve tanta suerte fue con los compañeros de viaje que ocupaban los asientos delanteros como yo. Eran 5 musulmanes franceses, con los que no intercambié ni una palabra en las 6 horas que duró el trayecto.
Hasta Juliaca la ciudad de los vientos, la carretera
no ofrece nada especial, bueno sí, nos dieron un sanwich de queso y un mate de
coca. Los musulmanes ni probar.
La carretera es recta, recta, como en el altiplano,
pequeñas casitas a ambos lados y la hierba pajiza. Pasamos el peaje de Caracoto
y la recta se vuelve interminable, no sé de cuántos km. no se distingue ni una
curva. Luego viene un pueblo llamado Santa Lucía a 3.950 m. Pasado este punto y,
sin más ni más, paramos en medio de la nada. ¿Por qué? Misterios de los
conductores, pues luego suben y continuamos la marcha como si tal. En un desvío
hacia Panata he leído un cartel en el que ponía: Mina Santa Bárbara. Ya sé que
Santa Bárbara es la patrona de los mineros, pero que casi todas las minas
tengan el mismo nombre...Llegamos a un alto mirador; Mirador Lagunillas, a
4.410 m. Todas pequeñas lagunas, claro está. Seguimos subiendo y en el Cruce
Alto, a 4.528 m, se ven gran cantidad de llamas y alpacas. También hay una vía
férrea paralela a la carretera. Debe ser para los minerales, pues no vi ningún
tren circular.De repente a mi derecha aparece un "bosque de piedra”, en el
que la formaciones rocosas parecen champiñones o vascos con chapela. La erosión
sigue desgastando la roca y ahora veo unas formaciones como las chimeneas de la
Capadoccia. A continuación en Cañahuas, hay un control, en el que todos los del
autobús debemos bajar y pasar nuestras pertenencias por un escáner. No hubo
ningún problema. Aquí mismo en este sitio tan desolado hay una desviación hacia
Chivay, pueblo que está en el recorrido de Arequipa al Cañón del Colca. Si se
va por este desvío tienes que pasar un alto de más de 4,910 m. más alto que el
Mont Blanc en Europa o que las Rocosas en Norteamérica. Seguimos ahora por el
término de Laguna de Pampa Blancam, zona de vicuñas, y junto a la vía férrea.
A eso de las 2
de la tarde, llegamos a Yura, donde hay una gran cementera, parecida a la de
Olazaguatía. Desde aquí, ya solo nos quedan 25 Km, y la carretera ya se vuelve
vulgar. Hora y media nos costó todavía llegar a Arequipa, ésta es la segunda
ciudad más poblada del Perú y el tráfico es un descontrol. Cuando me
instalé en el hotel, miré en la guía: habíamos pasado por La Reserva Nacional
de Salinas y Aguada Blanca, (especial protección de llamas, vicuñas, alpacas y demás),
Patahuasi y el Bosque de Piedras y al lado del Pasa de Patapampa, el de 4.910 m
que comunica con Chivay.Pero de todo esto me enteré cuando leí la guía, por
ello, mi sorpresa ante un trayecto tan fabuloso. En Arequipa (2.335 m), me fui
al Hostal La Reyna, a 100 metros de la Plaza de Armas y al lado del convento de
Santa Catalina. Genial, decía yo para mis adentros. Lo había reservado por
internet y..., mi nombre no aparecía. Como soy tan espabilado con las
tecnologías, había puesto reserva para el 26 y 27 de... agosto, en vez de
julio. Bueno al final apañamos y por un precio ridículo, me dieron una
habitación, que más bien es la habitación de un cartujo en penitencia, pero que
a mí no me gusta. Solo tiene una cama y una pequeña estantería, nada más; no
baño, no silla y por supuesto no tele. Mejor así, he podido leer y no
engancharme a ese mando que va cambiando de canales. Hoy he hecho el recorrido
típico por la ciudad en un autobús panorámico, en un viaje relámpago como diría
Gila. 7 minutos en el mirador de Yanahuara, 5 en el de Tahuantisuyo (se divisan
los tres volcanes de la ciudad, muy bien),10 en una tienda de venta de ropa de
alpaca, medio minuto pasando por el palacio de Goyeneche y... 10 minutos en el
Molino de Sabamdía, que es lo que yo quería ver y no he visto. Mañana me voy
por mi cuenta a verlo. Llegar a la Plaza de armas, y un poco en memoria de mi
amigo Ángel Huarte y recordando que los dos estuvimos comiendo en esta Plaza en
Arequipa en un restaurante en lo alto de unos soportales, he comido como un
marqués (foto). Luego dos piscos, que es lo que nos tomamos, aunque hoy los dos
han tenido que ser para mí. Uno se lo he dedicado a él.
Nada más,
mañana abandonaré la "ciudad blanca", que es como se le conoce a
Arequipa, para ir a Lima. Por la mañana trataré de ver el molino de Sabandía,
porque allí estuve con mi amigo Javier Casajús (Pedrete), y le hago un recuerdo
a mi manera.
¿Qué es más bonito, Arequipa o el camino desde Puno
hasta esta ciudad? Agur. Daniel
P.D. Gila decía que los viajes organizados eran viajes
relámpago, que te ponías a mear en Bélgica y cuando acababas estabas en
Francia.
AREQUIPA- LIMA-VUELO
Crónica del 6 de agosto de 2018
El día 28 de
julio, me encontraba en Arequipa, etapa penúltima del viaje. Arequipa es una
ciudad que gusta a todo el mundo. Llamada también La Ciudad Blanca. La
arquitectura de esta ciudad es un formidable conjunto de edificios barrocos,
extraídos de la blanca roca de sillar volcánico de la zona. En el año 2000, su
casco viejo, fue declarado Patrimonio Mundial por la Unesco, sobresaliendo la imagen
de su inmensa catedral (ocupa toda una cuadra o un lado total de la plaza),
teniendo como telón de fondo la silueta del perfecto volcán Misti de 5.825 m.
Debe de ser de fácil acceso. El primer día se sube hasta los 4.800, y el
segundo día los 1000 m que quedan de desnivel. Yo no lo he hecho, me conformo
con contemplarlo desde la plaza de Armas, con un buen Pisco.
Como os decía, este día 28, amaneció para mi más
temprano que lo normal, pues para las 4 y cuarto de la mañana, llamaron a la
puerta de mi "celda", diciéndome que eran las cuatro y cuarto y que
mi taxi me esperaba en la puerta del hostal.
Medio sonámbulo salí para decirle a la recepcionista, que la hora eran las cuatro y cuarto pero..., ¡de la tarde! Vuelta para adentro y a sobar un rato. A eso de las 9, me fui a ver el molino de Sabandía, de la época colonial y que en su tiempo, molía trigo, maíz y cereales. Está situado fuera del pueblo, pero se puede ir por tu cuenta tranquilamente agarrando uno de los minibuses que van para Sabandía. La gente es amable y te dice cuál y dónde es el que tienes que coger. El molino se reconstruyó, no hace muchos años, con esta piedra volcánica y tiene un bonito aspecto. Cuando yo fui había una señora embarazadísima haciéndose un reportaje fotográfico sobre su embarazo. El lugar es un encanto, y dentro del molino se pueden apreciar diversos aperos y varias ruedas de molino. Una funcionaba gracias a un canal de agua que habían encauzado hacía el engranaje. También había un pequeño zoo con las cuatro clases de camélidos que hay: llama, guanaco, alpaca y vicuña. A mí no me gusta para nada los zoos, pero ver a estos cuatro animales cerca unos de otros me hacen ver las diferencias entre ellos. Pero yo no había venido aquí por esto sino porque en el 1984 nos dejamos caer por aquí mi recordado amigo Javier Casajús (Pedrete) y yo. Él, con ese lenguaje tan socarrón que tenía, se puso a charlar con dos agricultores que aprovechaban el agua del molino para lavar zanahorias y..., tanta historia les contó que acabamos los dos comiendo a cada zanahoria cruda cada uno, tal conejo Bugs Bunny.
Medio sonámbulo salí para decirle a la recepcionista, que la hora eran las cuatro y cuarto pero..., ¡de la tarde! Vuelta para adentro y a sobar un rato. A eso de las 9, me fui a ver el molino de Sabandía, de la época colonial y que en su tiempo, molía trigo, maíz y cereales. Está situado fuera del pueblo, pero se puede ir por tu cuenta tranquilamente agarrando uno de los minibuses que van para Sabandía. La gente es amable y te dice cuál y dónde es el que tienes que coger. El molino se reconstruyó, no hace muchos años, con esta piedra volcánica y tiene un bonito aspecto. Cuando yo fui había una señora embarazadísima haciéndose un reportaje fotográfico sobre su embarazo. El lugar es un encanto, y dentro del molino se pueden apreciar diversos aperos y varias ruedas de molino. Una funcionaba gracias a un canal de agua que habían encauzado hacía el engranaje. También había un pequeño zoo con las cuatro clases de camélidos que hay: llama, guanaco, alpaca y vicuña. A mí no me gusta para nada los zoos, pero ver a estos cuatro animales cerca unos de otros me hacen ver las diferencias entre ellos. Pero yo no había venido aquí por esto sino porque en el 1984 nos dejamos caer por aquí mi recordado amigo Javier Casajús (Pedrete) y yo. Él, con ese lenguaje tan socarrón que tenía, se puso a charlar con dos agricultores que aprovechaban el agua del molino para lavar zanahorias y..., tanta historia les contó que acabamos los dos comiendo a cada zanahoria cruda cada uno, tal conejo Bugs Bunny.
Llegar a la plaza de Armas y, como despedida, comida
en los soportales brindándoles al Misti y a mi amigo. Las últimas compras
de rigor y, ahora sí, a las 4 y cuarto de la tarde, en taxi, al terrapuerto
(terminal de buses), con un “taxisto” que puso "buenos" a los
políticos peruanos y especialmente a los magistrados de la justicia.
Perú estaba viviendo unos días totalmente indignados
por los casos de corrupción de la corte suprema y de los jueces
"estrellas", que se estaban publicando cada día en los periódicos,
repartiendo audios, con las grabaciones incautadas.Yo el día anterior vi una
manifestación muy bien ordenada y con muchos sindicatos y gremios detrás de sus
pancartas, por la plaza de Armas, exigiendo la dimisión de todos los
corruptos. Ya puesto en el autobús, solamente me tocaba esperar al
compañero/a de asiento, pues iba yo muy bien ubicado, en el número cuatro que
era en el piso superior enfrente de la vista panorámica y con ventanilla a mi
derecha. No hubo suerte, quien me tocó en suerte fui un tipo, algo gordo, que
estaba todo el rato viendo imágenes en el móvil. Mi innata curiosidad, me
hizo mirar a su pantalla, esperando ver morbosamente imágenes " picantes
", y lo que había era..., clases de zapatos. Mi compañero era diseñador de
zapatos y por lo que veía se traía el trabajo al bus.
El viaje
discurrió monótono. 11 horas fueron, por una costa del Pacífico, que es un puro
desierto. Al anochecer pasaríamos por las líneas de Nazca, pero nadie nos
enteramos.
A eso de las 10 y media de la mañana del domingo 29 de
julio, llegaba a Lima. Había dejado la segunda ciudad más poblada del
Perú (unos 9oo.ooo habitantes), para llegar a la ciudad de Lima (más de 9
millones de habitantes), antaño denominada ciudad de los Reyes. Fundada como
capital en 1535 por Francisco Pizarro, la ciudad ha sufrido de todo, desde
terremotos, que prácticamente la destruyeron, hasta la invasión por parte de
los chilenos en la Guerra del Pacífico en 1879-1883, en que la ciudad fue
saqueada. Luego tuvo una fortísima inmigración de los "serranos",
que venían huyendo del horror de la guerra entre Sendero y el resto, y todos
los cerros que rodeaban a la capital se poblaron de chabolas, alcanzando Lima,
en el 2007, la escalofriante cifra de 8,5 millones de habitantes.
Bueno, a mí me vino a buscar Mari Paz, a la que había
conocido en 1984, y lo mío ya fue otra cosa, nada de chabolismo. Me llevó a su
casa junto a los selectos barrios de San Isidro y Miraflores y me ofreció una
señora habitación para mí. Lo primero "taza" y luego ducha. Salí
como nuevo. Nos fuimos con su esposo e hija a recorrer parte del casco viejo de
Lima. Estuvimos en la Plaza de Armas, que por cierto se hallaba cerrada al
público, en parte por el enfado general por la corrupción. Luego el Jirón de la
Unión, la Plaza de San Martín, San Francisco, Abancay y a tomar un Pisco Sawer
en un bar clásico de los de antes, en el que su lema de bienvenida era: aquí se
sirve el mejor Pisco Sawer de todo el Perú. Si era el mejor no lo sé. Pero que
estaba muy bueno, sí.
Me sorprendió
no ver por las calles tantos "predicadores", que con la biblia en la
mano gritaban discursos apocalípticos sobre el fin del mundo, la llegada de
Jesús, y todo eso. Ahora había muchas estatuas "vivientes", pero en
vez de ser individuales creaban una coreografía, como los "héroes de cómic
americanos", "esclavos negros" haciendo diversos trabajos, y
grupos parecidos. Después del pisco, como aquí dicen, a almorzar a un sitio
"bien", pero..., en el que la cantidad era más bien escasa. Aún
tuvimos Mari Paz y yo, ganas de dar una vuelta por el Barrio bohemio de
Barranco, convertido ahora en atracción turística, haciéndonos una foto en el
puente de los "suspiros".
El lunes día
30, con mi querida amiga hicimos las últimas compras de rigor, y luego nos
fuimos a comer al elitista complejo de Regatas, con playas privadas mirando al
Pacífico. Para que os hagáis una idea, yo pude entrar porque un socio me llevó.
Para hacerte socio tienes que ser hijo de socio, y, si no, la broma para aquel
que no teniendo progenitor socio, quiere hacerse, le sale por 11.000 $. Bien
comidos, bien bebidos y..., al aeropuerto, que queda bastante lejos de la
ciudad. Nos despedimos y me puse a hacer cola para la sacar la tarjeta de
embarque y "meter" la mochila. Fui a hacer uso del móvil, para
agradecerle todo a Mari Paz, cuando..., ¡no lo tenía! No me lo podía creer, con
todo el cuidado que había tenido todo el mes y ahora, en el último momento...
La chica que estaba detrás de mí en la "cola" me prestó el suyo para
hacer una llamada. Con el corazón encogido llamé a Mari Paz y... estaba
conduciendo de vuelta a su casa. Me dijo que iba a para en un costado y mirar a
ver si estaba por el coche y..., al poco recibí su llamada diciéndome que sí
que estaba caído en el coche, junto con las gafas y que en 20 minutos estaría
en el aeropuerto, como así fue. Esto había que celebrarlo, pase el control de pasaportes
y me fui a la sala VIP, pues tenía una tarjeta que me dio la CAIXA. Genial,
había de todo aunque mayormente cosas de desayuno y frutas. Tomé una gran taza
de café y pasé al bar. Yo pensaba que allí las consumiciones serían pagando,
pero..., el camarero me dijo que servían dos consumiciones de cortesía. Yo como
los que van a Arróniz a por la tostada de aceite porque es gratis, pedí un
Wisky escocés (no tengo ni idea, pero como era gratis...), y luego otro, y así
hice el cupo. No tuve problemas para subir al avión con todo lo que decían de
la compañía Plus Ultra. Esta vez me tocó compañía… femenina, pero era casi
una niña que iba con un gigantesco peluche. Afortunadamente los dos asientos de
adelante estaban libres (los único del avión), y en cuanto despegó me pasé a
ellos. Ya tenía experiencia del viaje anterior, pero eso de tener que pasar 11
horas, quieto y sin pantallita en la que puedes ver la trayectoria del avión o
películas, me ponía de los nervios.
A la hora de la
cena un poco de pollo con arroz y para beber había: agua, coca cola o zumo Don
Simón. Cuando la azafata me fue a servir tan "suculenta "bebida le
dije medio en broma medio en serio: ¿No puede ser vino o cerveza? Me miró
cual cómplice, frenó el carrito y se fue caminando al lugar donde ellos tienen
la comida y todo eso. Al poco rato, vino de allí, trayendo escondido en un
bolsillo de su "mandarra", y sin que nadie lo viera, una botellita de
vino Rioja de marca "Cune". Cual baloncestista que va a
"meter" una bandeja, y antes de encestar esconde el balón detrás de
la espalda, así hizo ella, deslizando el preciado licor al asiento de al lado y
cubriéndolo con una mantita. El vino clandestino que más a gusto he bebido. La
" complicidad "tiene su encanto. Brindé y bebí por la azafata y
así..., después de 11 horas, aterrizábamos en Madrid.
La mochila
tardó en salir un rato, pero no me preocupé mucho, pues el trayecto había sido
Lima-Madrid. Salió, pase el control sin ningún problema, bueno sí, ahora hay
que poner el pasaporte en una maquinita y estampar tu dedo índice y a
continuación dirigirte a la puerta de salida donde un poli te dice que salgas,
que todo bien.
Me fui en bus a la Avenida América y allí agarré un
bus de lujo a Zaragoza. Noche en "mañolandia " y el día 1 a eso de
las 11 de la mañana llegaba a Pamplona poniendo así fin a mi viaje por este
año. Agur. Daniel.